Taller / 18/06/2019

Alexis Ravelo: “Si se acota el espacio en la novela será más fácil tratar temas universales”


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De la geografía al paisaje. Espacios abiertos y espacio interior en la novela contemporánea.

El escritor Alexis Ravelo comenzó este taller de escritura en la Sala José Saramago con dos perogrulladas: en un relato contamos algo que ocurre y eso le ocurre a alguien en algún momento y lugar. Este último aspecto, el del espacio, es uno de los asuntos cruciales de la creación literaria. “En la novela afecta a la expresión del conflicto, bien directamente o como catalizador de éste e influye en la psicología y las emociones de los personajes convirtiéndose en una extensión física y en un elemento de contraste”.

Ravelo dijo que para escribir una novela hay que crear un lugar o lugares con el mismo material con el que se construyen la ficción y los personajes. En definitiva, hacer una ficción verosímil. Para eso primero hay que cerrar los ojos “y ver el sitio”, imaginarlo, convertir la geografía en paisaje. Para ello, el autor recomienda recrear el lugar, no reflejarlo tal cual es, sino llevar los lugares al terreno del mito. Las novelas están plagadas de ciudades espejo de otras ciudades reales, alegorías de esas ciudades. En esas novelas, el lugar se acaba convirtiendo en un personaje más. A veces se usa un referente real, e incluso se usa el nombre real, pero se crea un mito. La misma ciudad real no es la misma ciudad en las novelas de autores diferentes.

Cuando se interviene en el espacio, pasa lo mismo que cuando se interviene en el tiempo. El tiempo se acota, se detiene o se alarga en la novela, y el espacio también deja de ser “nuestra geografía”. “El paisaje lo aprehendemos desde la subjetividad”. Consiste en “recrear el espacio y hacer que el lector lo asuma con nosotros”, señaló Ravelo, que insistió en que por mucho que uno conozca esa ciudad hay que emprender la tarea de recrear el espacio y advirtió que no suele dar resultado escribir con fascinación por una ciudad que se conoce poco, al igual que aplicaciones como google maps o street view “no sirven para nada en este trabajo porque no permiten oler, sentir la temperatura, el viento o la humedad”. “Las ciudades – decía Quintín Cabrera – son libros que se leen con los pies”. Por otra parte, por muy cosmopolita que sea el espacio en la novela, no va ser más universal. “Al contrario, si acotamos el espacio va a ser más fácil tratar temas universales”, afirmó el escritor de La ceguera del cangrejo.

Ravelo leyó, como ejemplo, varias descripciones de novelas del Siglo XIX. Tras su lectura explicó técnicas para las descripciones, como combinar datos objetivos con otros subjetivos, personificar, integrar metáforas, enumerar, incluir elementos cinéticos que permitan que no se trate de una descripción estática y, por último, alterar algún elemento de lo real. Todo ello porque “la descripción de los lugares no es una mera necesidad de poner escenario a la ficción”, señaló, sino que es una alegoría de los conflictos que se desarrollan en la novela. “El lugar que se elige tiene que ver con la expresión del conflicto”. Las descripciones pueden ser más líricas o más escuetas pero deben servir al propósito del escritor.

En cuanto a los espacios cerrados, también deben estar vinculados a las diferentes estaciones del nudo, es decir a los hitos del relato, “y tendrán una estrecha vinculación con el carácter y el ánimo de los personajes”, así como con su forma de vida, con los aspectos económicos, sociales, filosóficos o con la configuración del poder.

El taller, que acabó con una práctica hecha por los alumnos de una descripción recreada de la Plazuela de Arrecife, con el consejo de “no pintar del natural”, no tomar notas, sino observar y crear con el recuerdo. Durante el taller, Ravelo puso como ejemplo fragmentos de novelas leídos en alto. Así, aparecieron desde Lancelot de Agustín Espinosa para hablar de la conversión en mito, Mi Ántonia de Wila Carther para los espacios cerrados o las descripciones de ciudades de Leopoldo Alas o Pérez Galdós, además de Extramuros, de Jesús Férnandez Santos, Todos los nombres, de José Saramago para hablar del poder o Cosecha Roja de Dashiell Hammett como otro modelo de descripción menos lírica. También hizo mención a autores como Juan Madrid, Paul Auster, Vázquez Montalbán, Rafael Arozarena, Juan Rulfo, Marguerite Yourcenar, Joseph Conrad o Franz Kafka, entre otros.

Más información sobre el Taller literario impartido por Alexis Ravelo