El modelo eólico español actual alienta la participación de las empresas, deja de lado a los agentes implicados en su desarrollo y provoca inseguridad jurídica, afirmó el jueves 20 de junio, Rosa María Regueiro, experta en economía ecológica, durante el taller titulado: “El desarrollo eólico en el contexto de crisis ecosocial”, impartido en la sala José Saramago de la FCM. En este sentido, la profesora de Economía Aplicada de la Universidad de Santiago de Compostela, matizó que nos encontramos ante “una crisis energética provocada por un modelo que ha cambiado, sustituyendo parte de la energía fósil, para seguir igual”.
Esta crisis es multifactorial, a diferencia de las anteriores que estaban basadas solo en la oferta y la demanda. Al modelo hegemónico fósil nunca le ha importado el entorno ni los límites de la biosfera y “es importante señalar que los recursos no se originan a la misma velocidad que los consumimos”. Por otro lado, sigue habiendo personas que no disponen de electricidad, incluso en España, donde existe pobreza energética, que es una situación provocada por el propio modelo. Regueiro también indicó la importancia de conocer las relaciones de poder derivadas de la propiedad de la energía ya que están detrás de las decisiones políticas y geoestratégicas. España, y la Unión Europea, en general, tienen una gran dependencia energética del exterior.
Hay otro elemento relevante: las energías renovables no son sustitutivas del modelo hegemónico fósil, están diseñadas para que sean complementarias. Tienen la ventaja de que no producen emisiones pero su construcción, mantenimiento y desmantelamiento no es inocuo. El sistema fósil sigue siendo hegemónico, queda mucho camino para que deje de serlo y es difícil que cambie porque va de la mano del modelo productivo. No es factible que cambie de forma sustancial en los próximos treinta años. Regueiro señaló que ya se habla, no de la Agenda 2030, sino del horizonte de 2050 o 2070: “La adaptación no está siendo tan rápida y esto tiene que ver con la limitación de los recursos”. El pico máximo de petróleo disponible de calidad ocurrió ya en el año 2010. Puede haber reservas por descubrir, pero su coste de extracción es mucho más caro, al igual que pasa con el gas natural y con otros materiales imprescindibles. “Así que tenemos que cambiar”, dijo.
Los países que importan energía tienen ese problema, el de la dependencia energética. Desde 2021 India juega un papel estratégico en silencio. Compra energía a Rusia y la vende a Europa. Las cifras de compra y venta indican el juego de poder y el dominio de quien tiene los recursos frente a quien los necesita. En un futuro próximo será clave lo que ocurra en el Estrecho de Ormuz. Si hay problemas que dificulten el transporte en esa zona, el precio del barril de Brent subirá mucho “y muchos países van a tener un serio problema”. El 43 por ciento del gas natural de la Unión Europea venía de Rusia antes del conflicto con Ucrania. Cada país, no obstante, tiene unas dependencias diferentes. España depende más de Argelia que de Rusia. Por otra parte, el gas licuado, que es más caro, puede venir por barco desde Estados Unidos. “Hay que ser conscientes de las implicaciones que se derivan del acopio energético”.
Con los minerales pasa lo mismo: escasean y sus precios suben. El litio, por ejemplo, es fundamental no solo para los móviles o los automóviles, sino para construir aerogeneradores. De ahí la importancia de que se puedan reciclar e incorporarlos a una economía circular. En este mercado, las empresas dedicadas a la eficiencia energética y a las bajas emisiones son las mismas que las que venden petróleo. Hay cuatro grandes fondos de inversión que dominan el mercado del modelo fósil energético en el mundo.
Para Regueiro, “un detalle preocupante es la situación de pobreza energética” en España, donde el número de hogares que no puede mantener una buena temperatura creció entre 2015 y 2021 un 3,6 por ciento frente a una subida media menor en Europa, del 2,7. La profesora de la Universidad de Santiago también explicó el funcionamiento del sistema marginalista de fijación de precios, que es complejo y en el que el precio lo marca la última tecnología que entra en la red. Es un modelo que genera distorsiones: las energías renovables perciben una sobrerremuneración y el gas y el petróleo se compran por su precio futuro. Las mismas empresas que venden electricidad son las que compran, y el mercado, en el fondo, se ha convertido en un mercado financiero.
El cambio climático tiene la capacidad de alterar las posibilidades de obtención de energías renovables al modificarse las condiciones de sol, lluvia y viento. China es la primera potencia eólica mundial, seguida de lejos por Estados Unidos, Alemania, India, España y Reino Unido. La eólica marina está despegando, pero China también está a la cabeza.
El modelo pionero en la eólica fue el de Dinamarca, que comenzó en 1973. Se trata de un modelo que “no dejó a nadie fuera”, desde las grandes empresas a los consumidores, y esa fue su baza para el triunfo. Promovió un modelo asociacionista de propietarios, que tenían derecho a una remuneración acorde al beneficio que se iba a obtener. Eso dio garantías jurídicas a los propietarios y les dio la oportunidad de entrar en el sistema.
Mientras que otros países sí adoptaron algunas de las características del modelo eólico danés, en España esto no se dio. En Dinamarca, el 85 por ciento del negocio está en manos de los propietarios. “Es importante incluir la protección del entorno y de las comunidades locales y por ello deberían recibir un beneficio y cerrar así las puertas a la especulación”, señaló Regueiro. En este sentido, explicó cómo en Japón, mediante fondos soberanos, el 70 por ciento de los parques eólicos está en manos de amas de casa o en Bélgica hay una cooperativa con 24.000 socios y en Dakota (EE.UU.) otra que surte de energía a 2,8 millones de personas.
El modelo eólico en España es un “no modelo”, según Regueiro. En Galicia, de setenta proyectos en marcha, sesenta están parados por el Tribunal Superior de Justicia ya que incumplen la declaración de impacto ambiental. En España no hay una norma eólica integral, sino una sucesión de normas con alcance parcial y cada comunidad autónoma se rige por su norma. Mientras que la eólica marina depende del Ministerio, la terrestre, si es de menos de 50 megavatios, depende de las comunidades autónomas, con lo cual se produce “la trampa de los 50 megavatios” porque se trocean los proyectos, entre otros controles, para evitar la evaluación ambiental.
Para instalar un parque eólico es necesaria la inversión de mucho capital, sin embargo no se ve reflejado en la generación de empleo. Un megavatio cuesta aproximadamente un millón de euros. Durante su construcción crea unos trece empleos por año y megavatio mientras que, para su mantenimiento, solo es necesario un empleo por cada cinco megavatios. En Canarias, de momento, la penetración de la energía eólica está en el 16,2 por ciento, mientras que en España es del 22,4. Es un modelo muy productivista que alienta la participación del sector empresarial y deja de lado a las comunidades y los pequeños propietarios, provocando inseguridad jurídica. “La duda es si se va a trasladar este modelo a la eólica marina”.
Finalmente, Regueiro abordó los retos, como la afectación ambiental sobre el territorio —tanto de la eólica terrestre como de la marina— que también tiene un impacto multifactorial: hidrodinámicas, sonidos, materiales de construcción actividad naval, impacto visual… Hay que estudiar todas esas afecciones, al igual que las sociales, al entorno o a la vida tradicional: hay conflictos entre vecinos, ocupación de áreas de ocio, etc. En casi todos los modelos, también fuera de España, existe “falta de credibilidad, compromiso y transparencia”. Hay inconvenientes provocados por la instalación de la energía eólica en todo el mundo. En lugar de fijarse en el modelo danés, que es el que más experiencia posee, “parece un proceso de neocolonización”.
Respecto a la eólica marina hay un informe del Tribunal de Cuentas Europeo (TCE) del año 2023 que advierte sobre sus posibles efectos adversos. Alerta sobre la posible generación de problemas prácticos, que aún no han tenido atención, y pide evitar esos conflictos a la vez que se protege el medio ambiente, garantizando así la convivencia con otras actividades. En España, el Real Decreto 150/2023 define cinco zonas de uso prioritario para la instalación de parques eólicos marinos. De los 40 proyectos previstos en territorio español, 21 están en la provincia de Las Palmas.
A pesar de la ausencia de datos claros en más del 80 por ciento de estos proyectos, lo seguro es que escasearán los materiales para su construcción, y su instalación tendrá un impacto visual. Además, se puede dar otra “trampa” y es que la extracción de materiales necesarios para su montaje y su fabricación consuman tanta energía y se produzcan tantas emisiones como las que se pretenden ahorrar con su puesta funcionamiento. “Seguimos haciendo mal el proceso de extracción de esos materiales y, por otro lado, no debemos olvidar que la economía circular de reciclaje nos puede ayudar”.
Como consideraciones finales, Regueiro aseguró que “el triálogo energía-biosfera-materiales es imprescindible” y no se puede aplazar hasta el año 2050. “Cambiar el modelo de producción y de consumo es inaplazable”. Sigue siendo un modelo asimétrico, no inclusivo y que está dominado por los fondos de inversión, pero no hay aceptación social. “No dupliquemos este modelo en la eólica marina porque no ha funcionado en las anteriores”, demandó Regueiro en su apuesta por poder contar con instrumentos conceptuales que nos permitan obtener información sobre los materiales disponibles porque es esencial contabilizar y gestionar el capital mineral del planeta.
En este sentido, el Derecho Internacional tendría algo que decir sobre el impacto global de la degradación causada por el modelo energético. También hace falta una transición política, económica y cultural “porque si no perdemos todos, hasta los que creen que ganan”. La Unión Europea sigue dependiendo mucho del petróleo, tiene una gran debilidad energética, las renovables siguen siendo complementarias, no hay un modelo inclusivo y hay que prevenir la pobreza energética. En definitiva, “hay que aprender de las lecciones recientes”.
Díptico completo: Díptico del taller
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