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Maillard: «O seguimos consumiendo y la tierra se muere o lo dejamos y la civilización se colapsa»

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Nunca tal vez aún apenas sea posible. Así se conforma el “no libro” La tierra prometida de la poeta Chantal Maillard, según lo calificó ella misma. Así se conforma la letanía, el grito de alerta que clama por la desaparición de las especies, que se presentó en la sala Taro, en la Fundación César Manrique, el pasado 18 de marzo.

…nunca tal vez aún apenas sea posible. Se trata de una publicación insólita, que repite estas palabras a lo largo de sus páginas y que intercala los nombres de especies que ya han desparecido o están a punto de desaparecer. El texto, editado por milrazones con la colaboración de la FCM, se acompaña de las ilustraciones de Joan Cruspinera: esqueletos, huellas y restos de animales. “Lo que queda de un animal cuando desaparece”, señaló Maillard.

…nunca tal vez aún apenas sea posible. Maillard agradeció el apoyo de la FCM y explicó la finalidad de la publicación como canto por la desaparición de las especies. “No sé si a estas alturas podemos hacer algo ya por evitar lo que parece que está por llegar, pero no podía dejar de intentarlo”, señaló, en una intervención sentida, poética… “Sólo sé escribir, no tengo cuerpo para salvar tortugas ni ballenas, si no, lo haría”.

…nunca tal vez aún apenas sea posible. En Bruselas, cada once de noviembre se celebraba el armisticio de la Primera Guerra Mundial. En la escuela comunal en la que estudiaba la autora del libro se cantaba un himno al sol, se alababa a una placa de mármol gris “que era importante porque era importante” y una comitiva se acercaba a presentar sus respetos al soldado desconocido. “El libro cumple esta función, es un memorial”. En él figuran los nombres de los animales que desaparecieron o desaparecerán. “Es fuego y obelisco, columna y ofrenda”.

…nunca tal vez aún apenas sea posible. Los animales no han participado en ninguna guerra y sin embargo desaparecen por el ansia de otros animales que proliferan por encima de los demás. Nosotros. “¿Por qué —se preguntó— hacemos leyes de los grandes simios? Porque se nos parecen, ¿si no por qué?”. “Respetamos a las ballenas y los delfines porque sabemos que tienen un lenguaje. ¿No será que nuestra mente es tan limitada que no entendemos el lenguaje del resto de las especies?”

…nunca tal vez aún apenas sea posible. “Sólo empezamos a pensar en la desaparición de los animales cuando nos atañe, así que no hablamos desde la compasión sino desde el miedo”. La autora de Matar a Platón se preguntó, de nuevo, si es desde el raciocinio desde donde la Tierra inicia su destrucción; si el ser humano no sería el gran verdugo de la Naturaleza.

…nunca tal vez aún apenas sea posible. “Utilizamos nuestra racionalidad para prolongar la vida más allá de lo que sería natural” y alteramos el equilibrio. “El consumo —dijo Maillard— empezó siendo un osito de peluche y acabó convirtiéndose en el monstruo que nos tiene cautivos en la cueva de los juguetes”. “Estamos ante una disyuntiva: o seguimos consumiendo y la Tierra se muere o lo dejamos y la civilización se colapsa. ¿Acumular pasa salvar? No soy economista, no tengo la respuesta”.

…nunca tal vez aún apenas sea posible. “Los saberes de la mente han suplantado a los del cuerpo”, aunque queda un reducto en el ser humano, una capacidad cordial: el aire que respiramos ha pasado por los pulmones de otras personas. “Respiramos lo que otros exhalan, por el aire estamos todos conectados”. Esa capacidad cordial es compasión, “la capacidad de dolerse en el otro”.

…nunca tal vez aún apenas sea posible. Dolor más ternura. “El animal es inocente, también el ser humano, aunque encubierto en su falso paternalismo”. ¿Habéis mirado a los ojos de un animal?, preguntó Maillard a la sala. “Es un pozo en cuyo fondo está escrita la Historia del Universo”. “Mirad los ojos del lobo, de la serpiente, del lince… Es lo que erais antes de las palabras, ese pozo, esa inocencia… Pedidles que nos perdonen porque nuestro derecho a la vida es su sentencia de muerte”.

…nunca tal vez aún apenas sea posible. “Esa inocencia me mueve a producir esta letanía. Si repetimos sus nombres con insistencia podemos evitar la desaparición de estos animales. Si yo creyese en algo sería en el deseo proyectado sobre un objeto. Antes, la poesía tenía un fin concreto, mágico, ritual, no se hacía para el ensalzamiento de su autoría. Son malos tiempos para la poesía antigua”.

…nunca tal vez aún apenas sea posible. “El poema es otra cosa. Cuando la poesía se hace comercial se desvirtúa. Lo desvirtuado no nos satisface y al mercado le interesa que estemos insatisfechos para consumir más”. Por eso satisface que instituciones como la Fundación César Manrique, dijo la autora, ayude a algo que no está apoyado por el mercado, “algo que vale la pena”.

…nunca tal vez aún apenas sea posible. “Esto no es un libro de poesía, no lo pretende. A la manera de las tradiciones ancestrales, es algo así como un mantra, que no tiene sentido pero tiene virtud. La virtud es fuerza. Lo desvirtuado es a lo que se le quita la fuerza. Si una palabra recupera la fuerza se convierte en poema, en letanía”.

…nunca tal vez aún apenas sea posible. “Convertir las palabras del libro en palabras mágicas porque puede llegar un día en que no sepamos qué designaron. Por compasión y como animal que soy, pronunció el ensalmo. También por ellos, y aunque nunca deba servir como argumento para protegerlos, porque sin ellos no sobreviviremos”.

…nunca tal vez aún apenas sea posible. La autora comenzó a leer la letanía, en pie, en el centro de la sala. A su lado, cinco lectores, trabajadores y defensores del medio ambiente: Ezequiel Navío, Ana Carrasco, Victoria Rosado, Mario Alberto Perdomo e Idoya Cabrera, que fueron nombrando a cada una de las especies intercaladas en el texto e incorporándose a la lectura del salmo.

…nunca tal vez aún apenas sea posible. La oración envolvió la sala. El público, al que se le había repartido páginas del texto, fue protegiendo las especies a su cargo al transformar en voz los nombres de aquellas que le habían correspondido. Los pelos de punta. Un largo y sonoro aplauso. Nunca tal vez aún apenas sea posible…

18 marzo 2010

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