El veterinario jefe del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre (CRFS) de Tafira, en Gran Canaria, Pascual Calabuig Miranda, intervino el 26 de junio en el Foro Archipiélago con la conferencia titulada “Tortugas marinas y contaminación por petróleo en Canarias”. Comenzó exponiendo una descripción de las instalaciones sanitarias de la clínica, las piscinas de agua marina que sirven de aclimatación y recuperación, los inicios hace más de 20 años, las cuestiones relacionadas con el transporte —aéreo o marítimo— gratuito, entre islas y diversas estadísticas de los ingresos de fauna accidentada, enferma o herida que recibe el Centro.
Calabuig se refirió a la cantidad de animales que acogía: “casi dos tercios de los ejemplares atendidos son pertenecientes a fauna marina”. Y, sobre todo, se detuvo en las tortugas. Con una aproximación a la biología de tortugas marinas, el recorrido o itinerarios de sus poblaciones, relacionándolos con las corrientes marinas, así como la fisiología de estos animales, anteriores a los dinosaurios.
Las seis especies de tortugas marinas, de las ocho que existen en el mundo, se pueden encontrar en las aguas canarias
En el CRFS de Tafira, un centro de referencia en lo que se refiere a atención y recuperación de animales, se ha atendido numerosos ejemplares de cinco especies diferentes, conocidas como tortuga boba (la más abundante), tortuga verde, carey, golfina y tortuga laúd. “En febrero de 2007, aparece malherida, entre Gran Canaria y Tenerife, una tortuga olivácea, que ingresa en el Centro, dejando constancia de una nueva cita para este archipiélago” afirmó Pascual Calabuig (las 2 especies restantes, hasta completar las 8 existentes en el mundo, nadan únicamente en aguas del Océano Pacífico).
“De todas las tortugas que ingresan en el Centro de Recuperación de Tafira, el 75% de ellas logran ser devueltas, sanas, al mar. Un 9% mueren durante el intento de recuperación; un 12% ingresan muertas y a un 3% de ellas les practicamos la eutanasia”.
Las tortugas marinas, altamente sensibles a los efectos producidos por los hidrocarburos
En el Centro se tiene un protocolo de atención y se anota la causa de ingreso. El 73% de los ingresos es por causa antropogénica, ya sea por mordida de anzuelos, por enmallamiento o enredo con plásticos, nylon, redes… —que es la causa más frecuente—, por colisión con embarcaciones, por mordidas de tiburón, enfermedades o ingestión de alquitrán. Calabuig fue contundente: “las tortugas marinas son muy resistentes a las agresiones físicas: traumatismos con barcos, mordidas de tiburón, anzuelos, pero resultan altamente sensibles a las agresiones químicas, entre ellas a los efectos producidos por los hidrocarburos, que son muy persistentes en su organismo, debido a que el sistema renal de las tortugas es muy simple”. Uno de los efectos conocidos que produce el petróleo en las tortugas es la alteración de la estructura de la piel y una disminución de las defensas lo cual las predispone a infecciones de la piel y caparazón. “Encontramos que el animal se va quedando famélico, anémico, con elevado número de leucocitos, con alteraciones en la piel, infecciones oculares, además de presentar una enorme cantidad de epibiontes (algas, cirrípedos, clacas…) en su caparazón”.
“Es probable que parte de los ingresos encuadrados como ‘indeterminados’ y ‘otros’ tengan una motivación derivada de la toxicidad crónica por petróleo. Investigaciones toxicológicas sobre este aspecto de las tortugas petroleadas debieran de llevarse a cabo”, infirió Pascual Calabuig decisivamente.
Protocolo de atención a tortugas ‘petroleadas’
Finalmente, Pascual Calabuig mostró y detalló el protocolo de atención de tortugas afectadas por petróleo, que se lleva a cabo en el Centro de Tafira. Un decálogo de acciones consistentes en: 1. Limpieza del caparazón, boca, narinas, cara y aletas. 2. Lavado con detergente neutro y agua tibia. 3. Limpieza fina del interior de la boca y esófago y comprobación con un endoscopio. 4. Análisis de sangre. 5. Aplicación de suero. 6. Administración de antitóxicos (como el carbón activo en polvo). 7. Examen con rayos X. 8. Comprobación del funcionamiento de la glándula de la sal. 9. Recuperación en piscina con agua salada a unos 25º C de temperatura. 10. Liberación.
Pascual Calabuig es licenciado en Biología por la Universidad de La Laguna y licenciado en Veterinaria por la Universidad de Córdoba. Ha sido pionero en la recuperación de fauna en las Islas Canarias, y en la actualidad es el Veterinario Jefe del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Tafira, perteneciente al Cabildo Insular de Gran Canaria, del cual es coordinador desde hace 21 años. Así mismo, es director del equipo que lleva a cabo el “Plan de Recuperación del Pinzón Azul de Gran Canaria”, ave en peligro de extinción.
Ha participado, también, en numerosas jornadas técnicas como ponente especializado en terapéutica, cirugía y atención de urgencia de fauna silvestre accidentada o enferma, realizando además una labor de divulgación de los efectos causados por las actividades humanas sobre los ecosistemas.
Entre sus actividades, tanto él como su equipo han asesorado a nivel nacional en la recuperación de aves, reptiles o grandes mamíferos marinos varados. Por citar un ejemplo, fue requerido por WWF/Adena Internacional para coordinar trabajos de atención de urgencia de los animales afectados por el petróleo derramado por el hundimiento del petrolero “Prestige”, en Galicia.
Lo que comenzó siendo un aviario se transformó en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Tafira, y es actualmente un referente a la hora de atender no sólo aves, sino también tortugas y mamíferos marinos. Así, ha recuperado pingüinos, focas, delfines, guirres, halcones, guinchos, alcaravanes, palomas de la laurisilva, hubaras, lagartos de El Hierro… hasta más de 40.000 ejemplares diferentes. Igualmente, ha atendido a focas o reptiles que llegan a Canarias y posteriormente han sido liberados en costas británicas o africanas.
En 2006, fue galardonado con el “Premio Atlántico de Medio Ambiente”, otorgado por el Cabildo de Fuerteventura.