Ante la polémica suscitada por la intención del Ayuntamiento de Yaiza de colocar hamacas y otros usos y equipamientos en Papagayo, la Fundación César Manrique (FCM) comparte el malestar de amplios sectores de la sociedad de Lanzarote y manifiesta públicamente su rechazo a esta desafortunada iniciativa municipal.
La instalación inicial, en un espacio natural protegido y por consiguiente uno de los espacios semivírgenes más singulares y altamente simbólicos de la isla, de 250 hamacas, 20 sombrillas, kiosco con terraza para 20 mesas, torreta de vigilancia e infraestructura para 10 patines y 10 kayaks constituye en sí misma una decisión desacertada, justificada aparentemente en endebles argumentos de razón económica. En un municipio maltratado por la corrupción y las ilegalidades urbanísticas, con más de 8.000 plazas turísticas anuladas por los tribunales, sometido en los diez últimos años a una intensa presión urbanística en la zona de Playa Blanca, una vez más vuelve a enfrentarse la conservación del patrimonio natural y la identidad del territorio con su burda explotación mercantilista. ¿Merece la pena seguir por el mismo camino de agresión al entorno y debilitamiento de la singularidad de la oferta turística de la isla banalizando y uniformando sus playas y entornos más destacables?
Con demasiada frecuencia, la crisis se está convirtiendo en un argumento para encubrir la pereza, la falta de ideas y las respuestas mediocres a graves problemas que no han creado los ciudadanos de a pie, sino, por lo general, aquellos que gozan de más privilegios y oportunidades. No obstante, este problema que ahora se suscita con la “urbanización” de la playa de Papagayo no es nuevo. Y se reitera en idénticos argumentos a los ya empleados en 1984, cuando el alcalde del momento instaló también hamacas, por razones de recaudación, en algunas playas de la costa de Papagayo, que en dos ocasiones fueron incendiadas, viéndose afectadas la segunda vez 140 hamacas y 25 sombrillas. Por entonces César Manrique levantó su voz y censuró enérgicamente la desacertada iniciativa que, como hoy sucede, agredía uno de los paisajes costeros naturales más singulares de Lanzarote, de cuyo uso se benefician por igual población local y turistas. Lo agredía y también lo trivializaba, antes y ahora. No deja de resultar incomprensible cómo la ceguera de nuestros responsables políticos les conduce a tomar decisiones indolentes, desfasadas, que profundizan en errores del pasado y van en contra del signo de los tiempos, pues cuando cada vez más el turista persigue experiencias y sensaciones únicas, se empeñan en reducir la variedad de la oferta y en estandarizar los pocos espacios que permanecen libres del artificio humano y la cosmética del mercado.
En septiembre de 1984, César Manrique se opuso a la instalación de hamacas en Papagayo empleando valoraciones y argumentos vigentes, que hoy reitera la Fundación que lleva su nombre, haciéndolos suyos y compartiéndolos con la población de Lanzarote:
“El gran atractivo de Papagayo es precisamente su virginidad, esa especie de paisaje salvaje que le da un encanto particular a la zona. En ese entorno, colocar sombrillas y hamacas me parece un auténtico papanatismo, algo de paletería. No entiendo que por unos pocos millones, aunque tampoco lo entendería por muchos, se adultere un paisaje único. Es lastimosa la actitud del Ayuntamiento de Yaiza, que por lo visto se ocupa solamente de embellecer los pueblos como si con ello se construyera una gran máscara para ocultar estos desatinos. No creo que el pueblo conejero permanezca impasible ante tamaña barbarie. Papagayo, su destrucción, puede ser el principio del fin de Lanzarote, una isla en la que he consumido gran parte de mi vida y por la que lucharé hasta el fin”. Completando sus ideas al respecto, César concluía: “Yo lo declararía parque insular. No dejaría edificar a nadie y quitaba, por supuesto, esas hamacas. Lo que haría es una política de limpieza impecable y educar cívicamente a la gente”.
La reflexión y la posición que César Manrique marcaba en septiembre de 1984 sigue siendo actual, a juicio de la FCM. Y parece que en términos de ejemplaridad e innovación en la gestión del territorio por parte de las administraciones no se ha avanzado mucho. Y es así que estando Playa Mujeres, el área en donde se pretende desarrollar toda esta operación altamente transformadora del lugar, incluida en el Monumento Natural de Los Ajaches, y siendo por consiguiente un Espacio Natural Protegido, a día de hoy no se ha convocado el Patronato de Espacios Naturales (algo que debería hacerse de forma urgente), como es preceptivo según el artículo 230 del Decreto Legislativo 1/2000, así como recabar un informe de impacto ambiental y someter a su valoración el proyecto y las actividades propuestas que, sin embargo, sorprendentemente, ya se ha sacado a concurso público. La FCM insta al Cabildo a convocar de forma inmediata el Patronato de Espacios Naturales y al Ayuntamiento de Yaiza a suspender el concurso y a abandonar esta desafortunada iniciativa.
Ante la polémica suscitada por la intención del Ayuntamiento de Yaiza de colocar hamacas y otros usos y equipamientos en Papagayo, la Fundación César Manrique (FCM) comparte el malestar de amplios sectores de la sociedad de Lanzarote y manifiesta públicamente su rechazo a esta desafortunada iniciativa municipal.
La instalación inicial, en un espacio natural protegido y por consiguiente uno de los espacios semivírgenes más singulares y altamente simbólicos de la isla, de 250 hamacas, 20 sombrillas, kiosco con terraza para 20 mesas, torreta de vigilancia e infraestructura para 10 patines y 10 kayaks constituye en sí misma una decisión desacertada, justificada aparentemente en endebles argumentos de razón económica. En un municipio maltratado por la corrupción y las ilegalidades urbanísticas, con más de 8.000 plazas turísticas anuladas por los tribunales, sometido en los diez últimos años a una intensa presión urbanística en la zona de Playa Blanca, una vez más vuelve a enfrentarse la conservación del patrimonio natural y la identidad del territorio con su burda explotación mercantilista. ¿Merece la pena seguir por el mismo camino de agresión al entorno y debilitamiento de la singularidad de la oferta turística de la isla banalizando y uniformando sus playas y entornos más destacables?
Con demasiada frecuencia, la crisis se está convirtiendo en un argumento para encubrir la pereza, la falta de ideas y las respuestas mediocres a graves problemas que no han creado los ciudadanos de a pie, sino, por lo general, aquellos que gozan de más privilegios y oportunidades. No obstante, este problema que ahora se suscita con la “urbanización” de la playa de Papagayo no es nuevo. Y se reitera en idénticos argumentos a los ya empleados en 1984, cuando el alcalde del momento instaló también hamacas, por razones de recaudación, en algunas playas de la costa de Papagayo, que en dos ocasiones fueron incendiadas, viéndose afectadas la segunda vez 140 hamacas y 25 sombrillas. Por entonces César Manrique levantó su voz y censuró enérgicamente la desacertada iniciativa que, como hoy sucede, agredía uno de los paisajes costeros naturales más singulares de Lanzarote, de cuyo uso se benefician por igual población local y turistas. Lo agredía y también lo trivializaba, antes y ahora. No deja de resultar incomprensible cómo la ceguera de nuestros responsables políticos les conduce a tomar decisiones indolentes, desfasadas, que profundizan en errores del pasado y van en contra del signo de los tiempos, pues cuando cada vez más el turista persigue experiencias y sensaciones únicas, se empeñan en reducir la variedad de la oferta y en estandarizar los pocos espacios que permanecen libres del artificio humano y la cosmética del mercado.
En septiembre de 1984, César Manrique se opuso a la instalación de hamacas en Papagayo empleando valoraciones y argumentos vigentes, que hoy reitera la Fundación que lleva su nombre, haciéndolos suyos y compartiéndolos con la población de Lanzarote:
“El gran atractivo de Papagayo es precisamente su virginidad, esa especie de paisaje salvaje que le da un encanto particular a la zona. En ese entorno, colocar sombrillas y hamacas me parece un auténtico papanatismo, algo de paletería. No entiendo que por unos pocos millones, aunque tampoco lo entendería por muchos, se adultere un paisaje único. Es lastimosa la actitud del Ayuntamiento de Yaiza, que por lo visto se ocupa solamente de embellecer los pueblos como si con ello se construyera una gran máscara para ocultar estos desatinos. No creo que el pueblo conejero permanezca impasible ante tamaña barbarie. Papagayo, su destrucción, puede ser el principio del fin de Lanzarote, una isla en la que he consumido gran parte de mi vida y por la que lucharé hasta el fin”. Completando sus ideas al respecto, César concluía: “Yo lo declararía parque insular. No dejaría edificar a nadie y quitaba, por supuesto, esas hamacas. Lo que haría es una política de limpieza impecable y educar cívicamente a la gente”.
La reflexión y la posición que César Manrique marcaba en septiembre de 1984 sigue siendo actual, a juicio de la FCM. Y parece que en términos de ejemplaridad e innovación en la gestión del territorio por parte de las administraciones no se ha avanzado mucho. Y es así que estando Playa Mujeres, el área en donde se pretende desarrollar toda esta operación altamente transformadora del lugar, incluida en el Monumento Natural de Los Ajaches, y siendo por consiguiente un Espacio Natural Protegido, a día de hoy no se ha convocado el Patronato de Espacios Naturales (algo que debería hacerse de forma urgente), como es preceptivo según el artículo 230 del Decreto Legislativo 1/2000, así como recabar un informe de impacto ambiental y someter a su valoración el proyecto y las actividades propuestas que, sin embargo, sorprendentemente, ya se ha sacado a concurso público. La FCM insta al Cabildo a convocar de forma inmediata el Patronato de Espacios Naturales y al Ayuntamiento de Yaiza a suspender el concurso y a abandonar esta desafortunada iniciativa.