Victoria Camps: Las dudas sobre cómo educar a la sociedad son síntoma de progreso porque « una sociedad que sabe cómo educar es dogmática »
La tercera de las cuatro conversaciones de futuro que dirige Iñaki Gabilondo durante los actos por el centenario de César Manrique, celebrada el día 10 de septiembre, tuvo como protagonista, a través de Victoria Camps, a la ética. El periodista comenzó preguntando a la catedrática de filosofía si es cierto que ahora “todo reclama una mirada ética”. Camps contestó que los filósofos también están sorprendidos “por esa necesidad que hay de ética”.
Recordó que España pasó de un estado nacional católico a un estado laico y que la educación se tuvo que hacer la pregunta de quién se hacía cargo de la ética. “Nos dimos cuenta de que el cambio a la democracia, por sí solo, no nos hizo mejores personas de lo que éramos”, señaló Camps. Siguió habiendo problemas que reclamaban “algo que llamamos ética”, ya que “si la democracia no tiene ciudadanos virtuosos no se perfeccionará”. “Hay que consensuar unos mínimos éticos. No podemos dejarlo todo únicamente en manos de las leyes”.
Para Camps, la ética no es privada, sino pública. La pregunta que se plantean los ciudadanos es “qué debo hacer” (que tiene un enorme abanico de respuestas), y la que se acaban haciendo es “qué no debo hacer”. Gabilondo preguntó si no se debería ir más allá de lo que exige la ley, es decir, que hay cosas que están mal aunque no sean delito, y Camps citó una reciente entrevista a Felipe González en la que sostenía que “hemos dejado de tener conciencia que es obligatorio cumplir la ley”. En este sentido, para Camps, “desobedecer a la ley puede ser un principio ético pero hay que asumir las consecuencias y querer cambiarla por los cauces legales”.
Pasaron a hablar sobre bioética. Camps aseguró que de todas las éticas aplicadas, la primera que se ha desarrollado es la bioética, sobre todo como ética médica. Consideró que en ese terreno “la medicina ha sido ejemplar” porque es la primera profesión que ha hecho una reflexión ética y ha pedido regulación y comités. Dijo que en cuanto a bioética, le inquietan pocas cosas. “¿Y cuál es la respuesta ante la eutanasia?”, preguntó el periodista. “La respuesta ética -dijo Camps- es dar libertad para decidir”, aunque matizó que debe haber un consenso sobre los límites porque cada caso es distinto. “¿Y los debates sobre ella enriquecen el asunto?”. El hecho de que no estemos de acuerdo, de que no haya una postura homogénea, es un avance.
Después de la medicina, el mundo de la empresa fue el segundo en incorporar la ética, con el nombre de responsabilidad social corporativa “aunque ha acabado siendo un marketing de las empresas”. Camps puso como ejemplo el caso de Lehman Brothers, que tenía una memoria de responsabilidad impecable. Gabilondo se preguntó si “en esta jungla” no es un poco naif espolvorear un poco de responsabilidad pero pidió un código ético para los medios de comunicación. Según Camps, hacer un código es tener conciencia de saber qué estamos haciendo mal. Los códigos son buenos si se elaboran de forma corporativa pero después hay que cumplirlos y debe haber un organismo que vele por ello… “y eso es lo difícil”.
Por otra parte, los medios tienen una gran responsabilidad “porque nos socializamos en un mundo de comunicación”, pero es una responsabilidad compartida. De las redes sociales, a Camps le preocupa que hacen más difícil pensar o que en ellas tiene menos importancia pensar: “Reaccionar con un tweet es evitar la reflexión”. “Que las declaraciones en política se reduzcan a tweets es grave”. Pero más graves son las fake news, porque son mentiras fabricadas con un fin, “y eso significa no respetar la dignidad del otro”.
Gabilondo se preguntó cómo es posible que estemos en una sociedad que no se cree nada y que a la vez se lo cree todo. Camps considera que estamos llenos de creencias que pueden conllevar dos peligros: el fanatismo (por exceso) y la indiferencia (por defecto). Y esos peligros pueden llevar a una sociedad con miedo donde se pueden expandir los populismos.
En cualquier caso, para Camps, la duda, incluida la duda sobre cómo educar a la sociedad, es un síntoma de progreso, porque “una sociedad que sabe cómo educar es dogmática”. “Para avanzar, lo que tenemos que hacer es discutir, probar mucho y cometer errores. A las sociedades liberales les cuesta construir una moralidad pública porque ésta coarta la libertad, pero esos recortes, si se producen, deben ser asumidos por el individuo”.
La conversación continuó debatiendo sobre la felicidad, la virtud, la valentía, el egoísmo, el mal, la razón o la emoción, hasta llegar al “siglo de las mujeres”. Ese siglo, para Camps, fue el siglo XX, cuando se produjo la revolución sobre derechos más importante de las mujeres, mientras que el siglo XXI debería ser el de la desaparición del feminismo. Este es “un buen momento para las mujeres” pero hay tres temas no resueltos: el techo de cristal, la violencia machista y la igualdad en la vida cotidiana. También puso de manifiesto el valor ético de los cuidados, que deben ser asumidos por todos, no solo por las mujeres.
Para terminar, Gabilondo le solicitó una moraleja a su interlocutora, pero Camps alegó que los filósofos no moralizan. No obstante, afirmó que le llena de optimismo el hecho de que se planteen estas cuestiones y que discutir ya es importante. “Aunque pensemos que no avanzamos, si no tuviéramos esa insatisfacción, no seríamos lúcidos”. “La ética -finalizó- es parte de la insatisfacción ante lo que ocurre y de la esperanza de poder cambiarlo”.
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