“En la historia de Canarias no se ha repetido un personaje como César, es el artista más universal, nadie lo ha superado”

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Actividad desarrollada con una subvención del Gobierno de Canarias.

“César Manrique en el contexto de la cultura canaria”, la cuarta y última mesa redonda del ciclo César Manrique. Memoria compartida organizado en el marco de la programación del Centenario del nacimiento de Manrique, reunió, el 21 de enero a la directora de la Casa Colón, Elena Acosta, el director del Centro Atlántico de Arte Moderno, Orlando Britto, el director de la Fundación César Manrique, Fernando Gómez Aguilera, y el científico Wolfredo Wildpret, moderados por los periodistas Carlos Sosa y Victoriano Suárez Álamo.

Victoriano Suárez

Acosta comenzó hablando de la labor de César Manrique a su vuelta de Nueva York con un gran interés por “fertilizar de cultura”, no solo en Lanzarote sino en Canarias. Señaló que su labor cultural como impulsor de exposiciones en Canarias es desconocida para el gran público: “Tuvo un compromiso con la cultura de su tierra desde un punto de vista universal”, “su llegada es como la llegada del mesías”.

Elena Acosta

Wildpret apuntó que César es una especie de milagro del cerebro humano por su “polifacetismo extraordinario”. “En la historia de Canarias no se ha repetido un personaje como César, es el artista universal de Canarias, nadie lo ha superado”, añadió. También señaló que fue un líder indiscutible en la defensa a ultranza de la naturaleza canaria y que ojalá hubiera “dos César Manrique ahora para frenar lo que se está haciendo en Canarias”. Habló de su unión en Madrid con otros artistas canarios y de la influencia fundamental de su compañera, Pepi Gómez.

Wolfredo Wildpret

Orlando Britto expuso que Manrique tenía una personalidad poliédrica y fascinante, “difícil de definir”. Su legado trasciende lo que es un artista y se adelanta al concepto de sostenibilidad: “Qué cantidad de verdades hay en su mundo”. Para Britto, Manrique fue un hombre absolutamente libre y eso tiene un precio alto. Reconoció la importancia del binomio con José Ramírez Cerdá, habló de la capacidad visionaria y la mentalidad abierta de César y se preguntó cómo lidiaría, hoy, con las redes sociales.

Orlando Britto

Gómez Aguilera comenzó señalando que el perfil de César es el de un artista y un personaje que niega la apariencia y contradice el prejuicio. Su manera de crear es una paradoja permanente, pero que en su caso suma, no resta. Observó que el prejuicio contra César ha estado muy arraigado en la cultura canaria, con intentos de minusvalorarlo o reducirlo creando una cortina que vela la recepción y el alcance de su legado. Su vida dibuja un triángulo con tres vértices: Madrid en los años cincuenta, Nueva York entre 1964 y 1966, y su vuelta a Lanzarote. “Madrid es seminal, ahí está todo, el germen de las prácticas creativas multidisciplinares que luego va a desarrollar en Lanzarote”, mientras que Nueva York le aporta la dimensión del arte popular vinculado a la cultura de masas. César aplicó una función social al arte que no existía en el arte español. “El espesor de sus obras desborda a sus críticos y al propio César Manrique”, señaló. El director de la FCM recordó que César mantuvo una tensión permanente con el poder porque cuestionaba su esencia, que siempre es la jerarquía del dinero, el crecimiento del beneficio material, y esa actitud alteraba el tablero de juego. “Pasó con César, y sigue pasando, porque en este caso, para desgracia de algunos, muerto el perro no se acabó la rabia”, señaló en referencia a la Fundación.

Fernando Gómez Aguilera

Para Elena Acosta, es “evidente” que a César el tiempo le ha dado la razón. “Antes era una voz en el desierto y ahora sus verdades son evidentes”. Para Gómez Aguilera, esto es así en lo ambiental, pero no tanto en lo referente al territorio. Reconoció que hay artistas que solo hablan para su tiempo y se agotan, mientras que Manrique sigue interpelando a las nuevas generaciones, “pleno de vitalidad”. Wildpret considera que el valor económico de las obras de César ayuda a perpetuar su legado “porque produce dinero” y que, debido a las trabas burocráticas actuales, no podrían llevarse a cabo. Sin embargo, Gómez Aguilera cree que los que ostentan el poder económico siguen construyendo como y donde quieren y después la Administración cambia la ley para legalizar lo que hasta entonces no era posible. “Hoy seducirían tanto las obras de Manrique que le pedirían de rodillas que las hiciera”. Subrayó que en su tiempo no le entendió casi nadie, que hubo una extraordinaria presión sobre Pepín Ramírez porque la mayoría social y las élites no entendían que se gastaran el dinero en los Centros cuando había otras necesidades. “Su obra se levanta con la incomprensión general”, y según va teniendo éxito, se va sumando más gente al proyecto. La diferencia entre el antes y el ahora estriba en que César pensó en la cultura primero y después las obras acaban produciendo riqueza, mientras que hoy se piensa primero en la riqueza material y si hace falta se le suma luego la cultura como algo instrumental. En el caso de César, el orden de los factores altera el producto.

Carlos Sosa

Aguilera manifestó que la obra que mejor refleja a César como un artista arraigado en la cultura canaria y a la vez con una visión universal es Raíces al viento del Lago Martiánez. “Esa creación es un autorretrato”. Para el director de la FCM, los Centros de arte, cultura y turismo fueron una operación de creación de patrimonio cultural contemporáneo, la construcción de unas “catedrales culturales”, generando desde la práctica artística un legado patrimonial contemporáneo superpuesto al paisaje único, que no ha ocurrido en ningún lugar más que en Lanzarote. Apuntó que en realidad supondrían una especie de pre tasa turística si el dinero recaudado se destinara a fines coherentes con su naturaleza y comentó que es un error tratar a los Centros con una visión economicista que acentúe su masificación porque afectaría tanto a su conservación como a la calidad de la visita, viciando su espíritu original. Para Acosta, el turismo de masas, efectivamente, pervierte la visita.

Se terminó hablando sobre educación. Para Wildpret, la educación en Canarias ha dado un bajonazo, no se sabe explicar bien la historia de Canarias ni se abordan los asuntos medioambientales como asignatura cuando el afán especulativo no cesa. Es, a su juicio, muy grave y se mantiene el desequilibrio entre economía y ecología. Gómez Aguilera manifestó que César evolucionó de la utopía a la distopía. “El espejismo le dura poco”. Quizá diez años, hasta que se dio cuenta de que su modelo había fracasado porque la realidad desbordaba el territorio y despedazaba la belleza de la isla tal y como él la entendía. Es entonces cuando comienza con su faceta de denuncia, de activista. En César, su obra habla por sí misma. Unía permanentemente tres tres ámbitos: la cultura, la educación y la naturaleza, y, sin embargo, la educación en Canarias le da la espalda. En las universidades canarias, según Gómez Aguilera, no se le ha dedicado ni una sola tesis doctoral a César, algo que no se entiende, mientras que sí lo han hecho otras universidades españolas, y en el mundo suscita interés creciente su obra, centro de constantes reportajes. “Fue el gran publicista de esta isla y se jugó el tipo por ella”, señaló Gómez Aguilera: “Hoy habría ámbitos sociales y culturales en los que César sería un gurú”.

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“Por mucho que lo hayan querido dinamitar no van a poder negar la potencia de un ser tan extraordinario como César”

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El periodista Salvador Hernández, moderador de la mesa redonda “El César que conocimos”, celebrada el día 5 de noviembre, comenzó preguntando a Gueli Robayna, hoy profesora de filosofía y que trabajó como secretaria de César Manrique, cómo era el artista en su vida cotidiana. Robayna destacó que “aunque sea lo típico que se dice sobre él”, era una persona muy vital, con una energía arrolladora. Cuando ya vivía en Haría, pintaba cada mañana y por las tardes bajaba a Arrecife, al estudio frente a El Almacén, donde “irrumpía” con entusiasmo, “como un niño con un juguete nuevo”, que en su caso era un cuadro nuevo, recién terminado.

Salvador Hernández

Techy Acosta, directora del programa Buenos días Lanzarote, también moderadora de la Mesa, dio paso a Carlos Matallana, sobrino de César y pintor, que confirmó que “César era así con todo el mundo” y también entraba en la casa de su hermana gritando. “No podía ser de otra manera”. Puntualizó que tenía “sus cosas raritas y se cogía unos cabreos inmensos”. Y contó uno de ellos. Su secretario le hablaba mal de su entorno, contra su familia, y le dijo que él, que fumaba marihuana, era un drogadicto. “Me lo dijo a grito pelado y se enteró todo el mundo”, dijo Carlos, pero después su madre, Juana, “que era la única que le podía echar una bronca a César”, llamó a César para reprochárselo.

Gueli Robayna

Carlos Matallana

“Proyectamos nuestra subjetividad y complementamos la percepción que tenemos sobre un artista”. Así empezó Fernando Ruiz, conservador de la Fundación César Manrique, su primera intervención. Fernando es de Gran Canaria y desde allí “militaba en el anti cesarismo” porque César era un artista que había colaborado con el franquismo “y eso nos intoxicaba la sangre”, también colaboraba con el turismo, que es “una actividad extractiva” y porque, además, Ruiz fue alumno de un catedrático “que ahora llaman biógrafo oficial” que no hablaba de César Manrique en clase. “El personaje (César) llamaba la atención y nosotros éramos una comunidad de deprimidos”, dijo Ruiz sobre César y sobre un grupo de jóvenes de izquierdas en Canarias, y añadió que además “la gente que él tenía alrededor” les parecían unos frívolos. Pero lo que le hizo cambiar fue llegar a vivir a Lanzarote y comprobar que se parecía al lugar donde él quería vivir, un sitio donde se apostaba por el bien común, cosmopolita, moderno, con respeto al medio ambiente y al patrimonio. “Encontré que César había construido una utopía y pasé de los prejuicios a la admiración”.

Techy Acosta

Mario Alberto Perdomo fue fundador del grupo ecologista El Guincho, que se creó “para luchar contra la especulación” y su relación con César era en “el tajo”, “en la trinchera”. Dijo que el acto más icónico fue el de la protesta en Los Pocillos, en la que participó César, “y trajo a Alfredo Kraus”. Dijo que fue importante que César se fijara en ellos, que eran un grupo, frente a la izquierda de la que hablaba Ruiz, más sesuda, que tenían cierta sensibilidad estética y con la naturaleza.

Carlos Matallana dijo que su abuelo Gumersindo, el padre de César, era una persona con sensibilidad, fue el primero en construir en los años 30 una casa de veraneo en la Caleta y enseñó a César a ver la belleza de Lanzarote “y a bañarse en pelotas en Famara”, que fue un lugar que a César le potenció su creatividad. César tuvo, en definitiva, una infancia maravillosa, gracias a la influencia tanto de su padre como de su madre, Frasca.

Mario Alberto Perdomo

Fernando Ruiz

Gueli Robayna recordó dos anécdotas, que le marcaron. Con la primera se dio cuenta del calado y la persuasión del personaje, incluso entre los niños. A César, que ya tenía setenta años, se le había ocurrido que tenían que ir todos a bañarse al Puente de las Bolas “y, en un rato, todos los niños estaban a su alrededor”. “Se me quedó grabado ese espíritu”. La otra tiene que ver con la primera de sus prioridades: la educación y la cultura. Le habían robado un cuadro pequeño del estudio y no sabían cómo decírselo a César. Cuando se lo dijeron, César se alegró mucho: “Por fin los ladrones se han vuelto cultos”, dijo. “Yo me quedé descuadrada -señaló Robayna-, me di cuenta de la magnitud del personaje”.

Sobre su relación con los medios de comunicación, Mario A. Perdomo dijo que César era un filón, “siempre daba un titular”. Era accesible y atraía muchos medios de comunicación extranjeros, donde aparecía el César enfadado. Para Perdomo, “siempre ha habido algún sector infame de los medios de comunicación, indecente, corrupto, que ha tratado de llevar a César a otros lugares por si podía apoyarles en alguna promoción”.

Techy Acosta, Fernando Ruiz, Mario Alberto Perdomo, Carlos Matallana, Gueli Robayna y Salvador Hernández

Por último, Ruiz afirmó que César fue una persona crucial para su vida porque le desmontó sus prejuicios y pasó de militar contra él, a defenderlo. Creó una comunidad de sentido. “Nos sentíamos parte de un proyecto, construyó un horizonte de futuro y eso fue muy importante, y más para un pueblo como Canarias, lastimado en su estima”. “César puso en marcha un proyecto de humanización -dijo Ruiz- y eso me emociona (y efectivamente se emocionó) y me puse a su disposición”. Pero esos años, los años ochenta, no parecían buenos para el artista. Le rechazaron como Hijo predilecto, le quisieron nombrar persona non grata “con el silencio clamoroso de la sociedad”, pasó por una crisis económica con una gran deuda, no sabía qué hacer con su legado, su proyecto de Lanzarote se descoyuntaba, sufrió presiones para involucrarlo en proyectos urbanísticos o para que pintara cuadros “como churros”. “Tenía abiertas muchas compuertas graves… pero nunca perdió la alegría, las ganas de vivir”, dijo Ruiz y se puso al servicio de la sociedad. Ruiz terminó: “Ese proyecto de comunidad hoy está perdido, esta batalla está perdida, la Isla tiene poca gente que la defienda. Aunque sí podemos decir que nosotros lo vimos, y que esto fue posible”. “Por mucho que lo hayan querido dinamitar no van a poder negar la potencia de un ser tan extraordinario como César”.

Techy Acosta finalizó señalando que prefería quedarse con la parte optimista y que la celebración del centenario es una prueba “porque la Fundación sigue siendo un referente de inspiración para los que sí creemos que la utopía puede ser posible en esta isla”.

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Lanzarote es fruto de la colaboración entre César y Pepín “y su huella perdura”

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Un trabajo audiovisual de Miguel G. Morales con imágenes de Pepín Ramírez y César Manrique abrió la mesa redonda “José Ramírez Cerdá y César Manrique: mito y realidad”, el día 18 de septiembre, moderada por los periodistas Manuel Riveiro y Soraya Morales, con la participación de Luis Fajardo, Saúl García, Álvaro García González, Antonio González Viéitez y Enrique Pérez Parrilla.  El aforo de la sala de La Plazuela estaba completo.

Saúl García, Antonio González Viéitez, Manuel Riveiro, Soraya Morales, Enrique Pérez Parrilla, Luis Fajardo y Álvaro García González

Soraya Morales habló de la memoria compartida de dos nombres y dos hombres “abrazados a la historia de Lanzarote” y a su estética con un proyecto de arte público. Comenzó preguntando por el mito. Para Saúl García, el mito tiene que ver con una explicación simplista que dice que César vino de Nueva York y convenció a Pepín para hacer los Centros “como si las cosas se hicieran en el vacío”. Para García, fueron muchas las dificultades tanto en la sociedad como en la Administración y hubo que “picar piedra” en el Cabildo para sacar adelante los Centros de Arte, Cultura y Turismo. Fue complicado “engrasar la maquinaria” y hay constancia de que existía una colaboración entre Manrique y Ramírez antes de que César se fuera a Nueva York. “La realidad es más compleja y más dura”, aseguró el primero de los ponentes en intervenir.

Soraya Morales

Manuel Riveiro dio paso a Álvaro García, que trabajó en el área de Hacienda del Cabildo con Pepín. García señaló que el mes de abril de 1919 fue el mes más productivo de la historia de Lanzarote porque nacieron ambos: Ramírez y Manrique. Habló de la eficacia y la honradez de José Ramírez: “Nos hizo creer que no éramos funcionarios sino que trabajábamos por el progreso de la Isla”, afirmó. Y añadió que a esa virtud había que sumarle la visión para rodearse de personas trabajadoras y la creación de “Vías y Obras” (ya que ninguna empresa quería venir a  Lanzarote a  hacer trabajos) que realiza todas las obras públicas y turísticas.

Álvaro García González

Antonio González Viéitez destacó que las de César y Pepín son vidas entrelazadas. Dijo que la dictadura, en sitios alejados, no era la dictadura férrea de los núcleos urbanos obreros y que Pepín, con visión, comenzó a percibir que con el trabajo bien hecho y propuestas razonables y honestas se le comenzaba a tener respeto. Habló sobre el mito que crearon ambos y que ha permanecido en la Isla: “Lanzarote es fruto de aquello y su huella perdura, eso son los mitos”.

Enrique Pérez Parrilla

Enrique Pérez Parrilla dijo que Pepín sufrió como presidente por su forma de actuar, por su honradez, “que no se ha dicho” y que lo mismo le pasó a César “y las pasó canutas por las críticas”. Pero, se consiguió “un milagro” gracias a la simbiosis de dos personas, que dan lugar a una tercera cosa “que es más que los dos por separado”. “Un artista y un gran administrador coincidieron en que a esta isla había que darle de comer” para que el pueblo se levantara de aquella pobreza tremenda.

Luis Fajardo

Soraya Morales recordó que, como decía Antonio López Suárez cuando Pepín y César fueron nombrados Hijos predilectos de Lanzarote, deberían ser “Padres predilectos”, no hijos. Manuel Riveiro puso sobre la mesa una conferencia anunciada de Luis Fajardo, en Arrecife, en plena Transición, que fue censurada, pero que Pepín Ramírez sí le recibió y le dio amparo. Fajardo dijo que eso se produjo en el contexto político de una dictadura, pero puntualizó que la gestión del Cabildo no fue autoritaria, aunque sí ejerció la autoridad cuando fue necesario. “Pepín era un hombre de Derecho y tuvo que aplicarlo con dificultad y valentía desde el principio porque encontró una mala situación en el Cabildo”, apuntó. Estaba “dotado de una gran intuición para la selección de sus objetivos” además de inteligencia y una perspicacia extraordinaria en la selección del personal, con criterios “de valor y no de afinidad”. Saneó el Cabildo y eso fue fundamental. Tanto Fajardo como Álvaro García destacaron la importancia que le dio Pepín a la educación y cómo tuvo de referente a su tío Domingo Ramírez, que fue alcalde de Arrecife durante la República y le dio un consejo: “El mejor alcalde es el que hace más escuelas”.

Manuel Riveiro

González Viéitez subrayó un modelo territorial turístico insular, pionero, “que dio una marca exterior a Lanzarote” gracias a los méritos artísticos de César pero también a una impecable gestión administrativa en la que el Cabildo estaba por encima de los ayuntamientos en la gestión del territorio. Pérez Parrilla dijo que la “izquierda de salón” critica que Pepín fuera cargo público en tiempos de Franco porque “no se dan cuenta de la situación que tenía el país” porque si uno analiza la trayectoria de Pepín o de César “se da cuenta de que no fueron hombres de derechas, en absoluto” ya que llevaron a cabo actuaciones anticlasistas y defendían la iniciativa pública. Saúl García narró una anécdota sobre cómo Pepín denegó una concesión para una empresa propiedad de un exdelegado del Gobierno para explotar el agua de las galerías de Famara ya que Pepín apostaba porque el beneficio fuera público y quedase en manos del Cabildo.

Saúl García

Álvaro García destacó la eficacia porque el presupuesto del Cabildo pasó de seis millones de pesetas en 1960, cuando entra a presidirlo Pepín Ramírez, a 282 en 1974, cuando Pepín deja la institución: “Eficacia acreditada”. No cobró nunca por su cargo y no tenía coche oficial y “en el trato corto era muy convincente”. Para González Viéitez, César y Pepín estuvieron en el lugar oportuno y en el momento oportuno y después los habitantes comenzaron a valorar lo que se estaba haciendo. Habló de la llegada del “turbocapitalismo frente a la simpleza de la vida de Lanzarote”, que convirtió todo en mercancía. Habló de dos almas en la Isla: una la de los especuladores y los alcaldes que se colocaron de su lado y pusieron los terrenos a disposición del dinero, frente al Cabildo y la mayoría de los habitantes. “La capacidad de carga y el mercado no saben de felicidad ni de solidaridad, Lanzarote es una isla arrollada”.

Saúl García, Antonio González Viéitez y Manuel Riveiro

En la mesa se acabó hablando del desarrollismo, de cómo ponerle freno y de cómo César fue ecologista “antes de que existiera la ecología”. Manuel Riveiro cerró el acto recordando unas palabras de César en las que manifestaba que ya no se sentía profeta en su tierra porque no se le había hecho caso, “solo al principio”, con Pepín en la presidencia, cuando se seguía una línea que condujo al prestigio internacional. “Más tarde se impuso la ganancia rápida y la especulación y el negocio particular frente al interés general”. “Son personajes irrepetibles y sería un signo de progreso que los actuales responsables políticos aprendieran de la historia de estos personajes y de su legado”, finalizó Riveiro.

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“César Manrique tenía un respeto absoluto por las opiniones de los demás, se debatía, pero jamás impuso una idea”

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César Manrique tenía un respeto absoluto por las opiniones de los demás, se debatía, pero jamás impuso una idea”

La mesa redonda titulada Proyectos junto a César: así se trabajaba es la primera de cuatro mesas que se celebrarán durante el año del centenario de César Manrique sobre los métodos de trabajo del artista y sus colaboradores. José Alfredo Amigó, José Luis Olcina y Esteban Armas, dos ingenieros y un arquitecto técnico, fueron tres personas en las que César “depositó su confianza”, como recordó el director de la FCM, Fernando Gómez Aguilera. Trabajaron junto a él en Tenerife, Ceuta o Lanzarote y son patronos de la Fundación desde su creación, nombrados por César Manrique “como ratificación del aprecio y la confianza”.

Antes del inicio de la conversación, moderada por los periodistas Isabel Lusarreta y Jaime Puig, se pasaron dos audiovisuales realizados por Miguel G. Morales, el primero de ellos extraído de la película Taro, El eco de Manrique y el segundo con imágenes sobre la construcción del Lago Martiánez.

Amigó comenzó explicando su primer contacto con César, por iniciativa del hotelero Cándido García San Juan, que quería ampliar la explanada junto a su hotel en Puerto de la Cruz y propuso que hablaran, Olcina y él, con César. Tras esa intervención en el Paseo de Colón, el Ayuntamiento propone hacer unas piscinas y ellos piden que las haga César. “Éramos dóciles como ingenieros – señaló Amigó – pero con César era muy fácil trabajar”.

Juan Alfredo Amigó

Lo primero que hizo César con el plano de la piscina diseñada por ambos fue cambiar las líneas rectas, “que eran un desastre”, por líneas curvas, y los ingenieros después dieron una solución técnica. César dibujó el proyecto en una servilleta “que se ha hecho famosa”, pero fue un punto de partida. Seis meses después, “con la servilleta, sus comentarios y el cocimiento que teníamos ya sobre cómo trabajaba César, conseguimos elaborar un proyecto”. Luis Díaz de Losada reunió “a las fuerzas vivas” del Puerto de la Cuz “y tuvieron que decir que sí”. A la semana siguiente, en el año 1971, se le presentó el proyecto al ministro Sánchez Bella, y lo aprobó por Real Decreto. El día que terminó la obra, subieron a la azotea del Hotel Tenerife Playa y César dijo: “Es exactamente a como yo me lo había imaginado”. En la fiesta de inauguración del Lago, los hoteleros reconocieron que sus hoteles valían entre un quince y un veinte por ciento más que el día anterior.

Esteban Armas mostró varios de esos dibujos improvisados de César, que hacía a pie de obra. “Cogía lo primero que tenía a mano y hacía bocetos”, señaló. También afirmó que le gustaba poner fechas de entrega “para que no se eternizaran las cosas”. Armas aseguró que “era muy minucioso en cada cosa, veía cada unidad de obra y siempre decía algo, normalmente para felicitar a la gente, y eso gustaba mucho”.

Esteban Armas

Debía haber un equilibrio entre la propuesta y la posibilidad técnica. En Martiánez tuvieron que renunciar a hacer unas cristaleras desde la sala de fiestas submarina porque no existían los materiales que hay hoy. “Claudicó ante la técnica porque era muy peligroso”, señaló Olcina. Sin embargo, para el llenado de las piscinas se le ocurrió convertir esa necesidad en un espectáculo, con un volcán de agua. “Es una idea genial porque todos los días había espectáculo”, dijo.

Cuando César iba a Puerto de la Cruz, pasaba cuatro o cinco días, desde la mañana hasta última hora de la noche “y tenía la capacidad de atraer a la gente y que disfrutaran de la obra”. Los trabajadores estaban orgullosos de participar en las obras. A César, en Tenerife, señaló Amigó, iba a tomar un café y no le cobraban, o cogía un taxi y tampoco le cobraban. Según Amigó, César “tenía un respeto absoluto por las opiniones de los demás, se debatía, pero jamás impuso una idea”.

José Luis Olcina

Los colaboradores hablaron sobre su relación con la Administración. Cuando se iba hacer Lago Martiánez, uno de los concejales, en una reunión, dijo que por qué no se hacían siete piscinas con la forma de las islas canarias. “César dijo que eso era una cursilada y una catetada y nosotros estábamos dándole patadas para que se callara porque el concejal era el que tenía que aprobar el presupuesto”. Para Amigó, la relación de César con la Administración era de “sinceridad absoluta, era un ser libre, al alcalde o al ministro le decía lo que pensaba”. “Al ministro Sánchez Bella lo sentó en una jardinera en Puerto de la Cruz y le dijo: mira la porquería esa que estás permitiendo”.

Isabel Lusarreta

Jaime Puig

En Ceuta, según relató Olcina, le dijo a una concejala que dejara de fumar “cuando estábamos negociando para el proyecto” y, en público delante de las autoridades, que eran “en un noventa por ciento militares”, dijo que iba a cambiar la ciudad porque “parecía un medio cuartel”. En Lanzarote, sin embargo, era distinto, como contó Esteban Armas, porque las obras las hacía el Cabildo con la colaboración de Pepín Ramírez, y después del resto de presidentes porque “todos querían dejar también su huella”.

Durante la mesa redonda se habló también de la importancia de la naturaleza en sus obras, de la poca importancia que le daba a los honorarios, de su maestría para enseñar a ver, a educar la mirada, y de proyectos que no salieron adelante. Armas recordó, sobre el mirador de El Golfo, el día que le dijo al entonces alcalde, Honorio García Bravo, que no lo quería hacer. Y Amigó y Olcina recordaron un proyecto en El Confital que no fraguó “por un tema político” y un proyecto de un hotel en Doñana que no fue posible por su cercanía al Parque Nacional.

Más información sobre la mesa redonda Proyectos junto a César. Así se trabajaba

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