“La unión entre César Manrique y Pepín Ramírez supuso una operación de capitalización patrimonial de Lanzarote”
El presidente de la Fundación César Manrique (FCM), José Juan Ramírez, repasó la trayectoria profesional y personal de Juan Marrero Portugués, y expuso la primera anécdota histórica de la noche, relatada en el libro por el autor, como testigo directo: César Manrique y Pepín Ramírez hablaban de hacer algo único en el mundo, en Jameos del Agua y Marrero pensó: “Yo sabía que los artistas están locos, pero Pepín parece que está igual o más loco que él”.
El día 20 de octubre de 2016, Marrero presentó en Taro de Tahíche el libro, editado por la FCM, titulado “César Manrique y Pepín Ramírez. Dos líderes canarios en su contexto histórico”, con prólogo del director de la FCM, Fernando Gómez Aguilera, que comenzó su intervención pidiendo al público que leyera el libro porque es “excepcional y sorprendente”. Señaló que no se trata de un libro de historia sino de “buena literatura memorialista”, un “libro de autor”. El prologuista calificó a Marrero como una fuente de indudable valor, ya que fue testigo y protagonista de una época en una sociedad en plena transformación: entre un mundo que agonizaba y otro que comenzaba a nacer.
“El verdadero protagonista del libro es el autor”, señaló Gómez Aguilera, “su talento como narrador y su mirada que desnuda a la sociedad”. Destacó también su curiosidad cultural, su memoria vigorosa y matizada, y su capacidad para valorar y dar un testimonio “capaz de ordenar, jerarquizar y articular una visión, con singular fuerza literaria”. El autor desembarcó en una ciudad de Arrecife dominada por “una sociedad conservadora, caciquil y clasista, estrangulada por las carencias”, pero halló también “un pueblo alegre, hospitalario y con dignidad”. Marrero Portugués conoció a la perfección el funcionamiento de la sociedad insular y supo identificar “cuáles eran las decisiones más relevantes”.
Para el prologuista y presentador del libro, Marrero Portugués ofrece “un proceso de recapitulación de sus recuerdos de Lanzarote”. El autor llegó a la isla en 1952, cuando acababa de cumplir veintitrés años, y permanece hasta 1957. Se instaló en Arrecife, comisionado por la Caja Insular de Ahorros para implantar su primera oficina en la isla. Se encontró un panorama “desolador”. “Da noticia de la sociedad insular de mediados del siglo pasado y de la profunda transformación que comenzó a sufrir a partir de 1960, de la mano de César y de Pepín Ramírez. Cuenta un extraordinario proceso de ruptura en Lanzarote. Una época clave”, indicó.
A la hora de abordar el contexto de la época ─continúa Gómez Aguilera─, Marrero Portugués, muy cercano a los protagonistas del libro y actor político en aquellos momentos, “recupera fragmentos de una tradición viva que rememora con familiaridad, recala en la cotidianidad local, resucita con viveza emocionante innumerables personajes devorados por el olvido”. Y recuerda: “La óptica general deriva de las élites locales, se perfilan los rasgos de un cosmos burgués reducido, en el que el autor se integra. Un pequeño universo también disuelto en la penumbra de la Historia, pulverizado, que el autor rescata. No disponíamos de esta perspectiva por escrito hasta ahora”.
El presentador del libro se detuvo también en glosar la personalidad y las aportaciones de Pepín Ramírez y de César Manrique, cuyo fuerte vínculo entre ambos “desentraña, además de exponer las aportaciones de cada uno, complementarias. Un tándem imbatible”. Y añadió: “Según señala Marrero Portugués, el gran mérito de Pepín fue haber involucrado a César en el devenir de su querida isla de Lanzarote, para llevar a la realidad lo que solo estaba en la imaginación del gran artista”.
De José Ramírez Cerdá, según señaló el director de la FCM, el autor destaca sus virtudes -la principal su patriotismo insular-, y profundiza en tres factores decisivos: el duro debut como presidente del Cabildo, institución a la que proporcionó un saneamiento económico y moral; el impulso a la obra pública; y su renovado contacto con Manrique, que le ofrece “las semillas de una revolución”.
De César Manrique recordó que Juan Marrero señalaba en su texto que era “la única persona capaz de influir en Pepín”. Manrique, indicó Gómez Aguilera, aportó la visión moderna que no existía en la isla entonces, “vio la naturaleza como cultura y renovó la mirada sobre el lugar”. Y, tras referirse a los numerosos colaboradores de calidad con los que César y Pepín contaron en el proceso de transformación de la isla, Gómez Aguilera concluyó: “César creía en la cualidad estética de la isla y en su futuro especial. Vio la isla y luego, con Pepín y por Pepín, la isla lo vio a él, cuando ya César soñaba la nueva isla. Y en ese sueño arrastró a otros. Ese es el mérito de Pepín. Esa es la suerte de César como artista, porque Pepín pone la isla en sus manos, pero César le entrega una isla nueva, la isla del futuro, ideada por él y construida entre muchos, con Pepín al frente. Y esa ha sido la fortuna actual y de las generaciones futuras si no la destruyen quienes tienen la obligación de protegerla, algo que está más que en entredicho”.
Con la “patrimonialización moderna” sucedida en aquella época, en su opinión, se añadió “una segunda naturaleza cultural” a Lanzarote, que es la que le proporciona su verdadera personalidad distintiva en el espacio de la industria del turismo y de la experiencia. César, veía “con luces largas y visión moderna”, trabajando “en una operación de capitalización de la isla”, por encima del valor monetario, porque se sumó un patrimonio cultural al patrimonio natural, anotó el director de la Fundación.
El autor
“No sé quién soy”, comenzó diciendo Juan Marrero tras la presentación de Gómez Aguilera: “En esta obra no he puesto más que cariño”. Aseguró que en Lanzarote comenzó el cambio de su vida. Una vida “que ha sido provechosa moral y éticamente”. Reveló que el libro es el fruto de dos años de trabajo y que sin la participación del director de la FCM “esta obra no hubiera tenido razón de ser ni hubiera salido”. Su escritura le ha supuesto una gran oportunidad para recordar y vivir de nuevo aquella época.
Señaló que no se trata de una biografía de Pepín ni de César, sino de Lanzarote, escrita por un forastero que llegó a una isla “arrasada por la pobreza, dominada por el clasismo y la endogamia”. Es en ese contexto en el que nacen dos personajes “impresionantes”, que entienden la política como un servicio ciudadano. El libro finaliza con un índice de más de 500 referencias, y Marrero pasó a hablar de algunas de ellas, como la de los Moros Notables, “una institución única que era una referencia ética y moral para Lanzarote. Muchos forasteros no pudieron progresar por la opinión de los Moros Notables, que fiscalizaron tanto a César (menos) como a Pepín, a quien le regalaron su escepticismo cuando se le nombró presidente del Casino, y su conformidad cuando llegó a la alcaldía de Arrecife”. Recordó también el momento histórico en que César cambió su trayectoria, involucrándose, junto a Pepín, en el futuro de la isla: “No moveré una piedra sin contar con César”, le confesó Pepín a Marrero Portugués.
Marrero terminó su intervención comentando dos añadidos al libro: la historia de Luis Ramírez, filántropo y propietario de una casa modernista en Caleta de Famara, y la narración de un cuento surreal en el que la Inquisición intenta quemar en la hoguera a Pepín, César y al cura de San Ginés por decir que César había mejorado la naturaleza que Dios había creado.
Antes del resumen del cuento (muy aplaudido), había hecho una sugerencia dirigida al Ayuntamiento de Arrecife: que se recupere el Parador, principalmente el espacio del antiguo comedor en cuyas paredes están los murales pintados por César Manrique. “Que se recupere, se mime, se limpie ese espacio, que es la Capilla Sixtina de César Manrique”, pidió Marrero Portugués.
PDF Nota de prensa información presentación del libro, 20 de octubre:
fundacion-manrique-nota-prensa-libro-manrique-ramirez-marrero
Freitag, der 28. Oktober 2016