El escritor Alexis Ravelo y el director de la Fundación Ceśar Manrique, Fernando Gómez Aguilera, conversaron en Taro de Tahíche, el 29 de mayo, sobre la última novela del primero, La ceguera del cangrejo, de la editorial Siruela, con una trama ambientada en Lanzarote y en la que aparece la figura de César Manrique.
Gómez Aguilera calificó al escritor como un “narrador genético” y una voz literaria consolidada, renovadora del género negro, aunque su calidad desborde ese género. Un escritor “auténtico” que coloca un fondo social en sus novelas, que ocurren en un mundo que gira en torno al deseo de justicia y que tiene preferencia por incomodar. Un “muy buen tipo” al que le indigna el fascismo disfrazado de democracia. Antes de empezar la charla, el director de la FCM advirtió que tenía serias dudas sobre si las novelas policiales se deben presentar… por no desvelar ningún detalle de la trama.
Ravelo avanzó que esta novela no existiría sin el apoyo de la Fundación y dijo que Lanzarote era la excusa perfecta para hablar de corrupción político económica y de desarrollismo. Explicó que le preocupaba la acogida del libro en Lanzarote, ya que “escribir sobre un sitio donde uno no ha pasado su infancia es complicado”.
Gómez Aguilera le preguntó por el estado de la novela de género en las islas y si hay materia para la novela sin caer en el costumbrismo. Ravelo contestó que “una novela es una visión especular de una porción del mundo” y que la novela negra es un vehículo idóneo, que casi tiene la obligación de ser realista: “Como dice Carlos Zanón, la novela negra es Pérez Galdós con dos hostias”. Citó a Antonio Lozano y Pepe Correa, dos autores canarios del género a los que no conocía inicialmente y que coinciden con él en que en Canarias hay un problema de delincuencia, pero no callejera. De hecho, explicó que se tuvieron que inventar delitos violentos para sus novelas, en las que hay más muertos de los que ocurren realmente durante un año en toda la provincia. “En mis novelas se mata mucho pero nadie se preocupa de enterrar a los muertos”. Lo que sí hay es violencia económica y corrupción, de “gente con corbata que hace dinero con lo que es de todos”. “El género negro es ideal para abordar este tipo de violencia”, señaló. Diferenció entre el género policíaco y el negro: en el primero importa quién es el asesino y en el segundo importa el por qué. Ravelo dijo que esta novela se acerca al género policíaco porque el muerto está al principio y hay una investigación. También abordaron el lenguaje que el autor incorpora a sus novelas, el lenguaje de la calle, el español hablado en Canarias.
El director de la FCM aseguró que La ceguera del cangrejo tiene, al menos cuatro capas: la intriga, César Manrique, el paisaje de la Isla y una capa simbólica. Para Ravelo, César era una metáfora perfecta con varios significados, aunque uno muy claro: César Manrique (y los que trabajaron con él) es Lanzarote porque convierte a la Isla en su mejor obra de arte. Para los autores canarios, en todo caso, el paisaje es fundamental.
Sobre el protagonista, Ángel Fuentes, el autor señaló que se sintió reflejado en él porque él mismo pudo acabar siendo Ángel Fuentes ya que también es de barrio proletario y en su casa no había un solo libro. El protagonista, durante la trama, hace un viaje físico pero también interior, hacia el mundo del arte.
La ausencia de esperanza social está de fondo en la novela como “una opción adaptativa”. “Dependemos los unos de los otros y cerrar los ojos ante la realidad es una manera de sobrevivir”. De ahí la metáfora sobre la ceguera a la que alude el título de la novela, que Ravelo no reprocha a nadie porque si su puesto de trabajo dependiera de tener que señalar a los corruptos, tendría que hacerse el loco. Dijo que no escribe contra las personas sino contra sus actos, describe acciones, aunque sea inevitable que haya personas que se sientan identificadas.
Gómez Aguilera introdujo dos leit motiv que cruzan el texto: que en Lanzarote todo está cerca y que todo está oculto. “Es mi impresión -dijo Ravelo- eso me quedó claro”. El paisaje no sólo es un espacio físico sino también social. Uno de los personajes distingue, en la Isla, entre los decentes y los indecentes: “Hay muchas personas valientes que se han sacrificado para defender lo que es de todos”, señaló el escritor, que también habló sobre el legado de César Manrique, que fue descubriendo poco a poco, ya que para él, César era “esa persona que salía en el Telecanarias, quejándose”. Sin embargó valoró que en Lanzarote, al contrario que los movimientos ecologistas en otros lugares, había un modelo positivo que oponer al desarrollismo.
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