El periodista Nicolás Castellano es el guionista del documental El naufragio. 30 años de memoria sumergida, dirigido por Fernando Santiago y producido por el servicio público de documentales de la Diputación de Cádiz. Castellano aseguró que en los últimos cuatro años han fallecido 15.000 personas intentando acceder a Europa y que el documental propone una reflexión sobre esta circunstancia. La historia parte del primer naufragio conocido de una patera en España, que fue en Tarifa en 1988, pero también habla del naufragio de todos “porque la clase política, nuestras leyes y gran parte de la sociedad asiste pasiva a esta realidad”. “Con este documental pretendía que nos miráramos al espejo y dar una sacudida porque ahora hay más información que nunca pero parece que no queremos saber”, añadió.
Después de la emisión del documental se celebró en la Sala José Saramago, el día 28 de mayo, un debate entre Castellano, el periodista José Naranajo e Issa Sidibe, superviviente del naufragio de una patera en Fuerteventura. Su rostro sobresale del agua en la fotografía que hizo Juan Medina sobre ese naufragio y por la que Medina obtuvo el Premio World Press Photo. Hoy Issa vive en Girona. Afirmó que conocía los riesgos y por eso no les dijo a sus padres que iba a hacer ese viaje, que duró cuatro años hasta que se embarcó hacia Canarias. Salió de Mali porque quería mejorar su vida y la de su familia, y aseguró que no entendía que se recaudasen millones de euros en un día para reconstruir la catedral de Notre Dame y no para crear empresas en África y evitar que la gente quiera venir a Europa. Se preguntó si esa catedral es más importante “que tantas personas que pierden la vida”.
Naranjo dijo que el documental es un ejercicio de memoria muy necesario y que su enfoque, el de provocar una sacudida, está bien escogido “porque si algo caracteriza este fenómeno, es la indiferencia”. “Lo más terrible es que sigue ocurriendo”. Recordó que fue en 1999 cuando cubrió el naufragio de siete jóvenes en la Playa de la Señora en Fuerteventura, en el momento en que pensó que había que “pelearse por contarlo” porque la playa es solo el final de un viaje que comienza mucho antes. Naranjo se fue a vivir a Senegal en 2011 y cuando vuela a Dakar piensa en la gran diferencia entre emigrar del Norte al Sur, o en el otro sentido: “En un sentido es sencillo y en el otro significa tantas cosas…”. “Hemos declarado la guerra a los que quieren acceder a nuestro bienestar -afirmó-, hay una arquitectura jurídica para evitar que entren”. Naranjo señaló que la negación del visado “es la primera piedra del muro” y quiso desmitificar la visión sobre la inmigración. “No todos huyen de la pobreza ni de la guerra, la gente tiene derecho a soñar con una vida mejor y parece que siempre exigimos una gran causa para venir”.
Castellano recordó que en el siglo XX salieron de Europa ochenta millones de personas y ahora criminalizamos a los refugiados y los internamos en campos de concentración en condiciones infrahumanas. Dijo que las causantes de las muertes en la frontera “son nuestras leyes” y vaticinó de nuevo “un sentido utilitarista de la gente, de usar y tirar”, porque Europa necesita mano de obra para los próximos años, hasta 270.000 inmigrantes según los cálculos del Banco Mundial. “El ‘derecho a la prosperidad’ es intrínseco a las personas”, señaló.
“El cupo de muertos en la frontera es un daño colateral asumible y un negocio con beneficios políticos” dijo Naranjo, que considera que la sensación de que la gente se juegue la vida alimenta el miedo y a opciones políticas “que se aprovechan de la paralización”. Cree que “no todo el mundo piensa que las muertes haya que evitarlas” y se preguntó si como sociedad “no podemos acabar con esto”. Apostó por ofrecer cauces seguros para los que quieran venir a Europa, por establecer cupos, porque la inmigración no es un problema, como se quiere presentar, sino “la búsqueda de soluciones a otros problemas”. Pidió a los políticos “creatividad, ingenio y valentía”, a los políticos africanos que se sacudan el dominio neocolonial de las empresas europeas y reclamó que el periodismo debe hacer un ejercicio de autocrítica porque se aborda el fenómeno de forma muy poco crítica, sin aportar el contexto, haciendo caso a los discursos de los políticos más que a lo que testimonien las personas que llegan como emigrantes.
Nicolás Castellano también hizo una petición a la clase política: “Que dejen de usar a los inmigrantes en la balanza electoral, que los dejen en paz” e hizo mención a la declaración de emergencia humanitaria que se declaró en Lanzarote por la llegada de cien jóvenes. “Así se criminaliza y se ve a la inmigración como algo negativo”. Sidibe apuntó hacia la corrupción de los políticos africanos y Castellano finalizó con una anécdota sobre el cantante y político Youssou N’dour que le cuestionó, en Fitur, con la portada sobre los papeles de Bárcenas presente, si los corruptos no eran los africanos.