Exposición César Manrique. El taller de los sueños. Ampliada hasta el 7 de abril

El día 28 de junio, la Fundación César Manrique (FCM) inauguró en su sede de Taro de Tahíche, la exposición César Manrique. El taller de los sueños, una actividad enmarcada en los actos de conmemoración del 20º aniversario de la inauguración de la FCM y, al mismo tiempo, de la desaparición de su fundador. La muestra se podrá visitar hasta el día 13 de enero de 2013. AMPLIADO EL PLAZO HASTA EL 7 DE ABRIL.

César Manrique. El taller de los sueños, está producida y organizada por la Fundación César Manrique. El proyecto expositivo es de Fernando Gómez Aguilera, director de la FCM. La exposición está dedicada a recrear el último estudio del artista lanzaroteño en su casa de Haría. Se pretende, por un lado, poner al alcance del público el ámbito de trabajo de un pintor, al que habitualmente no se tiene acceso; y, por otro, recordar al artista a través de las huellas que dejó en ese espacio, utilizando objetos originales pertenecientes a César Manrique, con la intención de recuperar emociones a través de la impronta del artista, veinte años después de su desaparición.

En la muestra se recrean fielmente diversos ambientes del estudio-taller de Manrique en Haría, adonde se traslada en 1988. Se pueden observar fotografías y objetos personales (teléfono, revistas, notas, lápices…), diarios, mobiliario original, agendas, cuadros inacabados, ropa de faena, anilinas, pinceles, pinturas plásticas, caballetes… y material audiovisual referido a su actividad como pintor. También pueden verse carteles que César Manrique colgaba en su estudio, además de otros dedicados a sus propias exposiciones. Se incluye el automóvil que pintó para la casa SEAT, restaurado recientemente, además de una maqueta del que pintó para la BMW. Podrán verse también los últimos cuadros que estaba realizando cuando le sobrevino la muerte, presentados tal y como quedaron en su estudio.

El propósito de la exposición César Manrique. El taller de los sueños, concebida como una metáfora escénica del refugio íntimo de trabajo del artista, donde imagina, esboza y ejecuta sus ideas plásticas, es proporcionar al visitante argumentos para vivir una experiencia emocional y visual de aproximación a César Manrique artista a partir del ambiente y de los objetos que le rodearon en su lugar de trabajo.

La exposición César Manrique. El taller de los sueños tiene entrada libre durante los seis meses que permanecerá la exposición (desde el 28 de junio de 2012 al 13 de enero de 2013). AMPLIADO EL PLAZO HASTA EL 7 DE ABRIL.

El día 28 de junio, la Fundación César Manrique (FCM) inauguró en su sede de Taro de Tahíche, la exposición César Manrique. El taller de los sueños, una actividad enmarcada en los actos de conmemoración del 20º aniversario de la inauguración de la FCM y, al mismo tiempo, de la desaparición de su fundador. La muestra se podrá visitar hasta el día 13 de enero de 2013. AMPLIADO EL PLAZO HASTA EL 7 DE ABRIL.

César Manrique. El taller de los sueños, está producida y organizada por la Fundación César Manrique. El proyecto expositivo es de Fernando Gómez Aguilera, director de la FCM. La exposición está dedicada a recrear el último estudio del artista lanzaroteño en su casa de Haría. Se pretende, por un lado, poner al alcance del público el ámbito de trabajo de un pintor, al que habitualmente no se tiene acceso; y, por otro, recordar al artista a través de las huellas que dejó en ese espacio, utilizando objetos originales pertenecientes a César Manrique, con la intención de recuperar emociones a través de la impronta del artista, veinte años después de su desaparición.

En la muestra se recrean fielmente diversos ambientes del estudio-taller de Manrique en Haría, adonde se traslada en 1988. Se pueden observar fotografías y objetos personales (teléfono, revistas, notas, lápices…), diarios, mobiliario original, agendas, cuadros inacabados, ropa de faena, anilinas, pinceles, pinturas plásticas, caballetes… y material audiovisual referido a su actividad como pintor. También pueden verse carteles que César Manrique colgaba en su estudio, además de otros dedicados a sus propias exposiciones. Se incluye el automóvil que pintó para la casa SEAT, restaurado recientemente, además de una maqueta del que pintó para la BMW. Podrán verse también los últimos cuadros que estaba realizando cuando le sobrevino la muerte, presentados tal y como quedaron en su estudio.

El propósito de la exposición César Manrique. El taller de los sueños, concebida como una metáfora escénica del refugio íntimo de trabajo del artista, donde imagina, esboza y ejecuta sus ideas plásticas, es proporcionar al visitante argumentos para vivir una experiencia emocional y visual de aproximación a César Manrique artista a partir del ambiente y de los objetos que le rodearon en su lugar de trabajo.

La exposición César Manrique. El taller de los sueños tiene entrada libre durante los seis meses que permanecerá la exposición (desde el 28 de junio de 2012 al 13 de enero de 2013). AMPLIADO EL PLAZO HASTA EL 7 DE ABRIL.

Inaugurada la exposición César Manrique. El taller de los sueños

El día 28 de junio, la Fundación César Manrique (FCM) inauguró en su sede de Taro de Tahíche, la exposición César Manrique. El taller de los sueños, una actividad enmarcada en los actos de conmemoración del 20º aniversario de la inauguración de la FCM y, al mismo tiempo, de la desaparición de su fundador. La muestra, que es la primera de las dos exposiciones que este año se organizarán en torno al artista, se podrá visitar hasta el día 13 de enero de 2013.

César Manrique. El taller de los sueños, está producida y organizada por la Fundación César Manrique. El proyecto expositivo es de Fernando Gómez Aguilera, director de la FCM. La exposición está dedicada a recrear el último estudio del artista lanzaroteño en su casa de Haría. Se pretende, por un lado, poner al alcance del público el ámbito de trabajo de un pintor, al que habitualmente no se tiene acceso; y, por otro, recordar al artista a través de las huellas que dejó en ese espacio, utilizando objetos originales pertenecientes a César Manrique, con la intención de recuperar emociones a través de la impronta del artista, veinte años después de su desaparición.

En la muestra se recrean fielmente diversos ambientes del estudio-taller de Manrique en Haría, adonde se traslada en 1988. Se pueden observar fotografías y objetos personales (teléfono, revistas, notas, lápices…), diarios, mobiliario original, agendas, cuadros inacabados, ropa de faena, anilinas, pinceles, pinturas plásticas, caballetes… y material audiovisual referido a su actividad como pintor. También pueden verse carteles que César Manrique colgaba en su estudio, además de otros dedicados a sus propias exposiciones. Se incluye el automóvil que pintó para la casa SEAT, restaurado recientemente, además de una maqueta del que pintó para la BMW. Podrán verse también los últimos cuadros que estaba realizando cuando le sobrevino la muerte, presentados tal y como quedaron en su estudio.

El propósito de la exposición César Manrique. El taller de los sueños, concebida como una metáfora escénica del refugio íntimo de trabajo del artista, donde imagina, esboza y ejecuta sus ideas plásticas, es proporcionar al visitante argumentos para vivir una experiencia emocional y visual de aproximación a César Manrique artista a partir del ambiente y de los objetos que le rodearon en su lugar de trabajo.

La exposición César Manrique. El taller de los sueños tiene entrada libre durante los seis meses que permanecerá la expuesta.

Juan Cruz: Ignacio Aldecoa supo ver el carácter arriscado y complejo que tenemos los canarios

“Ignacio Aldecoa es el cuentista español más solvente del Siglo XX”. Fernando Gómez Aguilera recordó al inicio del acto, en la mesa redonda previa a la proyección del documental Aldecoa, la huida al paraíso, esas palabras de Miguel García de Posada sobre el escritor vitoriano. El director de la Fundación César Manrique añadió que Aldecoa es mucho más, “un personaje extraordinario”, y contó que tras su estancia de cuatro semanas en 1961 en La Graciosa, el escritor le dijo a su mujer: “He descubierto el paraíso, iremos algún día”. No volvió nunca. Gómez Aguilera dio la palabra al escritor Juan Cruz, de quien partió la idea de hacer este documental sobre la relación de Aldecoa con Canarias y su visón de ellas, plasmada en el libro Cuaderno de godo.

Cruz conoció vio por primera vez a Aldecoa en una foto que tenía en su despacho José Arozena, un abogado tinerfeño amigo del escritor, al igual que Domingo Pérez Minik. Años más tarde, cuando era responsable editorial de Alfaguara, conoció a su viuda, Josefina Aldecoa, y decidió publicar también la obra de su marido. Eso fue a partir del hallazgo, en la librería Dedalus de Madrid, de Cuaderno de godo, el libro que recorre el documental, “un libro para enamorarse de las islas”. ¿Y por qué recuperar a Aldecoa? “Pues porque los canarios cultivamos el desrecuerdo, que tiene una grave repercusión porque impide crear zonas de recuerdos y gratitud para edificar historias sobre ellos.”

El director del documental, Miguel G. Morales, dijo que Aldecoa le ha perseguido a lo largo de su vida. Su primera práctica de guión en la Escuela de Cine fue sobre un cuento de Aldecoa, a quien calificó como un outsider y “un personaje cinematográfico magnífico, de una película americana de los años 40 ó 50”.


Gómez Aguilera recordó la primera vez que Aldecoa llegó a Lanzarote y aseguró que hubo un tiempo en que la actividad del escritor era seguida por la prensa local de la época, que daba cuenta de sus conferencias en Madrid o en Nueva York. Aldecoa llegó a Arrecife en 1957 junto al fotógrafo José Pastor para hacer un reportaje de las islas encargado por el diario madrileño Arriba. Recala en el Parador de Turismo, donde duerme en un diván en el hall y traba amistad con Jesús López Socas, el médico José Molina, Leandro Fajardo y Andrés Betancort, que eran “buenos bebedores” como Aldecoa, con quien también compartían inquietudes literarias. Visitó Fuerteventura, donde asiste a una boda y a la botadura de la embarcación ‘La Peregrina’, de Antonio Fernández de Córdoba, apodado Buffalo Bill. En esa ocasión ya conoce al graciosero Jorge Toledo, y a La Graciosa volvería en 1961. Permaneció cuatro semanas en la Isla, pero antes de llegar, en el barco, les dijo a sus amigos lanzaroteños: “No me dejéis solo”. Pasaba por una crisis personal, “de destino, existencial”. En La Graciosa, durante ese tiempo, trasladado años después a su novela Parte de una historia, escribe, y corrige dos novelas, pero también vive, bebe, trabaja y se viste con y como los pescadores, según relatan las crónicas de Guillermo Topham. De allí regresa a Lanzarote y pronuncia una conferencia titulada “Mar de historias”, en el Círculo Mercantil del 28 de febrero. Posteriormente, sale a Tenerife para dar dos conferencias, declarando a la prensa “La Graciosa me ha servido para calmar los nervios y trabajar” y que “camino de Madrid me siento castigado con el paraíso a barlovento”, según contó al público Gómez Aguilera.

Miguel G. Morales añadió, por su parte, que la elaboración de la película se alargó durante ocho años y se exhibió en La Graciosa, aunque algunos gracioseros, según sus palabras, tienen reservas con la figura de Aldecoa. “La reacción de la Isla fue extraña”, dijo. Juan Cruz aseguró que Aldecoa vino a Canarias a buscar el paraíso pero a través de una huida y que estaba interesado en los riscos, lugares y rincones peligrosos, y que se asombró ante un paisaje que es “una metáfora de placer y riesgo” apreciando “el carácter arriscado y complejo que tenemos los canarios.” La mesa redonda concluyó con la lectura de una de las crónicas de Aldecoa publicada en Arriba en 1957, que describe el Archipiélago Chinijo. A continuación, se proyectó Aldecoa, la huida al paraíso.

Inauguración César Manrique. El taller de los sueños

El próximo jueves, día 28 de junio, la Fundación César Manrique (FCM) inaugurará en su sede de Taro de Tahíche, la exposición César Manrique. El taller de los sueños, una actividad enmarcada en los actos de conmemoración del 20º aniversario de la inauguración de la FCM y, al mismo tiempo, de la desaparición de su fundador. La muestra, que es la primera de las dos exposiciones que este año se organizarán en torno al artista, se podrá visitar hasta el día 13 de enero de 2013.

César Manrique. El taller de los sueños, está producida y organizada por la Fundación César Manrique. El proyecto expositivo es de Fernando Gómez Aguilera, director de la FCM. La exposición está dedicada a recrear el último estudio del artista lanzaroteño en su casa de Haría. Se pretende, por un lado, poner al alcance del público el ámbito de trabajo de un pintor, al que habitualmente no se tiene acceso; y, por otro, recordar al artista a través de las huellas que dejó en ese espacio, utilizando objetos originales pertenecientes a César Manrique, con la intención de recuperar emociones a través de la impronta del artista, veinte años después de su desaparición.

En la muestra se recrean fielmente diversos ambientes del estudio-taller de Manrique en Haría, adonde se traslada en 1988. Se pueden observar fotografías y objetos personales (teléfono, revistas, notas, lápices…), diarios, mobiliario original, agendas, cuadros inacabados, ropa de faena, anilinas, pinceles, pinturas plásticas, caballetes… y material audiovisual referido a su actividad como pintor. También pueden verse carteles que César Manrique colgaba en su estudio, además de otros dedicados a sus propias exposiciones. Se incluye el automóvil que pintó para la casa SEAT, restaurado recientemente, además de una maqueta del que pintó para la BMW. Podrán verse también los últimos cuadros que estaba realizando cuando le sobrevino la muerte, presentados tal y como quedaron en su estudio.

El propósito de la exposición César Manrique. El taller de los sueños, concebida como una metáfora escénica del refugio íntimo de trabajo del artista, donde imagina, esboza y ejecuta sus ideas plásticas, es proporcionar al visitante argumentos para vivir una experiencia emocional y visual de aproximación a César Manrique artista a partir del ambiente y de los objetos que le rodearon en su lugar de trabajo.

La asistencia a la inauguración de César Manrique. El taller de los sueños está abierta al público y la entrada es libre durante los seis meses que permanecerá la exposición.

El próximo jueves, día 28 de junio, la Fundación César Manrique (FCM) inaugurará en su sede de Taro de Tahíche, la exposición César Manrique. El taller de los sueños, una actividad enmarcada en los actos de conmemoración del 20º aniversario de la inauguración de la FCM y, al mismo tiempo, de la desaparición de su fundador. La muestra, que es la primera de las dos exposiciones que este año se organizarán en torno al artista, se podrá visitar hasta el día 13 de enero de 2013.

César Manrique. El taller de los sueños, está producida y organizada por la Fundación César Manrique. El proyecto expositivo es de Fernando Gómez Aguilera, director de la FCM. La exposición está dedicada a recrear el último estudio del artista lanzaroteño en su casa de Haría. Se pretende, por un lado, poner al alcance del público el ámbito de trabajo de un pintor, al que habitualmente no se tiene acceso; y, por otro, recordar al artista a través de las huellas que dejó en ese espacio, utilizando objetos originales pertenecientes a César Manrique, con la intención de recuperar emociones a través de la impronta del artista, veinte años después de su desaparición.

En la muestra se recrean fielmente diversos ambientes del estudio-taller de Manrique en Haría, adonde se traslada en 1988. Se pueden observar fotografías y objetos personales (teléfono, revistas, notas, lápices…), diarios, mobiliario original, agendas, cuadros inacabados, ropa de faena, anilinas, pinceles, pinturas plásticas, caballetes… y material audiovisual referido a su actividad como pintor. También pueden verse carteles que César Manrique colgaba en su estudio, además de otros dedicados a sus propias exposiciones. Se incluye el automóvil que pintó para la casa SEAT, restaurado recientemente, además de una maqueta del que pintó para la BMW. Podrán verse también los últimos cuadros que estaba realizando cuando le sobrevino la muerte, presentados tal y como quedaron en su estudio.

El propósito de la exposición César Manrique. El taller de los sueños, concebida como una metáfora escénica del refugio íntimo de trabajo del artista, donde imagina, esboza y ejecuta sus ideas plásticas, es proporcionar al visitante argumentos para vivir una experiencia emocional y visual de aproximación a César Manrique artista a partir del ambiente y de los objetos que le rodearon en su lugar de trabajo.

La asistencia a la inauguración de César Manrique. El taller de los sueños está abierta al público y la entrada es libre durante los seis meses que permanecerá la exposición.

Proyección en la FCM del documental Aldecoa, la huida al paraíso y posterior mesa redonda con Miguel G. Morales y Juan Cruz

El próximo jueves, día 21 de junio, a las 20.30 h, en la Sala José Saramago de Arrecife (La Plazuela) de la Fundación César Manrique, tendrá lugar la proyección de “Aldecoa, la huida al paraíso”. Se trata de un documental que aborda la relación del escritor Ignacio Aldecoa, con Canarias y, en particular, con Lanzarote. Está dirigido por Miguel G. Morales, a partir de una idea de Juan Cruz. Ambos estarán presentes en el acto e intervendrán al concluir la proyección. “Aldecoa, la huida al paraíso” es una producción de TVE y Tuco Films, con la colaboración del Gobierno de Canarias y Volcano Films.

Ignacio Aldecoa (Vitoria, 1925-Madrid, 1969) fue uno de los más notables narradores de la llamada Generación de los cincuenta en España. Compartió vida y amistad con Rafael Azcona, Rafael Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite, Mario Camus, José Manuel Caballero Bonald o Jesús Fernández Santos, entre otros. Su obra narrativa describe a los desfavorecidos y desamparados. Los territorios donde se encontró a sí mismo y sobre los que escribió fueron el boxeo, los oficios peligrosos, el ambiente ferroviario y el marinero, el de los trabajadores invisibles de la sociedad… Su pasión por el mar, reflejado en su obra literaria, es fundamental para entender el mundo imaginario particular de Aldecoa. Además de Ibiza o Nueva York, visita todas las Islas Canarias, incluyendo a Isla de Lobos. En una de las ocasiones, a comienzos de los años sesenta, se queda a vivir una temporada en La Graciosa, donde hoy, el colegio que existe en la isla, lleva su nombre. De la estancia en Canarias, resultó un libro de relatos, Cuaderno de Godo y de su paso por La Graciosa, la novela corta Parte de una historia.

El director tinerfeño Miguel G. Morales continúa con esta película su serie de documentales biográficos sobre artistas o escritores ilustres vinculados a las islas como Óscar Domínguez, Juan Ismael, Cristino de Vera, Pepe Dámaso o más recientemente Domingo Pérez Minik y José Saramago. Miguel G. Morales ha simultaneado su carrera entre el cine documental y la televisión y ha hecho incursiones en la video creación. En sus trabajos, ha realizado funciones como guionista, director, realizador, cámara, montador y productor ejecutivo. Muchas de sus obras han participado en festivales nacionales e internacionales (como Gran Canaria, La Palma, Cádiz, Italia o Colombia) y recibido premios y menciones especiales.

Juan Cruz, editor y periodista tinerfeño, se vinculó al diario El País desde su fundación en 1976, donde ha trabajado en diferentes secciones de cultura y opinión. Publicó su primer libro, Crónica de la nada hecha pedazos, en 1972, al que siguieron numerosos títulos. Entre los más recientes, destacan, Muchas veces me pediste que te contara esos años (2008), Egos revueltos. La vida literaria: una memoria personal (2009), Contra el insulto (2011) y Viaje al corazón del fútbol (2011). Fue director de la editorial Alfaguara entre 1992 y 1998; y después estuvo al frente de la Oficina del Autor del Grupo Prisa. En la actualidad, de vuelta al periodismo, ejerce como adjunto a la dirección del diario El País. Entre otros galardones, ha obtenido el Premio Canarias de Literatura, el Premio Benito Pérez Armas y el Premio Azorín de novela.

La película consta de dos partes: una en la que interviene el también escritor y periodista Juan Cruz, recreando la figura de Aldecoa, con la voz en off de Inaki Gabilondo; y otra consagrada a los testimonios de las personas de su entorno, entre otras Carmen Martín Gaite, Mario Camus, José Manuel Caballero Bonald, Ramón Massats y la esposa del protagonista, Josefina Aldecoa, fallecida el pasado año. También participan Fernando Gómez Aguilera, director de la Fundación César Manrique y Antica Toledo, que recuerda la estancia del escritor en La Graciosa.

La Fundación César Manrique dedicó en 1996 una publicación a Ignacio Aldecoa, Ignacio Aldecoa en su paraíso, incluida en la Colección Cuadernas, escrito por su viuda, Josefina R. Aldecoa. Se trata de un texto especialmente escrito para un acto de homenaje al escritor Ignacio Aldecoa, que se celebró el 11 de abril de 1995 en la sede de la institución. Josefina Aldecoa rememora en él las relaciones del autor de Gran Sol con las islas: “Desde su infancia, Ignacio Aldecoa soñaba con las islas… Islas que él contemplaba en los mapas y cuyo contorno recorría con el dedo índice, embebido en sus sueños.” (…) “No todos los hombres tienen la suerte de haber tocado con la mano el lugar de la tierra donde está situado su paraíso. Ignacio sí. Ignacio lo descubrió el día que contempló por primera vez, desde el borde del acantilado, el perfil de La Graciosa. Y no volvió a ser el mismo después de vivir en ella”, dijo allí Josefina Aldecoa.

El próximo jueves, día 21 de junio, a las 20.30 h, en la Sala José Saramago de Arrecife (La Plazuela) de la Fundación César Manrique, tendrá lugar la proyección de “Aldecoa, la huida al paraíso”. Se trata de un documental que aborda la relación del escritor Ignacio Aldecoa, con Canarias y, en particular, con Lanzarote. Está dirigido por Miguel G. Morales, a partir de una idea de Juan Cruz. Ambos estarán presentes en el acto e intervendrán al concluir la proyección. “Aldecoa, la huida al paraíso” es una producción de TVE y Tuco Films, con la colaboración del Gobierno de Canarias y Volcano Films.

Ignacio Aldecoa (Vitoria, 1925-Madrid, 1969) fue uno de los más notables narradores de la llamada Generación de los cincuenta en España. Compartió vida y amistad con Rafael Azcona, Rafael Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite, Mario Camus, José Manuel Caballero Bonald o Jesús Fernández Santos, entre otros. Su obra narrativa describe a los desfavorecidos y desamparados. Los territorios donde se encontró a sí mismo y sobre los que escribió fueron el boxeo, los oficios peligrosos, el ambiente ferroviario y el marinero, el de los trabajadores invisibles de la sociedad… Su pasión por el mar, reflejado en su obra literaria, es fundamental para entender el mundo imaginario particular de Aldecoa. Además de Ibiza o Nueva York, visita todas las Islas Canarias, incluyendo a Isla de Lobos. En una de las ocasiones, a comienzos de los años sesenta, se queda a vivir una temporada en La Graciosa, donde hoy, el colegio que existe en la isla, lleva su nombre. De la estancia en Canarias, resultó un libro de relatos, Cuaderno de Godo y de su paso por La Graciosa, la novela corta Parte de una historia.

El director tinerfeño Miguel G. Morales continúa con esta película su serie de documentales biográficos sobre artistas o escritores ilustres vinculados a las islas como Óscar Domínguez, Juan Ismael, Cristino de Vera, Pepe Dámaso o más recientemente Domingo Pérez Minik y José Saramago. Miguel G. Morales ha simultaneado su carrera entre el cine documental y la televisión y ha hecho incursiones en la video creación. En sus trabajos, ha realizado funciones como guionista, director, realizador, cámara, montador y productor ejecutivo. Muchas de sus obras han participado en festivales nacionales e internacionales (como Gran Canaria, La Palma, Cádiz, Italia o Colombia) y recibido premios y menciones especiales.

Juan Cruz, editor y periodista tinerfeño, se vinculó al diario El País desde su fundación en 1976, donde ha trabajado en diferentes secciones de cultura y opinión. Publicó su primer libro, Crónica de la nada hecha pedazos, en 1972, al que siguieron numerosos títulos. Entre los más recientes, destacan, Muchas veces me pediste que te contara esos años (2008), Egos revueltos. La vida literaria: una memoria personal (2009), Contra el insulto (2011) y Viaje al corazón del fútbol (2011). Fue director de la editorial Alfaguara entre 1992 y 1998; y después estuvo al frente de la Oficina del Autor del Grupo Prisa. En la actualidad, de vuelta al periodismo, ejerce como adjunto a la dirección del diario El País. Entre otros galardones, ha obtenido el Premio Canarias de Literatura, el Premio Benito Pérez Armas y el Premio Azorín de novela.

La película consta de dos partes: una en la que interviene el también escritor y periodista Juan Cruz, recreando la figura de Aldecoa, con la voz en off de Inaki Gabilondo; y otra consagrada a los testimonios de las personas de su entorno, entre otras Carmen Martín Gaite, Mario Camus, José Manuel Caballero Bonald, Ramón Massats y la esposa del protagonista, Josefina Aldecoa, fallecida el pasado año. También participan Fernando Gómez Aguilera, director de la Fundación César Manrique y Antica Toledo, que recuerda la estancia del escritor en La Graciosa.

La Fundación César Manrique dedicó en 1996 una publicación a Ignacio Aldecoa, Ignacio Aldecoa en su paraíso, incluida en la Colección Cuadernas, escrito por su viuda, Josefina R. Aldecoa. Se trata de un texto especialmente escrito para un acto de homenaje al escritor Ignacio Aldecoa, que se celebró el 11 de abril de 1995 en la sede de la institución. Josefina Aldecoa rememora en él las relaciones del autor de Gran Sol con las islas: “Desde su infancia, Ignacio Aldecoa soñaba con las islas… Islas que él contemplaba en los mapas y cuyo contorno recorría con el dedo índice, embebido en sus sueños.” (…) “No todos los hombres tienen la suerte de haber tocado con la mano el lugar de la tierra donde está situado su paraíso. Ignacio sí. Ignacio lo descubrió el día que contempló por primera vez, desde el borde del acantilado, el perfil de La Graciosa. Y no volvió a ser el mismo después de vivir en ella”, dijo allí Josefina Aldecoa.

Contribución de la FCM a la inauguración de la sede de la Fundación José Saramago en Lisboa

La Fundación César Manrique (FCM) informa de que durante los últimos meses ha colaborado en los trabajos preparatorios de la apertura al público de la sede de la Fundación José Saramago (FJS) en Lisboa, que será inaugurada mañana miércoles, día 13 de junio. Tanto el presidente de la FCM, José Juan Ramírez, como su director, Fernando Gómez Aguilera, forman parte del Patronato de la Fundación José Saramago y se trasladarán a la capital portuguesa para asistir al acto de inauguración. Gómez Aguilera es además miembro del consejo directivo de la FJS, junto a la presidenta y viuda del escritor, Pilar del Río, y el abogado luso José Soucena.  

Un equipo de la FCM ha trabajado en el diseño expositivo de la sede de la Fundación José Saramago, emplazada en el conocido edificio histórico de Lisboa, la Casa dos Bicos. En concreto, en la sala que se dedica a mostrar manuscritos, documentos, audiovisuales, fotografías y primeras ediciones del Premio Nobel de Literatura 1998. Fernando Gómez Aguilera ha elaborado y dirigido la propuesta museográfica cuya producción ha coordinado el jefe de Servicios Técnicos de la FCM, Manuel Espino, con la colaboración de otros departamentos de esta institución lanzaroteña, como los de Conservación y Documentación. 

La exposición, concebida como una biblioteca plástica, muestra en torno a cuatrocientos libros de Saramago en más de cuarenta lenguas, y ofrece un recorrido por la obra literaria del escritor, incluyendo decenas de documentos originales. Los diversos recursos audiovisuales integrados en el recorrido expositivo habilitado en la primera planta de la nueva sede de la FJS, llamada a convertirse en un nuevo polo cultural de Lisboa abierto al público a partir de esta misma semana, contribuyen a mostrar a los visitantes las claves literarias y el compromiso público del autor de Ensayo sobre la ceguera. Junto a los materiales bibliográficos, gráficos y audiovisuales, podrán verse asimismo objetos significativos de la vida y la actividad del Nobel de literatura: la máquina de escribir que empleó para redactar sus libros de los años setenta y ochenta, sus gafas, los diccionarios que manejaba, su primera colección de libros, o algunas de las figuras decorativas que conservaba en su despacho.

José Saramago fue miembro del Patronato de Honor de la Fundación César Manrique y estuvo siempre unido a esta institución cultural, presentando en su sede de Tahíche la mayoría de los libros que publicó desde que se radicara en la isla en 1993.

 

La Fundación César Manrique (FCM) informa de que durante los últimos meses ha colaborado en los trabajos preparatorios de la apertura al público de la sede de la Fundación José Saramago (FJS) en Lisboa, que será inaugurada mañana miércoles, día 13 de junio. Tanto el presidente de la FCM, José Juan Ramírez, como su director, Fernando Gómez Aguilera, forman parte del Patronato de la Fundación José Saramago y se trasladarán a la capital portuguesa para asistir al acto de inauguración. Gómez Aguilera es además miembro del consejo directivo de la FJS, junto a la presidenta y viuda del escritor, Pilar del Río, y el abogado luso José Soucena.  

Un equipo de la FCM ha trabajado en el diseño expositivo de la sede de la Fundación José Saramago, emplazada en el conocido edificio histórico de Lisboa, la Casa dos Bicos. En concreto, en la sala que se dedica a mostrar manuscritos, documentos, audiovisuales, fotografías y primeras ediciones del Premio Nobel de Literatura 1998. Fernando Gómez Aguilera ha elaborado y dirigido la propuesta museográfica cuya producción ha coordinado el jefe de Servicios Técnicos de la FCM, Manuel Espino, con la colaboración de otros departamentos de esta institución lanzaroteña, como los de Conservación y Documentación. 

La exposición, concebida como una biblioteca plástica, muestra en torno a cuatrocientos libros de Saramago en más de cuarenta lenguas, y ofrece un recorrido por la obra literaria del escritor, incluyendo decenas de documentos originales. Los diversos recursos audiovisuales integrados en el recorrido expositivo habilitado en la primera planta de la nueva sede de la FJS, llamada a convertirse en un nuevo polo cultural de Lisboa abierto al público a partir de esta misma semana, contribuyen a mostrar a los visitantes las claves literarias y el compromiso público del autor de Ensayo sobre la ceguera. Junto a los materiales bibliográficos, gráficos y audiovisuales, podrán verse asimismo objetos significativos de la vida y la actividad del Nobel de literatura: la máquina de escribir que empleó para redactar sus libros de los años setenta y ochenta, sus gafas, los diccionarios que manejaba, su primera colección de libros, o algunas de las figuras decorativas que conservaba en su despacho.

José Saramago fue miembro del Patronato de Honor de la Fundación César Manrique y estuvo siempre unido a esta institución cultural, presentando en su sede de Tahíche la mayoría de los libros que publicó desde que se radicara en la isla en 1993.

 

César Manrique tenía sensibilidad no sólo para crear sino también para convencer a los que estaban con él

La segunda de las cinco mesas redondas previstas este año sobre la figura de César Manrique se celebró el 7 de junio, bajo el título César Manrique. Construcción del espacio público, y reunió a cuatro colaboradores del artista lanzaroteño: Luis Morales, Esteban Armas, José Luis Olcina y Antonio Ramos, moderados por los periodistas Saúl García y Domingo Rivero.

Luis Morales fue jefe del departamento de vías y obras del Cabildo de Lanzarote, comenzó a colaborar con Manrique en 1952 y lo hizo durante cuatro décadas. A mediados de los años sesenta se formó un “equipo” que se dedicaba a supervisar todas las obras los sábados por la tarde. Lo formaban Manrique, Pepín Ramírez, Antonio Álvarez, Jesús Soto y el propio jefe de obras. “Lo que más me gustaba de César era cómo cuidaba el medio ambiente”, dijo Morales. A lo largo de sus intervenciones, Morales fue contando cómo se gestaron los Centros de Arte, Cultura y Turismo y otras obras, partiendo de una isla en la que apenas había tres trozos de carretera asfaltados y en la que el dinero de los obras previstas por el Estado se devolvía porque no había empresas constructoras. El Cabildo creó su propia empresa y comenzó a asumir esas obras: carreteras, las galerías de agua de Famara, la Granja agrícola o la pista del aeropuerto, y con los remanentes se inició la construcción de Los Jameos del Agua, “a mano, porque no había máquinas”, retirando toneladas de piedras “para hacer la sala de fiestas mejor del mundo” como contó Morales que prometió César. Otra obra complicada fue el restaurante El Diablo, en las Montañas del Fuego. Para hacer el foso de la gran parrilla se hizo un pequeño cráter y se canalizó el fuego, con el apoyo, eso sí, de una bandeja llena de agua para apagar las llamas que se encendían en las botas de los trabajadores. En esas obras, según Morales, “todo el personal estaba entusiasmado, no hacía falta jefe” porque Manrique logró sensibilizar a cada uno de esos trabajadores (llegaron a trabajar simultáneamente más de 300). “Él se llevaba bien con todos, era muy cercano, tenía sensibilidad no sólo para crear sino también para convencer a los que estaban con él y nos enseñó a ver el paisaje de la manera que él lo veía”. Terminó dando gracias a César “y a todos los que trabajaron con él, porque  lo que se ha hecho es como una cosa milagrosa, ¡cómo fue posible reunir ese equipo, esa casualidad tan grande!”

Esteban Armas entró a trabajar en el Cabildo como arquitecto técnico en 1978. Dijo que en los años sesenta, los lanzaroteños creían que Lanzarote era fea porque no había verde “y César reivindicó la belleza de la piedra, de lo seco”. Armas habló de la conjunción de Manrique con el entonces presidente del Cabildo, Pepín Ramírez, porque eran amigos de la infancia, lo que facilitó que se llevara a cabo la obra pública del artista lanzaroteño. También habló de la construcción del Jardín de Cactus, una obra planificada desde los años setenta pero que concluyó en los años noventa y en la que el diseño de César “fue total, detalle por detalle”. Y habló de dos obras frustradas: el Mirador de El Golfo, que César, “que tenía una capacidad desbordante”, decidió no hacer porque ya veía la masificación de la Isla “y pensaba que se lo iban a cargar” y la adecuación de El Charco de San Ginés, porque César falleció durante su ejecución. Quiso terminar desmontando el mito de que César hacía tirar muchas de las cosas que se construían. “No tiraba nada, es un mito, porque cuando había un problema técnico o un exceso de coste, él hacía otra propuesta distinta en el momento”, y subrayó la labor de Luis Morales “porque fue el traductor perfecto de César.”

Antonio Ramos, ‘Toñín’, era un adolescente cuando se incorporó en 1969 como electricista  a la construcción de Los Jameos. “Ya me di cuenta de que César era un artista y luego de que era un genio, nos inculcaba que las piedras eran bonitas, que todo había que cuidarlo porque era importante para el ser humano, nos hizo comprender que Lanzarote no era la niña fea.” En una ocasión, César le comparó a Lanzarote con una mesa, en la que una pata era la agricultura, otra la pesca, otra el comercio y la cuarta, que estaban montando, era el turismo. “Como esto funcione —decía— aquí vamos a vivir de maravilla”. “Y así ha sido —dijo Ramos con ironía—, nos hemos cargado la agricultura y la pesca, pero tenemos el turismo.” ‘Toñín’, que recordó a otros trabajadores como Marcial Martín, Ildefonso Aguilar, Jesús Soto, Ramón Martínez o profesionales de la piedra y albañiles, era ‘el chico para todo’: “Sabíamos cuándo empezábamos, a las siete, pero no cuándo volvíamos”, porque a veces César les pedía que se quedaran en Los Jameos para enseñar el lugar a alguien importante. “Para él todos eran importantes”, según Toñín. Por allí pasaron Lindsay Kemp, Nuria Espert, Alberti, Marsillach, Kraus… “y  gente muy moderna, bien vestida.” En los Jameos, Ramos pinchaba unos discos que Manrique había traído de Nueva York y así conoció y se enamoró del blues, el soul o el country. Para Toñín, César, que trataba muy bien a todos, era “un genio, un hombre sencillo, amable y muy trabajador.”

El ingeniero José Luis Olcina conoció a César en 1969 en el Puerto de la Cruz, junto con Alfredo Amigó y el contratista Luis Díaz de Losada. Decidieron que interviniera para hacer las piscinas del Lago Martiánez y en una pizzería dibujó en cinco minutos, en una servilleta, la forma actual del lago con la isla en medio. “La cogimos y presentamos el proyecto”, dijo Olcina, que formó parte de lo que Manrique llamaba “la familia de Tenerife”, con quienes colaboró durante 25 años. La ilusión de los trabajadores de Lanzarote también se contagió a los tinerfeños: “estaban ilusionados, se sentían partícipes y orgullosos de las obras”, según Olcina, que contó varias anécdotas de César con las autoridades. “Manrique nos enseñó a ver la belleza, la naturaleza, tenía una capacidad creativa impresionante, transmitía ilusión a todos y tenía un gran factor humano”, concluyó.

El periodista Domingo Rivero cerró con unas palabras del artista y añadió que “en tiempos del todo vale, tenemos la obligación moral de preservar el legado que nos dejaron César Manrique y otras personas irrepetibles.”

César Manrique tenía sensibilidad no sólo para crear sino también para convencer a los que estaban con él

La segunda de las cinco mesas redondas previstas este año sobre la figura de César Manrique se celebró el 7 de junio, bajo el título César Manrique. Construcción del espacio público, y reunió a cuatro colaboradores del artista lanzaroteño: Luis Morales, Esteban Armas, José Luis Olcina y Antonio Ramos, moderados por los periodistas Saúl García y Domingo Rivero.

Luis Morales fue jefe del departamento de vías y obras del Cabildo de Lanzarote, comenzó a colaborar con Manrique en 1952 y lo hizo durante cuatro décadas. A mediados de los años sesenta se formó un “equipo” que se dedicaba a supervisar todas las obras los sábados por la tarde. Lo formaban Manrique, Pepín Ramírez, Antonio Álvarez, Jesús Soto y el propio jefe de obras. “Lo que más me gustaba de César era cómo cuidaba el medio ambiente”, dijo Morales. A lo largo de sus intervenciones, Morales fue contando cómo se gestaron los Centros de Arte, Cultura y Turismo y otras obras, partiendo de una isla en la que apenas había tres trozos de carretera asfaltados y en la que el dinero de los obras previstas por el Estado se devolvía porque no había empresas constructoras. El Cabildo creó su propia empresa y comenzó a asumir esas obras: carreteras, las galerías de agua de Famara, la Granja agrícola o la pista del aeropuerto, y con los remanentes se inició la construcción de Los Jameos del Agua, “a mano, porque no había máquinas”, retirando toneladas de piedras “para hacer la sala de fiestas mejor del mundo” como contó Morales que prometió César. Otra obra complicada fue el restaurante El Diablo, en las Montañas del Fuego. Para hacer el foso de la gran parrilla se hizo un pequeño cráter y se canalizó el fuego, con el apoyo, eso sí, de una bandeja llena de agua para apagar las llamas que se encendían en las botas de los trabajadores. En esas obras, según Morales, “todo el personal estaba entusiasmado, no hacía falta jefe” porque Manrique logró sensibilizar a cada uno de esos trabajadores (llegaron a trabajar simultáneamente más de 300). “Él se llevaba bien con todos, era muy cercano, tenía sensibilidad no sólo para crear sino también para convencer a los que estaban con él y nos enseñó a ver el paisaje de la manera que él lo veía”. Terminó dando gracias a César “y a todos los que trabajaron con él, porque  lo que se ha hecho es como una cosa milagrosa, ¡cómo fue posible reunir ese equipo, esa casualidad tan grande!”

Esteban Armas entró a trabajar en el Cabildo como arquitecto técnico en 1978. Dijo que en los años sesenta, los lanzaroteños creían que Lanzarote era fea porque no había verde “y César reivindicó la belleza de la piedra, de lo seco”. Armas habló de la conjunción de Manrique con el entonces presidente del Cabildo, Pepín Ramírez, porque eran amigos de la infancia, lo que facilitó que se llevara a cabo la obra pública del artista lanzaroteño. También habló de la construcción del Jardín de Cactus, una obra planificada desde los años setenta pero que concluyó en los años noventa y en la que el diseño de César “fue total, detalle por detalle”. Y habló de dos obras frustradas: el Mirador de El Golfo, que César, “que tenía una capacidad desbordante”, decidió no hacer porque ya veía la masificación de la Isla “y pensaba que se lo iban a cargar” y la adecuación de El Charco de San Ginés, porque César falleció durante su ejecución. Quiso terminar desmontando el mito de que César hacía tirar muchas de las cosas que se construían. “No tiraba nada, es un mito, porque cuando había un problema técnico o un exceso de coste, él hacía otra propuesta distinta en el momento”, y subrayó la labor de Luis Morales “porque fue el traductor perfecto de César.”

Antonio Ramos, ‘Toñín’, era un adolescente cuando se incorporó en 1969 como electricista  a la construcción de Los Jameos. “Ya me di cuenta de que César era un artista y luego de que era un genio, nos inculcaba que las piedras eran bonitas, que todo había que cuidarlo porque era importante para el ser humano, nos hizo comprender que Lanzarote no era la niña fea.” En una ocasión, César le comparó a Lanzarote con una mesa, en la que una pata era la agricultura, otra la pesca, otra el comercio y la cuarta, que estaban montando, era el turismo. “Como esto funcione —decía— aquí vamos a vivir de maravilla”. “Y así ha sido —dijo Ramos con ironía—, nos hemos cargado la agricultura y la pesca, pero tenemos el turismo.” ‘Toñín’, que recordó a otros trabajadores como Marcial Martín, Ildefonso Aguilar, Jesús Soto, Ramón Martínez o profesionales de la piedra y albañiles, era ‘el chico para todo’: “Sabíamos cuándo empezábamos, a las siete, pero no cuándo volvíamos”, porque a veces César les pedía que se quedaran en Los Jameos para enseñar el lugar a alguien importante. “Para él todos eran importantes”, según Toñín. Por allí pasaron Lindsay Kemp, Nuria Espert, Alberti, Marsillach, Kraus… “y  gente muy moderna, bien vestida.” En los Jameos, Ramos pinchaba unos discos que Manrique había traído de Nueva York y así conoció y se enamoró del blues, el soul o el country. Para Toñín, César, que trataba muy bien a todos, era “un genio, un hombre sencillo, amable y muy trabajador.”

El ingeniero José Luis Olcina conoció a César en 1969 en el Puerto de la Cruz, junto con Alfredo Amigó y el contratista Luis Díaz de Losada. Decidieron que interviniera para hacer las piscinas del Lago Martiánez y en una pizzería dibujó en cinco minutos, en una servilleta, la forma actual del lago con la isla en medio. “La cogimos y presentamos el proyecto”, dijo Olcina, que formó parte de lo que Manrique llamaba “la familia de Tenerife”, con quienes colaboró durante 25 años. La ilusión de los trabajadores de Lanzarote también se contagió a los tinerfeños: “estaban ilusionados, se sentían partícipes y orgullosos de las obras”, según Olcina, que contó varias anécdotas de César con las autoridades. “Manrique nos enseñó a ver la belleza, la naturaleza, tenía una capacidad creativa impresionante, transmitía ilusión a todos y tenía un gran factor humano”, concluyó.

El periodista Domingo Rivero cerró con unas palabras del artista y añadió que “en tiempos del todo vale, tenemos la obligación moral de preservar el legado que nos dejaron César Manrique y otras personas irrepetibles.”

La segunda de las cinco mesas redondas previstas este año sobre la figura de César Manrique se celebró el 7 de junio, bajo el título César Manrique. Construcción del espacio público, y reunió a cuatro colaboradores del artista lanzaroteño: Luis Morales, Esteban Armas, José Luis Olcina y Antonio Ramos, moderados por los periodistas Saúl García y Domingo Rivero.

Luis Morales fue jefe del departamento de vías y obras del Cabildo de Lanzarote, comenzó a colaborar con Manrique en 1952 y lo hizo durante cuatro décadas. A mediados de los años sesenta se formó un “equipo” que se dedicaba a supervisar todas las obras los sábados por la tarde. Lo formaban Manrique, Pepín Ramírez, Antonio Álvarez, Jesús Soto y el propio jefe de obras. “Lo que más me gustaba de César era cómo cuidaba el medio ambiente”, dijo Morales. A lo largo de sus intervenciones, Morales fue contando cómo se gestaron los Centros de Arte, Cultura y Turismo y otras obras, partiendo de una isla en la que apenas había tres trozos de carretera asfaltados y en la que el dinero de los obras previstas por el Estado se devolvía porque no había empresas constructoras. El Cabildo creó su propia empresa y comenzó a asumir esas obras: carreteras, las galerías de agua de Famara, la Granja agrícola o la pista del aeropuerto, y con los remanentes se inició la construcción de Los Jameos del Agua, “a mano, porque no había máquinas”, retirando toneladas de piedras “para hacer la sala de fiestas mejor del mundo” como contó Morales que prometió César. Otra obra complicada fue el restaurante El Diablo, en las Montañas del Fuego. Para hacer el foso de la gran parrilla se hizo un pequeño cráter y se canalizó el fuego, con el apoyo, eso sí, de una bandeja llena de agua para apagar las llamas que se encendían en las botas de los trabajadores. En esas obras, según Morales, “todo el personal estaba entusiasmado, no hacía falta jefe” porque Manrique logró sensibilizar a cada uno de esos trabajadores (llegaron a trabajar simultáneamente más de 300). “Él se llevaba bien con todos, era muy cercano, tenía sensibilidad no sólo para crear sino también para convencer a los que estaban con él y nos enseñó a ver el paisaje de la manera que él lo veía”. Terminó dando gracias a César “y a todos los que trabajaron con él, porque  lo que se ha hecho es como una cosa milagrosa, ¡cómo fue posible reunir ese equipo, esa casualidad tan grande!”

Esteban Armas entró a trabajar en el Cabildo como arquitecto técnico en 1978. Dijo que en los años sesenta, los lanzaroteños creían que Lanzarote era fea porque no había verde “y César reivindicó la belleza de la piedra, de lo seco”. Armas habló de la conjunción de Manrique con el entonces presidente del Cabildo, Pepín Ramírez, porque eran amigos de la infancia, lo que facilitó que se llevara a cabo la obra pública del artista lanzaroteño. También habló de la construcción del Jardín de Cactus, una obra planificada desde los años setenta pero que concluyó en los años noventa y en la que el diseño de César “fue total, detalle por detalle”. Y habló de dos obras frustradas: el Mirador de El Golfo, que César, “que tenía una capacidad desbordante”, decidió no hacer porque ya veía la masificación de la Isla “y pensaba que se lo iban a cargar” y la adecuación de El Charco de San Ginés, porque César falleció durante su ejecución. Quiso terminar desmontando el mito de que César hacía tirar muchas de las cosas que se construían. “No tiraba nada, es un mito, porque cuando había un problema técnico o un exceso de coste, él hacía otra propuesta distinta en el momento”, y subrayó la labor de Luis Morales “porque fue el traductor perfecto de César.”

Antonio Ramos, ‘Toñín’, era un adolescente cuando se incorporó en 1969 como electricista  a la construcción de Los Jameos. “Ya me di cuenta de que César era un artista y luego de que era un genio, nos inculcaba que las piedras eran bonitas, que todo había que cuidarlo porque era importante para el ser humano, nos hizo comprender que Lanzarote no era la niña fea.” En una ocasión, César le comparó a Lanzarote con una mesa, en la que una pata era la agricultura, otra la pesca, otra el comercio y la cuarta, que estaban montando, era el turismo. “Como esto funcione —decía— aquí vamos a vivir de maravilla”. “Y así ha sido —dijo Ramos con ironía—, nos hemos cargado la agricultura y la pesca, pero tenemos el turismo.” ‘Toñín’, que recordó a otros trabajadores como Marcial Martín, Ildefonso Aguilar, Jesús Soto, Ramón Martínez o profesionales de la piedra y albañiles, era ‘el chico para todo’: “Sabíamos cuándo empezábamos, a las siete, pero no cuándo volvíamos”, porque a veces César les pedía que se quedaran en Los Jameos para enseñar el lugar a alguien importante. “Para él todos eran importantes”, según Toñín. Por allí pasaron Lindsay Kemp, Nuria Espert, Alberti, Marsillach, Kraus… “y  gente muy moderna, bien vestida.” En los Jameos, Ramos pinchaba unos discos que Manrique había traído de Nueva York y así conoció y se enamoró del blues, el soul o el country. Para Toñín, César, que trataba muy bien a todos, era “un genio, un hombre sencillo, amable y muy trabajador.”

El ingeniero José Luis Olcina conoció a César en 1969 en el Puerto de la Cruz, junto con Alfredo Amigó y el contratista Luis Díaz de Losada. Decidieron que interviniera para hacer las piscinas del Lago Martiánez y en una pizzería dibujó en cinco minutos, en una servilleta, la forma actual del lago con la isla en medio. “La cogimos y presentamos el proyecto”, dijo Olcina, que formó parte de lo que Manrique llamaba “la familia de Tenerife”, con quienes colaboró durante 25 años. La ilusión de los trabajadores de Lanzarote también se contagió a los tinerfeños: “estaban ilusionados, se sentían partícipes y orgullosos de las obras”, según Olcina, que contó varias anécdotas de César con las autoridades. “Manrique nos enseñó a ver la belleza, la naturaleza, tenía una capacidad creativa impresionante, transmitía ilusión a todos y tenía un gran factor humano”, concluyó.

El periodista Domingo Rivero cerró con unas palabras del artista y añadió que “en tiempos del todo vale, tenemos la obligación moral de preservar el legado que nos dejaron César Manrique y otras personas irrepetibles.”

Mesa redonda: César Manrique. Construcción del espacio público

El próximo jueves, día 7 de junio, a las 20.30 h, en la Sala José Saramago de Arrecife (La Plazuela) de la Fundación César Manrique (FCM), tendrá lugar la mesa redonda titulada César Manrique. Construcción del espacio público. Este acto forma parte de los programados por la FCM en 2012 en torno a la figura de su fundador, con motivo de la conmemoración del 20º aniversario de la inauguración de la institución y, simultáneamente, de la desaparición del artista.

Ésta es la segunda de cinco mesas redondas proyectadas para el presente año, por la Fundación César Manrique en las que se analizará la obra y la personalidad de Manrique. Estará moderada por los periodistas Saúl García y Domingo Rivero y participarán el ingeniero José Luis Olcina, que, durante más de 25 años, colaboró con César Manrique en intervenciones espaciales en Tenerife y Ceuta; Esteban Armas, arquitecto técnico vinculado a la oficina técnica del Cabildo de Lanzarote desde 1978, quien participa junto a César Manrique en las obras de Jameos del Agua, Timanfaya, o Charco de San Ginés; Antonio Ramos que, desde el año 1968, es encargado del Departamento de servicios técnicos, mantenimiento y conservación de los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote; y Luis Morales, que fue encargado del Departamento de vías y obras del Cabildo de Lanzarote desde 1960 hasta la primera mitad de los años 90, participando en el total de las obras de intervención espacial que César Manrique realizó en Lanzarote.

Así, recogiendo el testimonio de estos colaboradores cercanos al artista, se abordará el modo en el que César Manrique intervenía en el paisaje con sus obras de arte público, sus procedimientos creativos, su forma de implicarse en los trabajos de ejecución y cómo se relacionaba con sus colaboradores.

Las personas que participan en la mesa no sólo han sido determinantes por sus trabajos cercanos al artista sino que se han convertido en testigos excepcionales de la historia reciente de Lanzarote.

El próximo jueves, día 7 de junio, a las 20.30 h, en la Sala José Saramago de Arrecife (La Plazuela) de la Fundación César Manrique (FCM), tendrá lugar la mesa redonda titulada César Manrique. Construcción del espacio público. Este acto forma parte de los programados por la FCM en 2012 en torno a la figura de su fundador, con motivo de la conmemoración del 20º aniversario de la inauguración de la institución y, simultáneamente, de la desaparición del artista.

Ésta es la segunda de cinco mesas redondas proyectadas para el presente año, por la Fundación César Manrique en las que se analizará la obra y la personalidad de Manrique. Estará moderada por los periodistas Saúl García y Domingo Rivero y participarán el ingeniero José Luis Olcina, que, durante más de 25 años, colaboró con César Manrique en intervenciones espaciales en Tenerife y Ceuta; Esteban Armas, arquitecto técnico vinculado a la oficina técnica del Cabildo de Lanzarote desde 1978, quien participa junto a César Manrique en las obras de Jameos del Agua, Timanfaya, o Charco de San Ginés; Antonio Ramos que, desde el año 1968, es encargado del Departamento de servicios técnicos, mantenimiento y conservación de los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote; y Luis Morales, que fue encargado del Departamento de vías y obras del Cabildo de Lanzarote desde 1960 hasta la primera mitad de los años 90, participando en el total de las obras de intervención espacial que César Manrique realizó en Lanzarote.

Así, recogiendo el testimonio de estos colaboradores cercanos al artista, se abordará el modo en el que César Manrique intervenía en el paisaje con sus obras de arte público, sus procedimientos creativos, su forma de implicarse en los trabajos de ejecución y cómo se relacionaba con sus colaboradores.

Las personas que participan en la mesa no sólo han sido determinantes por sus trabajos cercanos al artista sino que se han convertido en testigos excepcionales de la historia reciente de Lanzarote.