“Las sociedades que apuesten por la investigación serán protagonistas del futuro”
Lo advirtió Iñaki Gabilondo. Comenzó avisando al público, que llenó otra vez Taro de Tahíche para asistir a su conversación con el catedrático de física Pedro Miguel Echenique: “Van a desear que no acabe”, porque este vasco universal “tiene una enorme capacidad de contagiar su pasión”. Y así fue. El periodista comenzó preguntando al físico, presidente de la Fundación Donostia International Physics Center, cómo nace un científico y Echenique centró su respuesta en la importancia de la educación, en general.
Después le pidió una valoración sobre la ciencia y Echenique respondió que es la base del desarrollo, que es una aventura humana “por encima de todo” y que su estructura general es la obra de arte más grande de la humanidad. Las preguntas de los griegos, de los grandes humanistas, “hoy se contestan en los laboratorios de física” porque la ciencia y las humanidades no son dos mundos separados. O dicho de otra forma: “La ciencia no es una isla separada del continente de la cultura, es más bien un archipiélago”. Como disciplina en la búsqueda de la verdad no es inferior al arte y tiene una parte práctica a la que el arte no puede aspirar. La diferencia entre la ciencia y el arte, dijo Gabilondo, es que la ciencia descubre y el arte crea. Sin Beethoven no existiría la Novena sinfonía, pero si no hubiera existido Newton hubiera sido otro quien descubriera la Ley de la Gravedad. Echenique asintió, y dijo más: “La ciencia es progreso, y mientras que el arte soy yo, la ciencia somos nosotros”. Como dijo André Gidé, “todas las olas del mar deben la belleza de su perfil a las que les precedieron y se retiraron”
– ¿Qué es la belleza para los científicos?
Lo bello de una investigación – respondió el científico – tiene que ver con varias condiciones: que sus conexiones sean profundas, que dé a conocer la naturaleza, que sea simple, que tenga carácter colectivo o que tenga un carácter inexhaustible, es decir que cada respuesta que ofrezca abra nuevas preguntas, que aumente la ignorancia.
Ahora, en estos momentos, “estamos viviendo una expansión de la ciencia de la que no nos damos cuenta, como si fuéramos a 300 kilómetros por hora en un tren y pareciera que estamos quietos”. No comparte los escenarios futuros apocalípticos y considera que la ciencia ha servido para hacer la vida más digna, por ejemplo, con los avances médicos. Pero también ha dejado tres problemas: las armas nucleares, el desequilibrio con la naturaleza “que lo estamos tomando con insoportable indiferencia” y los cambios disruptivos, que son cuestiones que pueden hacer cambiar nuestra humanidad, nuestra ética: “No todo lo posible es deseable”, y como vamos a vivir en la ética de la incertidumbre “debemos aprender a vivir con ella”.
La ciencia cada vez es más interdisciplinar y por la expansión del conocimiento es difícil que surja ahora un hombre o una mujer del Renacimiento. Hablaron de Rafael Yuste, el neurobiólogo que lidera en Estados Unidos el proyecto BRAIN, que aglutina a científicos de ramas bien distintas. “Yuste propone que la ciencia es medir, no tener grandes ideas, que también – dijo Echenique -, el experimento es el único test de la verdad científica”. Gabilondo contó que preguntó a Yuste si con la llegada de Trump le quitarían el proyecto, pero no entendió la pregunta. “Eso es porque en los países desarrollados hay continuidad en las políticas de ciencia a largo plazo”, dijo Echenique, que confesó no entender que se abandonen las políticas de investigación. “En España hay grandes equipos de investigación, pero es un país pequeño en investigación”. No se dan los plazos ni una estructura que la financie y debería estar al margen de los tiempos políticos: “Ninguna tribu se come las semillas y nuestras semillas son la investigación, la ciencia y la educación”. De hecho, la ciencia, ni siquiera está en el centro del debate cuando, para el director del Centro Vasco de Investigación en Nanociencia CIC Nanogune, “las sociedades que apuesten por la investigación serán las protagonistas del futuro”.
Gabilondo le preguntó por el Donostia International Physics Center. Dijo que se creó “para escapar de la burocracia asfixiante de la administración española”, que lo sacaron de la Universidad y dan a sus investigadores libertad y confianza y aplican una buena política de comunicación. Realizan decenas de actos públicos y permiten que estudiantes de secundaria se entrevisten con varios investigadores, muchos de ellos premios Nobel: “Entran asustados y salen entusiasmados”.
Ideas que han transformado el mundo
Ante esa cuestión, Echenique citó a Newton y Darwin, que dejaron más de lo que encontraron, pero se queda con la física cuántica, la gran revolución conceptual del siglo XX y “una gran idea que nos permite entender de qué están hechas las cosas”. En la mirada hacia el futuro, advirtió que no le gusta hacer predicciones (citó una larga serie de predicciones fallidas en diferentes campos) pero habló de avances en ecología, neurología, biología molecular o inteligencia artificial. Lo que sí hizo fue apostar por crear estructuras que fomenten la creatividad, por creer que el futuro será de los que sepan adaptarse al cambio y por no crear especialistas sino buscar “aprender nuevas formas de aprender”. “En nuestras universidades se sabe mucho, pero se entiende poco”.
– ¿Teme a los movimientos reaccionarios?
Sí, pero. Echenique cree que una sociedad bien informada debe conocer las características generales de la ciencia, diferenciar qué es ciencia de lo que no es ciencia y conocer sus consecuencias sociopolíticas. Y la solución no es ir contra la ciencia. “Los grandes problemas no tendrán solución con menos ciencia y menos educación, a lo mejor no es suficiente, pero será necesario”.
Finalizando la charla, Gabilondo preguntó por qué no somos capaces de solucionar problemas históricos, entre otros los de las relaciones humanas. “Eso demuestra la complejidad del cerebro humano, no entendemos nada, estamos en la infancia”. Pero también apuntó avances. En 1980 había 1.900 millones de personas bajo el umbral de la pobreza y hoy hay 900, que “son muchos, pero es un salto inmenso”.
Sobre el papel de la mujer en la ciencia dijo que, en general, trabajan mejor en equipo, y sobre el papel de los maestros, que la ciencia no se aprende como una receta, sino con los que la hacen bien, “por eso Cambridge no se exporta”. Acabaron hablando de religión. Dijo Echenique que la trascendencia, como otras preguntas, aún no tiene respuesta científica, pero que en aquello que la ciencia puede opinar “no hay otra autoridad”. Y añadió: “De Dios solo hablamos los físicos, los obispos hablan de la unidad de España”. Las últimas palabras fueron para el futuro, el suyo y el de los jóvenes. Él lo afronta con esperanza y lamentará dejar este mundo por la cantidad de cosas que quiere saber. Para el de los jóvenes tiene más dudas, pero apostó por “construir un mundo más justo”.
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