Eduardo Prieto: «La relación de isla y utopía es una relación esencial y por momentos significaron lo mismo»
Eduardo Prieto es arquitecto y licenciado en Filosofía. Dentro del espacio de reflexión ‘Miradas divergentes’ habló en la sala José Saramago sobre islas, una “breve historia de las utopías medioambientales”.
La isla, las islas, están mediadas por dos conceptos: la utopía y el medio ambiente, entendido como concepto cultural. “La relación de isla y utopía es una relación esencial y por momentos significaron lo mismo”. La isla es una figura perfecta en sí misma, acotada, y se da en ella también la idea de autosuficiencia o autonomía. Además, la primera utopía, la de Tomás Moro, era una isla, como la idea utópica de la Atlántida de Platón. Las utopías en islas se pueden referir a territorios reales o imaginados: Citerea, Arcadia, el Reino del amor o la Isla de la coquetería.
Para los románticos, la isla encarnaba la idea del edén, del paraíso. Encontramos utopías en islas en la literatura como en “Los viajes de Gulliver” o la isla de Robinson Crusoe, y también utopías científicas con la idea de isla como laboratorio.
Prieto expuso cuatro ejemplos de islas reales como utopías a lo largo de la historia, donde las diferentes culturas presentaron en ellas sus aspiraciones. “Hay más, pero estas son posibles candidatas para identificarse con la Atlántida”, señaló.
La primera de estas islas es Rügen, una isla junto a Pomerania convertida desde el siglo XVII en símbolo de la germanidad. Pintores como Friedrich o Carus la representan en su imaginario romántico, aunque también la toman como referencia después los vanguardistas. Es una isla como espacio para la contemplación de lo sublime, de un paisaje bucólico para la contemplación absoluta. Pero “es la representación de una idea, no de un paisaje”. Después comienza a verse como la encarnación de lo eslavo, como un laboratorio ideológico. Son los nazis quienes le dan ese carácter de laboratorio eugenésico, quienes la convierten en el lugar de la felicidad del obrero alemán y proyectan y comienzan a construir un lugar de vacaciones que finalmente no culminan. El proyecto queda paralizado y aún hoy no se sabe qué hacer con ese intento.
La segunda isla es Heligoland, también en Alemania y que acaba siendo un laboratorio de la destrucción. Es una isla nórdica que entronca con un concepto que plantea que las civilizaciones humanas provienen del hielo, que lo ario viene de lo gélido, del Polo Norte o incluso del Himalaya. Heligoland es una pequeña isla, una plataforma triangular. A principios del siglo XIX la ocupan los ingleses aunque después vuelve a manos alemanas. Se convierte, por un lado, en lugar de vacaciones, pero también en base naval. Alojó a científicos como Heisenberg y a pensadores o artistas. Acaba totalmente destruida, arrasada por mil bombarderos ingleses y finalmente minada en 1947. Es una utopía de la destrucción.
La tercera isla no esta identificada con la Atlántida pero sí con lo clásico. Se trata de Capri, junto a Nápoles. Es una utopía del clima, del sur, de un clasicismo intemporal con su imagen de lo pintoresco, lo mediterráneo, las puestas de sol, lo sublime… “pero aún así es más interesante su lado oscuro”. También representa una utopía de la salud, porque el clima perfecto genera personas perfectas. Hay un momento en el que el interés se dirige hacia la cultura y arquitectura popular, que reflejan varios pintores en sus obras. Reivindican la autenticidad de estas construcciones sencillas, incluidos los cubistas y hasta los futuristas. Es una utopía medioambiental de la salud.
El último ejemplo es Tenerife, una utopía científica encarnada por el estudio que sobre ella hace Alexander von Humboldt, personaje olvidado durante el siglo XX y reivindicado ahora de nuevo como precursor del ecologismo. Antes de su expedición a América, apoyado por España, midió las alturas de la Península Ibérica y fue el primero en darse cuenta con datos científicos de que se trataba de una meseta. En Tenerife se centra en el Teide, que representa un laboratorio vertical. No le interesa como imagen pintoresca sino para entender toda la Naturaleza, “aprender a leer la tierra” y comprender que cada especie se adapta a su clima en función de la altitud. Su visión global sobre la Naturaleza nace del estudio que llevó a cabo en Tenerife. Humboldt también unió la ciencia a la estética. Humboldt y Darwin se conocieron y, aunque a Darwin no le agradó su personalidad, sí le influyó en el viaje que realizó alrededor del mundo y en el que sentó las bases de la Teoría de la evolución. Para Darwin, las islas Galápagos fueron lo que Tenerife para Humboldt.
Prieto hizo una breve parada en Lanzarote antes de terminar su recorrido. Lanzarote como laboratorio utópico, como una isla abocada a reinventarse continuamente, una “utopía constante” en la que tiene presencia la Naturaleza, pero también la cultura, como supo ver César Manrique.
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Grabación de la conferencia: Grabación
Freitag, der 21. April 2023