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Nicolás Castellano: “Las leyes de extranjería han creado a las mafias, que hacen viable lo que tendría que ser un derecho”

Me llano Adou (Editorial Planeta) es un ejemplo de cómo escribir un trabajo de periodismo de investigación, con una historia que tiene todos los intereses para que nos interese”. El catedrático de Filosofía del Derecho, Javier de Lucas, de esta forma presentó en la sede de la Fundación César Manrique, el día 11 de mayo, el último libro del periodista de la Cadena SER, Nicolás Castellano, prologado por Luis García Montero, que narra la historia de Adou, el niño al que metieron en una maleta para pasar la frontera de Ceuta.

De Lucas abrió su intervención señalando que “hay muchas vidas en este libro”. “Buena parte de las historias de inmigración nos revelan a personas que viven varias vidas en una, que se esfuerzan cuatro o cinco veces más que nosotros”. En Me llano Adou “hay una historia de amor y sufrimiento -aseguró-, dos ingredientes básicos para una historia”, y también un tercero, el de la lucha, que coincide con el lema del Instituto de Derechos Humanos: “Todo derecho en el mundo tuvo que ser adquirido mediante la lucha”. Para De Lucas, el libro es un ejemplo de cómo millones de personas tienen que luchar “tres vidas” para obtener sus derechos: “Leyéndolo se entiende bien qué significa para un ser humano tratar de alcanzar lo que nosotros hemos conseguido cómodamente”. Pero el libro también es « un alegato » (“no una proclama”) “que nos muestra cuánto de barbarie hay en el sistema que hemos construido, porque las políticas de extranjería son herramientas de barbarie”, aseguró. La foto de la maleta se convierte en un símbolo, el del fracaso de Europa: “Uno de los motores de la idea de Europa es la diversidad y lo estamos traicionando, estamos en un viaje de regreso hacia leyes que no nos hacen iguales e incluso hemos sido capaces de violar los derechos de los más vulnerables, de los niños, porque los tratamos como inmigrantes ilegales antes que como niños”, aseguró.

Por su parte, el autor del libro, Nicolás Castellano, recordó que en 2006 participó en una mesa redonda en la FCM para hablar del fenómeno migratorio, “para intentar explicar por qué la gente venía”. “Han pasado once años y la situación es aún peor”, dijo. En aquellos años llegaron 34.000 personas a Canarias, una cifra que se supera hoy en las islas griegas en tan sólo unos días, con personas que llegan en botes de plástico fabricados en China “que evidencian que hay un negocio detrás”. “Si hay redes a las que acude la gente para entrar en Europa -señaló Castellano- es porque las leyes de extranjería han creado a las mafias, porque estas organizaciones hacen viable lo que tenía que ser un derecho”. El periodista canario recordó el momento en que vio la foto de Adou, distribuida por la Guardia Civil, dentro de la maleta. “Uno se piensa que ya lo ha visto casi todo, pero no es así”. En esa foto también vio el fracaso de las políticas de inmigración.

El padre de Adou, Alí, llevaba doce años residiendo en España, vivía en una casa en Puerto del Rosario (Fuerteventura) y tenía un trabajo estable, pero tuvo que recurrir a las mafias para intentar reagrupar a su familia porque no alcanzaba el criterio económico que la Ley requiere. Le faltaban 52 euros mensuales en su nómina para poder reagrupar legalmente a su hijo. Para Castellano, el reglamento de la Ley de extranjería “es víctima del racismo institucional”. Aseguró que, al negarle el reagrupamiento, se interpretó mal el texto, porque el criterio económico debe ser minorado en beneficio del menor. “El funcionario que lo denegó no es un desalmado, sino que bebe de ese discurso institucional”, destacó.

Nicolás Castellano afirmó que el libro nace como una rebeldía frente al relato predominante “porque nos hemos acostumbrado a justificar esta guerra contra los inmigrantes”, y ya se han documentado 50.000 muertes en el Mediterráneo, en el Atlántico o en el desierto. Se preguntó cuánto cuestan las medidas de seguridad, los controles de fronteras, para evitar que entren los inmigrantes y abogó por huir de la cosificación de los inmigrantes “porque no son seres sin personalidad”. En el prólogo del libro, Luis García Montero habla « la piedad líquida », explicó, que nos lleva a solidarizarnos con Adou, o con Aylan, el niño que murió en la costa de Turquía, y a olvidarnos después rápidamente. “¿Qué sistema de producción del relato estamos construyendo para que ocurra esto?”, cuestionó el periodista, que hizo una invitación a la rebelión contra el discurso oficial y la inmediatez.

Acabó actualizando la situación en la que se encuentran Adou y su familia, en un momento en que la reagrupación familiar está retrocediendo en España, donde el año pasado se aceptaron menos de mil solicitudes, y en Europa también, y se preguntó cómo se puede ejercitar la integración “si los separamos de sus familias”. Adou vive hoy en París con su madre, mientras que Alí, su padre, sigue en España sin pasaporte, acusado de traficar con personas y con una petición de pena de tres años de cárcel. “La paradoja, después de esta lucha por unir a su familia, es que siguen separados”.

 

Más información: nota de prensa en PDF:

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lundi 15 mai 2017