Manuel Saravia y Pablo Gigosos abogan por los derechos humanos como base esencial del urbanismo

La visión democrática y política del ordenamiento urbanístico fue el eje central de la primera jornada del taller “Urbanismo para náufragos” que organiza la FCM y que imparten los profesores y arquitectos Manuel Saravia y Pablo Gigosos. Los ponentes reclamaron que el hombre vuelva a ser el protagonista del planteamiento de las ciudades y enfatizaron su discurso en el contenido social del urbanismo frente a los criterios estrictamente mercantilistas.

El seminario, que culmina hoy en el local que tiene la FCM enfrente de El Almacén, está planteado en torno a cuatro parejas de derechos, de las cuales se abordaron dos grupos: movilidad-seguridad y salud-medioambiente. Bajo esta mirada ética de la problemática territorial actual se reflexionó sobre conceptos relacionados con el bienestar de la población, pero sin olvidar los aspectos más funcionales del urbanismo y exponiendo casos concretos.

Los conferenciantes criticaron la estandarización urbanística que impera actualmente en casi todo el planeta. Manuel Saravia afirmó que “el modelo de urbanismo es más unitario que nunca y se rige bajo la fórmula del pensamiento único”. El profesor de la Escuela de Valladolid reconoció el carácter multidisciplinario del urbanismo pero señaló que en el debate sobre los parámetros que deben primar en la toma de decisiones “los derechos humanos deben ser el primer criterio”.

Sobre los derechos a la movilidad y la seguridad, Saravia comentó propuestas específicas destinadas a que “la red peatonal se imponga a la cultura del automóvil”. Su proposición de “reconstruir los caminos dominados por el peatón” no estaba vinculada únicamente con la idea de que estas vías se conviertan en paseos, sino también para que fueran “nudos estructurantes de movilidad”.

Pablo Gigosos centró su intervención en los derechos a la salud y al medio ambiente, recordando que estos principios están íntimamente ligados a la capacidad de adaptarse al medio y no de imponerse agresivamente sobre la idiosincrasia del territorio. Con el criterio central de concebir “las ciudades no como el problema sino como la solución”, este arquitecto señaló los efectos perversos del desgaste ecológico y apostó por desinstalar las infraestructuras no necesarias y evitar las intervenciones superfluas pensadas desde una óptica desarrollista dañina.

Además de hacer un recorrido por ejemplos urbanísticos de todos los continentes, Saravia y Gigosos dieron soluciones concretas de ciudades en las que ellos han participado en su planeamiento. Junto al ejercicio arquitectónico profesional, ambos profesores han reflexionado sobre el urbanismo a través de numerosos libros, exposiciones, revistas y charlas en universidades de Europa y América Latina.