El redactor del Plan Insular de Ordenación de Lanzarote de 1991 volvió a la Isla para exponer la conferencia “Cambio global y ciudades en España”, el día 13 de mayo, dentro del espacio de reflexión Fronteras y direcciones del progreso. La Fundación César Manrique, en su presentación, agradeció la labor de Prats en Lanzarote “en pro de una gestión territorial razonable y sostenible”. A su vez el conferenciante comenzó con otro agradecimiento, un “homenaje personal” al patrono de la FCM, Mario Alberto Perdomo, “por su generosidad, valentía y honradez”.
Más que una conferencia, Fernando Prats impartió una lección de presente y futuro estructurada en diez puntos, que fueron avanzando del diagnóstico a las soluciones u orientaciones y en los que la ciudadanía aparece como el factor clave para convertir los retos de futuro en oportunidades.
Hay crisis económica pero sobre todo asistimos a un cambio global provocado por el desbordamiento de la biocapacidad del planeta. Ya hemos superado esa capacidad entre un veinte y un treinta por ciento y aparecen dos problemas graves: la alteración de varios ciclos vitales de la Biosfera, no sólo el del clima, y el fin de la era del petróleo. “Tras la crisis económica no todo va a seguir igual —señaló—, las lógicas con que trabaja la humanidad no nos sirven para resolver los problemas que hemos creado”. Así pues, hay que cambiar el modelo.
Los próximos cincuenta años van a ser determinantes. La población crecerá un cincuenta por ciento más, hasta los 9.000 millones de habitantes y la presión humana sobre el planeta se multiplicará por cuatro. Una gran parte de la población de países emergentes como China, India, Rusia o Brasil accederá a los niveles de consumo de Europa. “No podremos vivir todos con los patrones de consumo de los países ricos”, señaló Prats.
El plazo para cambiar es una variable clave. “Nadie sabe lo que puede pasar a partir de que se supere en dos grados centígrados la temperatura media del planeta”. Si eso ocurre, la corriente del Golfo podría variar y eso supondría unas transformaciones radicales e imprevisibles. “Tenemos diez años para cambiar de tendencia y otros cuarenta para estar en una situación muy distinta a la actual”. Si no se rectifica, a final de siglo la temperatura habrá aumentado entre cinco y siete grados.
Las ciudades son determinantes en los ciclos vitales. Alteran dramáticamente la Biosfera y esto es un problema grave que no tiene una solución parcial. Pero las ciudades también son el centro de los cambios de tendencias y de mentalidad de sus habitantes.
El crecimiento inmobiliario de los diez últimos años en España ha dejado, además del deterioro ambiental, a las administraciones locales inundadas de corrupción y unos compromisos de crecimiento inauditos. “Menuda herencia la de la fiesta del crecimiento urbanístico”.
“Necesitamos alumbrar un nuevo paradigma urbano”. Y lo tenemos que hacer resolviendo las necesidades de los ciudadanos y con tres ideas básicas: no renunciar a vivir bien, sin exclusiones, es decir que las soluciones sean para todos (“si no hay soluciones pactadas habrá desórdenes públicos antes que desastres naturales”) y que esa calidad de vida sea compatible con la reducción del impacto ecológico.
Uno de los retos de futuro es mejorar el acoplamiento entre el metabolismo urbano y los ciclos vitales de la Biosfera. “La sociedad actual impulsa a consumir, no porque sea bueno para la vida, sino porque alimenta un sistema económico”, señaló el arquitecto urbanista. Hay que reducir la carga ecológica total y las administraciones locales tienen competencias suficientes para incidir sobre ella.
Para reducir esa carga ecológica hay que reducir, en primer lugar, el despilfarro (“el veinte por ciento de los perros de los países ricos son obesos”), cerrar los ciclos de vida e incrementar la ecoeficiencia, tanto la pasiva como la activa.
Los temas clave de la ciudad hay que definirlos con dos plazos clave: 2020 y 2050. “Hace falta tiempo para reconstruir la manera de ver el mundo”. Como ejemplo, un reto convertido en oportunidad será la rehabilitación de edificios, que deberán ser obligatoriamente, por ley, autosuficientes. Esto supone que habrá trabajo masivo en la construcción para adaptar los treinta millones de viviendas de España.
Prats finalizó con un ejemplo práctico en el que trabaja actualmente: la reconversión integral de Playa de Palma, una de las primeras urbanizaciones turísticas de Mallorca, hoy completamente en quiebra. Comenzó como un plan de embellecimiento y se ha convertido en un plan gestionado por un consorcio en el que están implicadas todas las administraciones. En él se analizan los ciclos vitales de los impactos ambientales inducidos por el metabolismo urbano, plantea no hacer ni una sola obra nueva, tan sólo rehabilitar, alcanzar el balance de carbono cero, abastecerse al cien por cien de energías renovables y reciclar toda el agua que se consume, preservando los sistemas naturales terrestres y marinos.
El caso de Playa de Palma le sirvió a Prats para afirmar que el sector turístico está completamente estancado. “La crisis ha roto las recetas clásicas”. “El turismo de litoral está en declive desde el año 2000 y no podemos seguir por ahí”. Las compañías aéreas de bajo coste no van a aguantar la subida del precio del petróleo, según Prats, que advirtió que “es imposible seguir confiando en el turismo y en el transporte barato”.
Como conclusiones, apuntó que los retos se pueden convertir en oportunidades si se dan tres circunstancias: “liderazgo institucional, talento profesional y una extraordinaria apuesta por la negociación y el cambio por parte de la sociedad”.
El redactor del Plan Insular de Ordenación de Lanzarote de 1991 volvió a la Isla para exponer la conferencia “Cambio global y ciudades en España”, el día 13 de mayo, dentro del espacio de reflexión Fronteras y direcciones del progreso. La Fundación César Manrique, en su presentación, agradeció la labor de Prats en Lanzarote “en pro de una gestión territorial razonable y sostenible”. A su vez el conferenciante comenzó con otro agradecimiento, un “homenaje personal” al patrono de la FCM, Mario Alberto Perdomo, “por su generosidad, valentía y honradez”.
Más que una conferencia, Fernando Prats impartió una lección de presente y futuro estructurada en diez puntos, que fueron avanzando del diagnóstico a las soluciones u orientaciones y en los que la ciudadanía aparece como el factor clave para convertir los retos de futuro en oportunidades.
Hay crisis económica pero sobre todo asistimos a un cambio global provocado por el desbordamiento de la biocapacidad del planeta. Ya hemos superado esa capacidad entre un veinte y un treinta por ciento y aparecen dos problemas graves: la alteración de varios ciclos vitales de la Biosfera, no sólo el del clima, y el fin de la era del petróleo. “Tras la crisis económica no todo va a seguir igual —señaló—, las lógicas con que trabaja la humanidad no nos sirven para resolver los problemas que hemos creado”. Así pues, hay que cambiar el modelo.
Los próximos cincuenta años van a ser determinantes. La población crecerá un cincuenta por ciento más, hasta los 9.000 millones de habitantes y la presión humana sobre el planeta se multiplicará por cuatro. Una gran parte de la población de países emergentes como China, India, Rusia o Brasil accederá a los niveles de consumo de Europa. “No podremos vivir todos con los patrones de consumo de los países ricos”, señaló Prats.
El plazo para cambiar es una variable clave. “Nadie sabe lo que puede pasar a partir de que se supere en dos grados centígrados la temperatura media del planeta”. Si eso ocurre, la corriente del Golfo podría variar y eso supondría unas transformaciones radicales e imprevisibles. “Tenemos diez años para cambiar de tendencia y otros cuarenta para estar en una situación muy distinta a la actual”. Si no se rectifica, a final de siglo la temperatura habrá aumentado entre cinco y siete grados.
Las ciudades son determinantes en los ciclos vitales. Alteran dramáticamente la Biosfera y esto es un problema grave que no tiene una solución parcial. Pero las ciudades también son el centro de los cambios de tendencias y de mentalidad de sus habitantes.
El crecimiento inmobiliario de los diez últimos años en España ha dejado, además del deterioro ambiental, a las administraciones locales inundadas de corrupción y unos compromisos de crecimiento inauditos. “Menuda herencia la de la fiesta del crecimiento urbanístico”.
“Necesitamos alumbrar un nuevo paradigma urbano”. Y lo tenemos que hacer resolviendo las necesidades de los ciudadanos y con tres ideas básicas: no renunciar a vivir bien, sin exclusiones, es decir que las soluciones sean para todos (“si no hay soluciones pactadas habrá desórdenes públicos antes que desastres naturales”) y que esa calidad de vida sea compatible con la reducción del impacto ecológico.
Uno de los retos de futuro es mejorar el acoplamiento entre el metabolismo urbano y los ciclos vitales de la Biosfera. “La sociedad actual impulsa a consumir, no porque sea bueno para la vida, sino porque alimenta un sistema económico”, señaló el arquitecto urbanista. Hay que reducir la carga ecológica total y las administraciones locales tienen competencias suficientes para incidir sobre ella.
Para reducir esa carga ecológica hay que reducir, en primer lugar, el despilfarro (“el veinte por ciento de los perros de los países ricos son obesos”), cerrar los ciclos de vida e incrementar la ecoeficiencia, tanto la pasiva como la activa.
Los temas clave de la ciudad hay que definirlos con dos plazos clave: 2020 y 2050. “Hace falta tiempo para reconstruir la manera de ver el mundo”. Como ejemplo, un reto convertido en oportunidad será la rehabilitación de edificios, que deberán ser obligatoriamente, por ley, autosuficientes. Esto supone que habrá trabajo masivo en la construcción para adaptar los treinta millones de viviendas de España.
Prats finalizó con un ejemplo práctico en el que trabaja actualmente: la reconversión integral de Playa de Palma, una de las primeras urbanizaciones turísticas de Mallorca, hoy completamente en quiebra. Comenzó como un plan de embellecimiento y se ha convertido en un plan gestionado por un consorcio en el que están implicadas todas las administraciones. En él se analizan los ciclos vitales de los impactos ambientales inducidos por el metabolismo urbano, plantea no hacer ni una sola obra nueva, tan sólo rehabilitar, alcanzar el balance de carbono cero, abastecerse al cien por cien de energías renovables y reciclar toda el agua que se consume, preservando los sistemas naturales terrestres y marinos.
El caso de Playa de Palma le sirvió a Prats para afirmar que el sector turístico está completamente estancado. “La crisis ha roto las recetas clásicas”. “El turismo de litoral está en declive desde el año 2000 y no podemos seguir por ahí”. Las compañías aéreas de bajo coste no van a aguantar la subida del precio del petróleo, según Prats, que advirtió que “es imposible seguir confiando en el turismo y en el transporte barato”.
Como conclusiones, apuntó que los retos se pueden convertir en oportunidades si se dan tres circunstancias: “liderazgo institucional, talento profesional y una extraordinaria apuesta por la negociación y el cambio por parte de la sociedad”.