Giuliano Mauri. Barca sospeso

Programa «Residencia-Taller. Artistas en residencia» organizado por la Fundación César Manrique

Giuliano Mauri (Loddi Vechio, Italia) participó en el programa «Residencia-Taller. Artistas en residencia» en el año 2004. Permaneció en la isla del 29 de enero hasta el 12 de febrero.

La FCM incorporó tres de sus obras a la colección Arte-Naturaleza, una de ellas realizada por el artista durante su estancia en Lanzarote.

La exposición de Giuliano Mauri en la FCM permaneció del 16 de junio al 18 de septiembre de 2005, en la que se mostraron 22 esculturas y 16 maquetas del artista.

Miguel Ángel Blanco. Libro nº 619. Zarzal

Programa «Residencia-Taller. Artistas en residencia» organizado por la Fundación César Manrique

Miguel Ángel Blanco participó en el programa «Residencia-Taller. Artistas en residencia» en el año 2003. El artista se desplazó a la isla el 16 de junio y permaneció en la isla hasta el 29 de junio, desarrollando su trabajo en el volcán de la Corona, el risco de Famara, la costa de Mala, el Caletón Blanco y las Quemadas.

Esta es una de las cuatro obras que la FCM incorporó a la colección Arte-Naturaleza, de las 9 que fueron encargadas a Miguel Ángel Blanco.

La exposición de Miguel Ángel Blanco en la FCM tuvo lugar dle 4 de diciembre de 2003 al 8 de febrero de 2004, y reunió 53 piezas del artista.

Miguel Ángel Blanco. Libro nº 886. Plantas de vidrio voladoras

Programa «Residencia-Taller. Artistas en residencia» organizado por la Fundación César Manrique

Miguel Ángel Blanco participó en el programa «Residencia-Taller. Artistas en residencia» en el año 2003. El artista se desplazó a la isla el 16 de junio y permaneció en la isla hasta el 29 de junio, desarrollando su trabajo en el volcán de la Corona, el risco de Famara, la costa de Mala, el Caletón Blanco y las Quemadas.

Esta es una de las cuatro obras que la FCM incorporó a la colección Arte-Naturaleza, de las 9 que fueron encargadas a Miguel Ángel Blanco.

La exposición de Miguel Ángel Blanco en la FCM tuvo lugar dle 4 de diciembre de 2003 al 8 de febrero de 2004, y reunió 53 piezas del artista.

Miguel Ángel Blanco. Libro nº 885. Campo de bombas volcánicas

Programa «Residencia-Taller. Artistas en residencia» organizado por la Fundación César Manrique

Miguel Ángel Blanco participó en el programa «Residencia-Taller. Artistas en residencia» en el año 2003. El artista se desplazó a la isla el 16 de junio y permaneció en la isla hasta el 29 de junio, desarrollando su trabajo en el volcán de la Corona, el risco de Famara, la costa de Mala, el Caletón Blanco y las Quemadas.

Esta es una de las cuatro obras que la FCM incorporó a la colección Arte-Naturaleza, de las 9 que fueron encargadas a Miguel Ángel Blanco.

La exposición de Miguel Ángel Blanco en la FCM tuvo lugar dle 4 de diciembre de 2003 al 8 de febrero de 2004, y reunió 53 piezas del artista.

Miguel Ángel Blanco. Libro nº 884. Episodio dunar

Programa «Residencia-Taller. Artistas en residencia» organizado por la Fundación César Manrique

Miguel Ángel Blanco participó en el programa «Residencia-Taller. Artistas en residencia» en el año 2003. El artista se desplazó a la isla el 16 de junio y permaneció en la isla hasta el 29 de junio, desarrollando su trabajo en el volcán de la Corona, el risco de Famara, la costa de Mala, el Caletón Blanco y las Quemadas.

Esta es una de las cuatro obras que la FCM incorporó a la colección Arte-Naturaleza, de las 9 que fueron encargadas a Miguel Ángel Blanco.

La exposición de Miguel Ángel Blanco en la FCM tuvo lugar dle 4 de diciembre de 2003 al 8 de febrero de 2004, y reunió 53 piezas del artista.

Axel Hütte. Caldera Colorada, Lanzarote

Programa «Arte-Naturaleza. Artistas en residencia» organizado por la Fundación César Manrique

Axel Hütte trabajó durante el mes de marzo de 2004 en Lanzarote, invitado por la FCM dentro de su programa «Arte-Naturaleza. Artistas en residencia». En los 15 días de trabajo realizó obras relacionadas con el paisaje insular, principalmente las zonas de Famara, Soo y el norte de la Isla.

Esta obra es una de las 3 que formaron parte del encargo específico de la FCM para la exposición que tuvo lugar entre el 10 de junio y el 10 de septiembre de 2004.

Frutos en la alfombra

Autor: César Manrique
Título: Frutos en la alfombra
Año: 1952
Técnica: Óleo / arpillera
Medidas: 50 x 61 cm

Mirador del Río

La capacidad para integrar plenamente en el paisaje obras espaciales innovadoras y complejas es una de las grandes aportaciones de César Manrique. El Mirador del Río es un magnífico ejemplo de ello. Una comprobación de que es posible establecer un nuevo orden de comunicación entre el hombre y el medio natural a través de la fórmula Arte-Naturaleza que propugnó el artista lanzaroteño para desarrollar obras de arte público con un potente efecto funcional y económico.

Desde principios de los años sesenta, el Cabildo de Lanzarote, presidido por José Ramírez Cerdá, apostó por habilitar varios parajes naturales de la isla con el objetivo de crear una oferta turística única y de calidad. El Mirador del Río es un nuevo proyecto en este programa y el equipo que lo lleva a cabo vuelve a contar con César Manrique como principal artífice y con Eduardo Cáceres y Jesús Soto como piezas claves. La obra, que se comenzó en 1971 y se inauguró en 1973, se encuentra en el borde de los escarpados acantilados de la parte norte del macizo de Famara. Un enclave de gran valor paisajístico que antes pertenecía al Ministerio de Defensa por su ubicación estratégica.

El acceso al Mirador del Río está precedido de una escultura de Manrique que simboliza a todo el conjunto, como ocurre con otros Centros de Arte, Cultura y Turismo. Una de las aportaciones arquitectónicas más hábiles del artista se da en la fachada pétrea. Un semicírculo integrado en la montaña que asciende a través de varios niveles y que cuenta con la textura de la piedra como nota de color más expresiva. La estructura ideada dirige la mirada al cercano Volcán de la Corona, al mismo tiempo que guarda una relación muy estrecha con el paisaje insular ya que se asemeja visualmente a los tradicionales bancales de la agricultura local.

El acceso al recinto tiene un tratamiento casi escultórico y está coronado por un óculo que actúa como punto de fuga. Seguidamente se pasa a un pasillo decorado con elementos alusivos a la cerámica aborigen que también sirve para entretener la atención del visitante y aumentar de esta manera el efecto sorpresa que se produce al llegar al cuerpo central. En este espacio, formado por dos estructuras elípticas gemelas, la vista se dirige irremediablemente a la espectacular panorámica de las faldas del Risco de Famara y el Archipiélago Chinijo, compuesto por las islas de La Graciosa, Montaña Clara, Alegranza y Roque del Este. Junto a los ventanales se hallan dos grandes esculturas de Manrique y otros detalles decorativos muy propios del artista. Desde un lateral se pasa a la terraza exterior, donde se puede observar libremente el paisaje. De la zona central se asciende por medio de una escalera helicoidal hacia la tienda del recinto y encima nos encontramos con la terraza superior, coronada por un lucernario que integra afinadamente la piedra y el cristal.

La tipología de los miradores es bastante rica en la trayectoria de Manrique, además de éste realizó los de Malpaso (Lanzarote), El Palmarejo (La Gomera) y el de La Peña (El Hierro). Antes de su muerte ideó más miradores para Lanzarote y otras islas, pero su fallecimiento dejó los proyectos inconclusos.

Partiendo de la ecléctica sensibilidad artística de Manrique, el Mirador del Río depara unas formas fluidas y orgánicas que interactúan y se funden con el territorio insular. Esta suerte de arquitectura sensitiva y evocadora también lleva a la reflexión serena sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza. La obra pública del artista no sólo desvela la riqueza de sus concepciones e influencias estéticas sino que también conlleva una carga ideológica de conservación medioambiental que será fundamental en la postura vital de César Manrique.

Jardín de Cactus

El Jardín de Cactus es la última intervención de César Manrique en el territorio de Lanzarote y un compendio de las pautas estéticas que siguió en sus obras de arte público integradas en el paisaje. La creativa mezcla de lenguajes y técnicas artísticas, que el propio autor lanzaroteño denominó como «arte total», logra dar vida en este caso a una arquitectura orgánica y a elementos decorativos y escultóricos fusionados con el entorno. Un planteamiento para unir Arte y Naturaleza.

El proyecto para realizar el Jardín de Cactus se comenzó a gestar en los años sesenta —en 1973 ya se rehabilitó el molino que corona el recinto— pero por distintos motivos los trabajos se fueron retrasando hasta que, a finales de la década de 1980, la construcción se aceleró y el Cabildo de Lanzarote pudo inaugurarlo en 1990. En la ubicación del Jardín de Cactus concurrieron dos de las condiciones típicas en la selección de los espacios que hacía Manrique: valor paisajístico y posibilidad de rehabilitar un paraje que estaba degradado. El artista escogió una antigua cantería del pueblo de Guatiza convertida en un vertedero y situada en una zona donde predominan los llamativos cultivos de nopales o chumberas.

Un hito de gran protagonismo visual marca la llegada al Jardín de Cactus. Se trata de una escultura metálica que representa a un enorme cactus con cientos de púas. Un icono de grandes proporciones que refuerza aún más el protagonismo de la familia de las plantas cactáceas. En los muros de piedra volcánica del exterior un creativo enrejado metálico con formas vegetales da paso a una recepción en la que Manrique vuelve a demostrar su capacidad para lograr grandes efectos escénicos. La disposición del acceso impide ver parcialmente la obra, de tal manera que el visitante gira por un pequeño pasillo hasta que de repente aparece la vista completa del Jardín de Cactus. La pieza constructiva que conforma este espacio de entrada se basa en una estructura de planta circular que reinterpreta los taros (refugios de cabreros) insulares. Esta misma referencia la desarrolla Manrique creativamente en la pieza que acoge la tienda del conjunto, coronada con una escultura móvil. Tras superar la estrecha entrada, el espectador se encuentra en un punto alto desde el que contempla un mundo lleno de referencias visuales y de vivos contrastes de colores. Un espacio de tintes mágicos y oníricos que ha sido concebido de forma global y cuya estructura casi circular recuerda a los teatros de antigüedad, ya que se va elevando poco a poco mediante unas terrazas muy similares a los bancales de la agricultura local.

La presencia cromática de la piedra volcánica, con tonos rojos, negros y pardos, es predominante, aunque las principales notas geológicas son los grandes monolitos basálticos que quedaron como obeliscos en la época en la que se extraía tierra de este lugar y que Manrique recupera y conserva, confiriéndoles un claro valor escultórico. Pero es la flora, a través de la vivacidad y el exotismo de los cactus, quien lo inunda todo. Cientos de especies ofrecen una variedad inagotable de formas y colores para que el visitante los descubra en este escenario poético destinado a su disfrute y esparcimiento. En todo el conjunto flota la idea del jardín como espacio simbólico y real, en donde el contacto directo con la naturaleza nos lleva a nuevos estadios de reflexión y regocijo, subrayados por la presencia paradójica del agua en distintos momentos.

A un lado del espacio central se sitúa un restaurante en cuyo interiorismo se reconoce el lenguaje del artista, muy desarrollado aquí a través de elementos de madera y vidrio. La escalera helicoidal, apoyada en una delicada escultura de metal y cristal, resulta de gran plasticidad. Sobre él, otra terraza desde la que se puede acceder al gran molino ubicado en la parte más alta y que alude a la arquitectura vernácula de Lanzarote. En estos recintos, Manrique exhibe la desbordante imaginación que aplicaba a los detalles ornamentales, mediante piezas del mobiliario y singulares esculturas que hacen referencia a la plasticidad de los cactus.

Desde las claves estéticas propias de Manrique, el Jardín de Cactus es una fecunda aportación a la tipología de los jardines que tanto se ha revitalizado en la modernidad. Una obra integradora y totalizadora, en la que las características del artista lanzaroteño se notan tanto en las grandes líneas como en los pequeños detalles. Manrique en estado puro, combinando arquitectura, intervención espacial, escultura, interiorismo o jardinería en busca de su rica fórmula de arte total.

 

Enterrados

Autor: César Manrique
Título: Enterrados
Año: 1974
Técnica: T. mixta / lienzo
Medidas: 165 x 201 cm