Saramago y Sigifredo López apuestan por una solución dialogada como la única posible para poner fin al conflicto colombiano




Noche emotiva en la Sala José Saramago. Junto al director de la FCM, Fernando Gómez Aguilera, en la mesa, y ante un aforo completo, comparecieron dos hombres que parecían viejos amigos y que sin embargo hasta hace unos días no se conocían. José Saramago y Sigifredo López Tobón, diputado colombiano secuestrado por las FARC durante seis años, diez meses y veintiséis días y liberado finalmente el pasado 5 de febrero gracias a la mediación de la senadora Piedad Córdoba, que lidera el movimiento Colombianos por la paz. Hace sólo 61 días recuperó su libertad. “Cuando lo conocí me encontré con un hombre tranquilo”, dijo de él y junto a él el escritor portugués que da nombre a la sala, el “maestro”, según López Tobón. Saramago lo comparó con Fray Luis de León, que retomó su lección en la Universidad de Salamanca (“como decíamos ayer”) tras volver de cinco años de cautiverio. Y lo dijo con un hilo de voz anudado por la bronquitis de la que se está recuperando… y por la emoción. 

Saramago se emocionó y explicó el motivo. Al inicio del acto se proyectó un vídeo de los primeros momentos de la liberación de Sigifredo López y de sus primeras palabras, en las que comparó a Piedad Córdoba con el personaje de la mujer del médico en la novela Ensayo sobre la ceguera. “En el momento de su liberación comparó la acción de la senadora colombiana con un personaje mío”, explicó Saramago. “Me he sentido justificado como hombre y como escritor”. “Pónganse en mi lugar”, pidió.

El Nobel portugués advirtió que sobre Colombia sabía poco y que sólo diría banalidades que todo el mundo conoce. Completó la impresión que le produjo el político colombiano destacando que le parecía un hombre en paz con la vida, con un discurso exento de resentimiento — “y tiene derecho al odio” — y que considera que la solución del conflicto



y la consecución de la paz en Colombia es más importante que los sucesos personales. Apostó por una salida dialogada al conflicto colombiano “no para olvidar lo que ocurrió sino para que no ocurra más” y puso sus esperanzas en que Piedad Córdoba llegue a la presidencia de Colombia. “Si lo consigue quizá algo pueda cambiar”. “¿Puedo ser incorrecto en mi lenguaje? — preguntó a la audiencia—. Y concluyó: “Para que algo pueda cambiar de una puta vez”.

“Cerrar puertas al diálogo no es ético”

Sigifredo López tomó la palabra. Expresó su admiración a Saramago — “su testimonio de vida perdurará tanto como su literatura” — y su agradecimiento a él, a Pilar del Río y a la Fundación César Manrique y explicó parte de su experiencia personal y su visión del conflicto y de la solución.  Su abuelo fue asesinado en los años cincuenta, su padre también, cuando Sigifredo apenas tenía un año. Él, siete años secuestrado. “El drama de mi familia es el de miles de familias de Colombia. Cuatro generaciones de colombianos no han visto la paz”. Una paz posible, según el diputado: “Sólo hace falta un mínimo de racionalidad y un mínimo de humanidad”. Tras hacer un breve recorrido por los orígenes y la evolución del conflicto, señaló que Colombia anhela la paz y que “cerrar puertas al diálogo no es ético ni democrático”. “La solución solamente es política y el diálogo es la única salida”, afirmó.

Explicó la “triste realidad” social del país y la causa real del conflicto: la injusticia social, la exclusión y la pobreza. Hay niños de doce o trece años a quienes sus madres entregan a la guerrilla. “No es una opción, es la única opción que hay para salvarse del hambre”. Así no roban ni se prostituyen. En el país hay tres millones de jóvenes entre doce y veinticinco años que viven en las zonas de influencia de la guerrilla o en zonas marginales. A la guerrilla le basta con reclutar al año al 0,01% para hacer frente a las bajas que causa el ejército, 3.500 guerrilleros al año que son capturados, abatidos o que desertan.

Antes de que López Tobón hablara sobre su experiencia personal en el cautiverio, Saramago apuntó que probablemente sobrevivió porque había ido construyendo en su interior durante su cautiverio todo lo que la guerrilla había querido destruir en él. “A mí no me van a quitar mi dignidad, que es lo único que tengo”, dijo suplantando la personalidad del diputado.

La ausencia de los seres queridos

“Los más duro no son las cadenas, ni el maltrato, ni la humillación; lo más duro es la carga emocional por la ausencia de tus seres queridos”, dijo Sigifredo López sobre su secuestro. A esa ausencia se suma la impotencia de permanecer cautivo sin expectativas de liberación, ya que como secuestrado político ni siquiera pedían un rescate monetario por él. “Dependemos — en presente — de que unos señores quieran intercambiarnos por prisioneros”. Y sentíanel olvido, que “es más duro que la muerte”.

Sin embargo, algo cambió cuando el 18 de junio de 2007 la guerrilla asesinó a once diputados que fueron secuestrados junto a él. Tan sólo sobrevivió él porque había sido apartado. Entonces la sociedad colombiana salió a la calle a protestar. “Las víctimas, a pesar de sufrir, tenemos el deber de enviar un mensaje de optimismo, pasar de la denuncia a la propuesta, porque no se pueden construir las nuevas generaciones sobre mensajes de odio y venganza”, señaló.  Narró cómo soportaba el secuestro, haciendo dos ejercicios: uno de memoria, recordando a las personas que había conocido a lo largo de su vida, a sus compañeros de colegio, los temas del primer semestre de la carrera de Derecho…; y otro de imaginación: pensando lo que haría tras el secuestro. Confesó que en esos planes no entraba la política.

Tras el asesinato de sus compañeros sintió odio por primera vez. “No lo había sentido ni por los asesinos de mi padre, que sé quiénes son y dónde viven”. Cayó durante cuatro meses en una depresión y, superado el duelo, determinó salir “por la puerta de las decisiones”. “Hay mucho que hacer por Colombia”. Apoyó públicamente a la figura de la senadora Piedad Córdoba. “Yo creo en esa mujer porque su proyecto es ético”.

“La guerrilla se ha autodestruido”

Sigifredo López reiteró su creencia de que la paz es posible aunque el problema está anclado en “falsos dilemas”, como que si hay o no hay conflicto armado o si se puede o no hablar con terroristas “mientras los secuestrados se nos mueren”. “Son excusas para negarse a salvar vidas humanas”. Aseguró que sentarse a hablar con los terroristas, sin impunidad, no es legitimarlos como actores políticos, ya que su múltiple condición, no sólo de terroristas, sino también de narcotraficantes, de asesinos y de rebeldes, no los convierte en actores políticos. También señaló que las FARC están equivocadas si creen que la comunidad internacional los va a ver como un Estado en ciernes si logran el intercambio de prisioneros. “No tienen proyecto político y no proponen nada desde hace diez años”. “Ellos labraron su propia tumba con las barbaridades que han hecho, se han autodestruido”. “El pueblo de Colombia los repudia y ninguna revolución triunfa sin apoyo popular”, aseguró.

El acto terminó con una llamada telefónica de la senadora Piedad Córdoba que habló con Sigifredo López y con José Saramago. “Para nosotros — le dijo Saramago — eres ya un referente político y ético y eso no hay quien lo pare”. “Siga siendo la mujer del médico”, se despidió el Premio Nobel entre aplausos del público.