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Luis Morales no salía en las fotos pero es una especie en extinción por su energía y generosidad

El 10 de diciembre, José Juan Ramírez, presidente de la FCM abrió el acto, el estreno del corto documental Maestro de obra. Luis Morales: las otras manos de Manrique, diciendo que la película era un homenaje que la Fundación César Manrique han querido tributar a Morales y porque representa el carácter de “esas personas que creyeron en la utopía moderna de nuestra Isla y contribuyeron decisivamente a hacerla posible”.

“Un hombre sencillo, un líder humilde, trabajador y amigo de sus amigos”, dijo de él Ramírez, que relató brevemente la trayectoria laboral del homenajeado, al que la FCM dedicará una mesa redonda en 2015, además de un libro en el que está trabajando el periodista y patrono de la FCM Mario Alberto Perdomo. Luis Morales comenzó con 14 años en el Ayuntamiento de Arrecife y ya dos años después hizo su primera obra, la plaza de Las Palmas, con César Manrique, para después llegar a ser capataz general del Cabildo de Lanzarote y hombre de confianza de todos sus presidentes, “en una época difícil y fundamental para la creación de las infraestructuras básicas de la Isla”, subrayó el presidente. Desde los años cincuenta, Morales participó en todas las obras en el espacio público que hizo César Manrique en Lanzarote: “Fue el que mejor interpretó las ideas de César”, que le consideraba “un colaborador de máxima confianza y le tenía un enorme cariño”. Ramírez también destacó su pasión por la música y su pertenencia a la Agrupación folclórica Arrecife y a los Amigos de Portonao, con muchos de sus miembros presentes en la sala.

El director de la película, Miguel G. Morales, quiso que le acompañaran durante su intervención sus dos colaboradores inmediatos: Jorge Rojas y Fabián Yanes. Dijo que descubrió Lanzarote con 21 años a través de José Saramago y que se interesó por César Manrique por cómo hablaba de él el Nobel portugués. Morales dirigió el documental dedicado a César, Taro. El eco de Manrique, y este último constituye, a su juicio, un spin off del anterior. En Maestro de obra, ha querido crear una conversación ficticia entre el artista y Luis Morales y, a su vez, contar “la labor de un gran hombre que trabajó con César desde su primera obra hasta la construcción de la tumba del artista en Haría”. “Luis Morales no salía en las fotos, ni en primera línea, pero es una especie en extinción por su energía y generosidad”. Calificó su función como la de un director de orquesta que tenía que saber de todo y dijo que “fue una suerte contar con un grupo de hombres para poder hacer una isla única en el mundo”. Añadió que la película también habla de eso, “es un homenaje a toda esa gente”. Terminó describiendo a Luis Morales como el hombre “que primero sonríe y luego habla, que dirigió un ejército de hombres, que se construyó primero a sí mismo para poder construir, y que aprendió a ver”. “El hombre que siempre estaba allí”.

El homenajeado, visiblemente emocionado, dio las gracias a todos, pero especialmente a todos los compañeros con los que había trabajado “y que nunca me dejaron en mal lugar porque cuando los jefes decían que tenía que terminar una obra en determinada fecha, todos arrimaban el hombro”. Dijo que iba a hacer un paseo por su vida laboral, pero acabó contando únicamente el principio y el final, porque ya el presidente de la Fundación lo había contado todo. Su primera obra con 14 años en el Ayuntamiento de Arrecife, con José Miranda de alcalde, fue adoquinar, junto a su padre como maestro, la calle Ginés de Castro aunque él “sólo llevaba los adoquines en una carretilla”. Después pasó al Cabildo el 15 de marzo de 1960, con José Ramírez de presidente, llegando a dirigir un equipo de más de trescientos obreros, para acabar jubilándose con Pérez Parrilla en la presidencia. Entonces, también le hicieron un homenaje. Terminó como empezó, acordándose de sus compañeros, en este caso de los jefes que tuvo en el Cabildo, como Esteban Armas o José Onieva, “que fueron amigos más que jefes”. “Yo los respetaba y ellos me respetaban a mí”, dijo.

Tras la presentación se proyectó la película, que incluye la voz de César Manrique además de imágenes de archivo, grabaciones recientes a Luis Morales explicando su trayectoria y preciosos planos. Las risas y los silencios durante, y los aplausos al finalizar la proyección, dieron una pista fiable de que la película gustó al público que llenó Taro de Tahíche y que acabó ovacionando al homenajeado, quien terminó en pie en medio de la sala agradeciendo el cariño manifestado por los asistentes al acto.

El 10 de diciembre, José Juan Ramírez, presidente de la FCM abrió el acto, el estreno del corto documental Maestro de obra. Luis Morales: las otras manos de Manrique, diciendo que la película era un homenaje que la Fundación César Manrique han querido tributar a Morales y porque representa el carácter de “esas personas que creyeron en la utopía moderna de nuestra Isla y contribuyeron decisivamente a hacerla posible”.

“Un hombre sencillo, un líder humilde, trabajador y amigo de sus amigos”, dijo de él Ramírez, que relató brevemente la trayectoria laboral del homenajeado, al que la FCM dedicará una mesa redonda en 2015, además de un libro en el que está trabajando el periodista y patrono de la FCM Mario Alberto Perdomo. Luis Morales comenzó con 14 años en el Ayuntamiento de Arrecife y ya dos años después hizo su primera obra, la plaza de Las Palmas, con César Manrique, para después llegar a ser capataz general del Cabildo de Lanzarote y hombre de confianza de todos sus presidentes, “en una época difícil y fundamental para la creación de las infraestructuras básicas de la Isla”, subrayó el presidente. Desde los años cincuenta, Morales participó en todas las obras en el espacio público que hizo César Manrique en Lanzarote: “Fue el que mejor interpretó las ideas de César”, que le consideraba “un colaborador de máxima confianza y le tenía un enorme cariño”. Ramírez también destacó su pasión por la música y su pertenencia a la Agrupación folclórica Arrecife y a los Amigos de Portonao, con muchos de sus miembros presentes en la sala.

El director de la película, Miguel G. Morales, quiso que le acompañaran durante su intervención sus dos colaboradores inmediatos: Jorge Rojas y Fabián Yanes. Dijo que descubrió Lanzarote con 21 años a través de José Saramago y que se interesó por César Manrique por cómo hablaba de él el Nobel portugués. Morales dirigió el documental dedicado a César, Taro. El eco de Manrique, y este último constituye, a su juicio, un spin off del anterior. En Maestro de obra, ha querido crear una conversación ficticia entre el artista y Luis Morales y, a su vez, contar “la labor de un gran hombre que trabajó con César desde su primera obra hasta la construcción de la tumba del artista en Haría”. “Luis Morales no salía en las fotos, ni en primera línea, pero es una especie en extinción por su energía y generosidad”. Calificó su función como la de un director de orquesta que tenía que saber de todo y dijo que “fue una suerte contar con un grupo de hombres para poder hacer una isla única en el mundo”. Añadió que la película también habla de eso, “es un homenaje a toda esa gente”. Terminó describiendo a Luis Morales como el hombre “que primero sonríe y luego habla, que dirigió un ejército de hombres, que se construyó primero a sí mismo para poder construir, y que aprendió a ver”. “El hombre que siempre estaba allí”.

El homenajeado, visiblemente emocionado, dio las gracias a todos, pero especialmente a todos los compañeros con los que había trabajado “y que nunca me dejaron en mal lugar porque cuando los jefes decían que tenía que terminar una obra en determinada fecha, todos arrimaban el hombro”. Dijo que iba a hacer un paseo por su vida laboral, pero acabó contando únicamente el principio y el final, porque ya el presidente de la Fundación lo había contado todo. Su primera obra con 14 años en el Ayuntamiento de Arrecife, con José Miranda de alcalde, fue adoquinar, junto a su padre como maestro, la calle Ginés de Castro aunque él “sólo llevaba los adoquines en una carretilla”. Después pasó al Cabildo el 15 de marzo de 1960, con José Ramírez de presidente, llegando a dirigir un equipo de más de trescientos obreros, para acabar jubilándose con Pérez Parrilla en la presidencia. Entonces, también le hicieron un homenaje. Terminó como empezó, acordándose de sus compañeros, en este caso de los jefes que tuvo en el Cabildo, como Esteban Armas o José Onieva, “que fueron amigos más que jefes”. “Yo los respetaba y ellos me respetaban a mí”, dijo.

Tras la presentación se proyectó la película, que incluye la voz de César Manrique además de imágenes de archivo, grabaciones recientes a Luis Morales explicando su trayectoria y preciosos planos. Las risas y los silencios durante, y los aplausos al finalizar la proyección, dieron una pista fiable de que la película gustó al público que llenó Taro de Tahíche y que acabó ovacionando al homenajeado, quien terminó en pie en medio de la sala agradeciendo el cariño manifestado por los asistentes al acto.

11 de diciembre de 2014