Eudald Carbonell: «Estamos llegando a un cuello evolutivo»

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Eudald Carbonell se refirió en primer lugar a César Manrique, alguien “tan universal que convertía espacios cerrados en espacios abiertos”, esto es una circunstancia que valora mucho quien ha trabajado tanto tiempo en el interior de cuevas. Comenzó su conferencia, el día 7 de mayo, Evolución humana y conciencia operativa, por las preguntas, y la primera de todas fue ¿cómo empieza todo? Hace seis millones de años no éramos humanos pero teníamos un potencial evolutivo. La evolución no es lineal sino que es un arbusto “con muchas ramas, muy complejo”. “Estamos cargados de distintas especies pero la realidad es que al final estamos solos y solo queda una especie: la especie homo sapiens”.

El codirector del yacimiento de Atapuerca explicó que sabemos todo esto porque investigamos, pensamos, profundizamos y reflexionamos y porque la tecnología nos está ayudando. “La evolución –dijo– se basa en las adquisiciones”. La gran carrera empieza hace tres millones de años y “lo que nos hominiza y nos humaniza es un conjunto de adquisiciones secuenciales”. Una, muy importante, fue alcanzar un sistema de bipedestación. Otra, para una especie que cada vez tiene el cerebro más pequeño y que ya alcanzó su umbral con los neandertales, es la conquista del mundo: “Sin ella no seríamos nada” y hace más de dos millones de años que salimos de África. Otra adquisición son las herramientas, que “transforman el mundo”. Las herramientas más antiguas tienen 3,4 millones de años e indican la predeterminación, la planificación o la modelización.

Hay adquisiciones puramente biológicas y otras que no lo son. El fuego, por ejemplo, es un cambio fundamental porque “convierte una cueva en un hogar” e influye mucho en el lenguaje porque crea espacios en los que se puede seguir hablando y así se refuerzan las relaciones interpersonales. En aquella época, la esperanza de vida era pequeña, apenas había abuelas y abuelos y había que transmitir muy rápidamente la información para reforzar la capacidad de adaptación. Carbonell señaló que en Atapuerca han certificado, reconstruyendo el oído interno, que hace medio millón de años ya oían en banda ancha. Una adquisición más: el arte, que ya lo habían adquirido los neandertales. Otra más: enterrar a los muertos, una característica común a todos los homínidos.

Pero todo esto son pruebas, que “no son nada si no les damos un sentido estratégico”, si no entendemos los mecanismos evolutivos, como hicieron Wallace, Darwin y Lamarck. Este último, tenía razón en la selección técnica y cultural pero no en la natural, “no acertó con esos procesos”. “La función no hace al órgano, no es verdad –señaló–, las jirafas que se reproducen, las que más viven, son las que más comen porque tienen el cuello más largo”. “Tampoco es verdad que sobrevivan los más fuertes ni los más inteligentes, sino los más aptos”.

La base de los cambios en la humanidad la encontramos en la relación entre el descubrimiento y la emergencia; y en la conciencia operativa. Volviendo al fuego, introduce funciones que cambian las relaciones y pasa a ser un patrón de comportamiento global, es decir hace falta la socialización o resocialización. El fuego tardó 700.000 años entre la emergencia y la resocialización, mientras que el teléfono móvil únicamente ha tardado unos cuarenta años. Lo manejan los jóvenes y las personas de más edad.

Y llegó la pregunta en la otra dirección: ¿adónde vamos?, o ¿qué va a pasar en el Planeta? En este punto, el Premio Príncipe de Asturias Eudald Carbonell dio su opinión: “Lo que yo pienso es que estamos llegando a un cuello de botella evolutivo”. “Habrá, en ese escenario, una catarsis, no una extinción sino un colapso”, señaló, “aunque hay microbiólogos que mantienen que vamos a una extinción rápida”, aseguró.

Sin embargo, “a nuestro favor actúa la generación de diversidad”. “Será impresionante, habrá varias especies de humanos en el Planeta”, aseguró Carbonell para el horizonte del siglo XXII y citó que habrá como mínimo tres especies: humanos no modificados, humanos modificados genéticamente y cyborgs. “Solo se habla de deshumanización o transhumanización pero esto es un horizonte distinto, habrá muchas conciencias planetarias, y la conciencia operativa será muy distinta” e incluso otras especies vivirán en el sistema solar. “Nuestro principal problema –afirmó– no es la ecología, somos nosotros”.

Ya en el turno de preguntas, Carbonell afirmó que “somos una singularidad aleatoria” y que no podemos saber si la convivencia entre esas especies diferentes será pacífica aunque cree que sí lo será porque puede que tengan “nuevos puntos de anclaje”. La energía se va a utilizar de otra manera y serán sociedades muy distintas, “seguro”.

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