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Taller «Tejer el territorio. Una perspectiva etnográfica»

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El escritor y etnógrafo José Luis Puerto impartió el taller “Tejer el territorio. Una perspectiva etnográfica” los días 4 y 5 de abril en la sala José Saramago (Arrecife) de la Fundación César Manrique. El objetivo principal del curso era el análisis del paisaje, la conservación del patrimonio o del territorio, desde el punto de vista de la etnografía. El taller se planteó partiendo de cómo el ser humano, “ese yo grupal”, según señaló el director del curso, realiza una serie de acciones en cualquier comunidad, en el espacio en el que habita, de tal modo que ese espacio se convierte en territorio, en un espacio de cultura.

“Se habita y surge el hábitat, se edifica y surge la arquitectura tradicional, se trabaja y surgen actividades agrícolas o artesanas…”, señaló Puerto, que destacó y centró su estudio en cuatro acciones que realizan los hombres en todas las comunidades: habitar, trabajar, celebrar y descansar. “En todo territorio aparecen estas acciones del ser humano”, aseguró, destacando, que hay más acciones que caracterizan a las comunidades humanas, aunque en esta ocasión quiso poner el acento en aquellos aspectos de la cultura material y no en aquellos que conforman la tradición oral como las acciones de crear, creer o imaginar.

Cada una de las cuatro ponencias del taller estuvo dedicada a una de estas acciones, que puestas en común, dan una idea de cómo se teje el territorio a través de esos cuatro hilos y a través del tiempo, que, por una parte, es lineal (las generaciones de hombres y mujeres se van sucediendo) y por otra, está condicionado por la Naturaleza. El director del curso fue transmitiendo a los alumnos (algunos de los cuales provenían del mundo educativo, del  administrativo o del ámbito del turismo) una serie de “fogonazos, ideas o perspectivas” para que adquieran las herramientas necesarias para hacer una investigación etnográfica, para saber cómo se puede conocer el patrimonio, cómo valorarlo para preservarlo y cómo se configura una identidad, que, destacó, “nunca es cerrada sino compartida con el mundo al que pertenecemos”.

El curso ofrecía una metodología de estudio de los territorios, abordando distintos aspectos de cada uno de esos cuatro campos: los materiales, elementos decorativos o ritos referentes a la arquitectura tradicional; la vida pastoril, la agricultura; las fiestas populares, los ritos de paso o los juegos y la forma en que se emplea el tiempo de ocio, finalmente. Puerto fue introduciendo estos aspectos, primero desde un punto de vista teórico, para después pasar unas imágenes ilustrativas de aquello que se va explicando y que pertenecen, principalmente, a ejemplos de la realidad que más ha trabajado este etnógrafo, el Oeste de Castilla y León y la comarca de Las Hurdes en el Norte de Extremadura.

El estudio etnográfico se tiene que articular, según explicó José Luis Puerto, mediante dos vías, la teórica y la práctica. “Para saber en etnografía hay que leer mucho, pero hay que enterarse de la cultura tradicional, hay que ir al territorio y hacer trabajo de campo”, señaló. “Pero claro —subrayó—, este trabajo no se puede hacer de cualquier manera, hacer una tarea etnográfica no es ir con una grabadora y ver qué se le ocurre al anciano con el que me encuentro, sino que tienes que saber a qué vas, qué quieres estudiar, qué quieres documentar, no es la ocurrencia del momento”. “En etnografía, el trabajo de campo es fundamental, pero siempre ha de estar fundamentado”. Para ello puso varios ejemplos de cuestionarios, que se pueden adaptar para estudiar cada caso particular, cada territorio. Hay que volver una segunda vez al lugar de la investigación porque “te están esperando, has reactivado su memoria, la ‘memoria dormida’ y tienen más detalles que te pudieran interesar”.

Una de las conclusiones del taller es que los seres humanos se comportan de modo muy parecido en cualquier territorio, pero utilizando los elementos que tienen a su alrededor y la cultura en la que viven. “Un campesino americano va a utilizar las herramientas a su alcance para lo mismo que uno europeo o uno asiático”. “Tenemos más en común de lo que parece —señaló Puerto—, y cada uno lo adapta o lo crea a partir de su realidad”.

El estudio etnográfico de un territorio sirve para poner en valor aquellos elementos propios, pero también para desmitificar. “En Lanzarote se podría estudiar la cultura tradicional de la Isla, pero eso no quiere decir que esa cultura sea una cosa cerrada, sino que también hay una universalidad”, aseguró el director del taller, que advirtió de un peligro: la manipulación política de la etnografía, que acaba por hacer una construcción interesada del pasado. “No se puede crear o inventar —dijo— una identidad interesada de una región porque eso es una recreación, una falsificación”. “Hay que documentar lo que se produce tal cual y el gran trabajo pendiente es la posterior comparación”, añadió. Por último, alertó de otro peligro, el de la escenificación de las propias tradiciones, que se repite prácticamente en todos los territorios que reciben turistas: “eso es una profanación de la identidad”, señaló Puerto.

Más información: Nota de prensa

Montag, der 4. April 2011

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