Claudio Magris: “Sólo se disfruta de la identidad propia cuando uno se olvida de ella”




El escritor italiano Claudio Magris inauguró las actividades culturales del presente año en la Fundación César Manrique, con la conferencia Entre el Danubio y el mar. Itinerario de un escritor. Ejerció de presentador el poeta y traductor Rafael-José Díaz, quien recordó que el pensamiento sobre la frontera constituye uno de los ejes principales de la obra de Magris. Otro de esos ejes, estaría conformado por el debate sobre la identidad, en realidad, sobre los diferentes tipos de identidad. Y un tercer eje vendría a situarse en torno a la alternativa entre utopía y desencanto. El introductor del escritor se refirió a Claudio Magris como “viajero incansable por confines que van desde Islandia hasta Australia sin olvidarse nunca de su Trieste natal”, que dialoga no sólo con su propia literatura sino con las tradiciones y obras centrales de Oriente y de Occidente. A su juicio, “Magris escribe siempre contra el olvido y a favor de una vida más plena, en la que los horrores de la historia no sean escamoteados, pero tampoco lastren las esperanzas de un mundo mejor”.

Por su parte, el autor de Microcosmos adelantó que no iba a hablar de sus libros, sino de los temas que trata en ellos considerando que de esa manera, “uno acaba por hablar de sí mismo”. El Danubio, Trieste, el mar, los territorios fronterizos y las identidades, son cuestiones a las que hace referencia en su trabajo. Recordó un viaje y una conferencia que pronunció en Tenerife en 1990, para hablar de la obsesión identitaria, de la que dijo que no se puede hablar en singular, pues tenemos muchas identidades: la nacional, la cultural, religiosa, sexual, etc. Esas identidades, expresa Magris, no se pueden retratar porque no son rígidas, sino que deben narrarse. Citando a Italo Svevo, que decía que uno sólo disfruta de la vida cuando se olvida de ella, señaló que con la identidad ocurre lo mismo.

Esta reflexión le indujo a hablar sobre sus orígenes y sobre las situaciones ridículas o absurdas de la historia. Nació, como Svevo, en Trieste, junto a la frontera con la antigua Yugoslavia. Trieste, hasta 1954, fue un protectorado de Estados Unidos, Rusia, Francia y Gran Bretaña. Por desacuerdo entre estas potencias nunca se nombró gobernador, hasta que se debatió en 1975, veinte años después de que ya fuera territorio italiano. “La historia está llena de situaciones grotescas”, afirmó Magris, para quien la realidad las sirve en bandeja: “el escritor sólo copia”.
Siguiendo el itinerario de su vida, contó que fue a estudiar a Turín, una ciudad muy diferente de Trieste, repoblada con gente del sur del país. Por nostalgia, confesó, comenzó a leer libros sobre la historia de su ciudad y a autores austriacos, a cuyo imperio había pertenecido la ciudad: “El Imperio había dejado una gran nostalgia pero también una gran literatura”. Explicó igualmente el proceso de escritura de El mito habsbúrgico en la literatura austriaca moderna, recopilación de su tesis doctoral. Comenzó a abordarlo sin saber qué es lo que iba a escribir, una situación que se ha repetido cada vez que afronta una obra: “Se descubre mientras se escribe”. A pesar de tratarse de un ensayo, lo calificó como una “autobiografía indirecta”.
 
Otros libros
Pasó a continuación a comentar brevemente algunos de sus otros títulos: Lejos de dónde, El Danubio, Microcosmos, en el que se cuenta la vida y la muerte de una persona sin que se sepa nada más sobre él, tan sólo lo que él ve y vive, y Otro mar, que es la búsqueda de una vida auténtica. Sobre el tema del viaje o de los viajes, al que recurre permanentemente, dijo que “el modelo siempre será la Odisea”, y distinguió entre la obra de Homero y el Ulises de Joyce, asegurando que el primero es más contemporáneo e inquietante, ya que el viaje no tiene fin; mientras que el relato de Joyce, “es más confortante”.

Conjeturas sobre un sable fue su primer libro de ficción, aunque esté basado en hechos reales: en la situación de Udine a finales de la Segunda Guerra Mundial. Magris vivía en Udine, al norte de Italia, que era una ciudad ocupada y en la que se quería levantar un estado cosaco. Lo que le interesaba de esta situación, tan absurda, era el deseo de tener una patria, incluso a través de una alianza con el mal: “Hacer una tierra cosaca en Friuli era algo artificial y grotesco. Yo creo en la búsqueda de lo auténtico”, añadió. La novela cuenta la historia de Piotr Krasnov, un coronel cosaco que era una marioneta de los alemanes, pero que soñaba con ese gran estado cosaco.

 
El desencanto

Para terminar se refirió a su obra A ciegas, para la que necesitó dieciocho años de trabajo. Los elementos tratados en el libro son la utopía y el desencanto. La historia de la lucha por una causa, de la lucha por el comunismo, de la resistencia y del rechazo social.

La conferencia, ya en su ronda de preguntas, finalizó con el mismo asunto con el que empezó: los nacionalismos. Magris se refirió a ellos señalando que tratan de oponerse a una identidad mayor convirtiéndose en un “fetichismo de idolatría local, que acaba por cerrar el mundo”. “Ser italianos o españoles es una forma de ser pero no un valor, es una base para formar un valor, para comenzar a dialogar.”




El escritor italiano Claudio Magris inauguró las actividades culturales del presente año en la Fundación César Manrique, con la conferencia Entre el Danubio y el mar. Itinerario de un escritor. Ejerció de presentador el poeta y traductor Rafael-José Díaz, quien recordó que el pensamiento sobre la frontera constituye uno de los ejes principales de la obra de Magris. Otro de esos ejes, estaría conformado por el debate sobre la identidad, en realidad, sobre los diferentes tipos de identidad. Y un tercer eje vendría a situarse en torno a la alternativa entre utopía y desencanto. El introductor del escritor se refirió a Claudio Magris como “viajero incansable por confines que van desde Islandia hasta Australia sin olvidarse nunca de su Trieste natal”, que dialoga no sólo con su propia literatura sino con las tradiciones y obras centrales de Oriente y de Occidente. A su juicio, “Magris escribe siempre contra el olvido y a favor de una vida más plena, en la que los horrores de la historia no sean escamoteados, pero tampoco lastren las esperanzas de un mundo mejor”.

Por su parte, el autor de Microcosmos adelantó que no iba a hablar de sus libros, sino de los temas que trata en ellos considerando que de esa manera, “uno acaba por hablar de sí mismo”. El Danubio, Trieste, el mar, los territorios fronterizos y las identidades, son cuestiones a las que hace referencia en su trabajo. Recordó un viaje y una conferencia que pronunció en Tenerife en 1990, para hablar de la obsesión identitaria, de la que dijo que no se puede hablar en singular, pues tenemos muchas identidades: la nacional, la cultural, religiosa, sexual, etc. Esas identidades, expresa Magris, no se pueden retratar porque no son rígidas, sino que deben narrarse. Citando a Italo Svevo, que decía que uno sólo disfruta de la vida cuando se olvida de ella, señaló que con la identidad ocurre lo mismo.

Esta reflexión le indujo a hablar sobre sus orígenes y sobre las situaciones ridículas o absurdas de la historia. Nació, como Svevo, en Trieste, junto a la frontera con la antigua Yugoslavia. Trieste, hasta 1954, fue un protectorado de Estados Unidos, Rusia, Francia y Gran Bretaña. Por desacuerdo entre estas potencias nunca se nombró gobernador, hasta que se debatió en 1975, veinte años después de que ya fuera territorio italiano. “La historia está llena de situaciones grotescas”, afirmó Magris, para quien la realidad las sirve en bandeja: “el escritor sólo copia”.
Siguiendo el itinerario de su vida, contó que fue a estudiar a Turín, una ciudad muy diferente de Trieste, repoblada con gente del sur del país. Por nostalgia, confesó, comenzó a leer libros sobre la historia de su ciudad y a autores austriacos, a cuyo imperio había pertenecido la ciudad: “El Imperio había dejado una gran nostalgia pero también una gran literatura”. Explicó igualmente el proceso de escritura de El mito habsbúrgico en la literatura austriaca moderna, recopilación de su tesis doctoral. Comenzó a abordarlo sin saber qué es lo que iba a escribir, una situación que se ha repetido cada vez que afronta una obra: “Se descubre mientras se escribe”. A pesar de tratarse de un ensayo, lo calificó como una “autobiografía indirecta”.
 
Otros libros
Pasó a continuación a comentar brevemente algunos de sus otros títulos: Lejos de dónde, El Danubio, Microcosmos, en el que se cuenta la vida y la muerte de una persona sin que se sepa nada más sobre él, tan sólo lo que él ve y vive, y Otro mar, que es la búsqueda de una vida auténtica. Sobre el tema del viaje o de los viajes, al que recurre permanentemente, dijo que “el modelo siempre será la Odisea”, y distinguió entre la obra de Homero y el Ulises de Joyce, asegurando que el primero es más contemporáneo e inquietante, ya que el viaje no tiene fin; mientras que el relato de Joyce, “es más confortante”.

Conjeturas sobre un sable fue su primer libro de ficción, aunque esté basado en hechos reales: en la situación de Udine a finales de la Segunda Guerra Mundial. Magris vivía en Udine, al norte de Italia, que era una ciudad ocupada y en la que se quería levantar un estado cosaco. Lo que le interesaba de esta situación, tan absurda, era el deseo de tener una patria, incluso a través de una alianza con el mal: “Hacer una tierra cosaca en Friuli era algo artificial y grotesco. Yo creo en la búsqueda de lo auténtico”, añadió. La novela cuenta la historia de Piotr Krasnov, un coronel cosaco que era una marioneta de los alemanes, pero que soñaba con ese gran estado cosaco.

 
El desencanto

Para terminar se refirió a su obra A ciegas, para la que necesitó dieciocho años de trabajo. Los elementos tratados en el libro son la utopía y el desencanto. La historia de la lucha por una causa, de la lucha por el comunismo, de la resistencia y del rechazo social.

La conferencia, ya en su ronda de preguntas, finalizó con el mismo asunto con el que empezó: los nacionalismos. Magris se refirió a ellos señalando que tratan de oponerse a una identidad mayor convirtiéndose en un “fetichismo de idolatría local, que acaba por cerrar el mundo”. “Ser italianos o españoles es una forma de ser pero no un valor, es una base para formar un valor, para comenzar a dialogar.”